Me late la garganta atravesada por vuestras miradas.
Como dejarse doblar el cuerpo para conseguir el abrazo
perfecto
me envolvéis entre las hojas de los árboles más viejos.
El miedo no existe:
es un montón de pájaros sin alas que saben volar.
Y se va
en este instante,
a buscar otro horizonte,
se va.
Respiro vuestra alegría,
exhalo vuestro valor
y acaricio nuestra lucha,
día a día.
Vuestra vida rima con la mía