domingo, 17 de julio de 2011

Dulces noches negras

El agitar
enfurecido
del viento al encinar
anunciaba ya
la tormenta
inmensa
que habría de llegar,
como el abismo
en el que tú,
más yo,
en el que tú y yo
nos habíamos perdido.

Hacía frío,
y los cuerpos se buscaron,
y las manos se juntaron,
y los labios,
nuestros labios
esperaron.

Y el viento agitaba ya
el ciprés que nos miraba,
longo, álgido y tranquilo,
contemplando el recorrido
de mis ojos por tu rostro,
de tu rostro por el infinito.
Abstraído
tu aliento
queriendo volar, huir,
ansiando escapar, huir,
de ese momento incierto,
lunático, expuesto
al movimiento
que habría yo de producir.

Y empezó a llover,
y las gotas frías,
frías gotas retorcidas,
todas mías,
en su caminar
antes de estrellar,
de estallarse contra el suelo,
recorrieron el espacio
que quedaba entre las dos
y sonó un beso.

Sonido de dos labios chocando
entre aquella inmensidad,
ahogaron
el agitar del viento,
el llorar de la nube,
el cortar de aliento,
el gruñido del trueno,
y ni el rayo,
ni el cielo,
ni el tiempo
brillaron más
que ese beso.

Reencuentro en tu mirar,
fin del desconsuelo al respirar.

La tormenta siguió
el vaivén de las nubes negras
como los labios
el volver del amor a tientas.

Dulces noches negras.

No te lo he dicho

No te lo he dicho
pero en tus ojos
brilla la luz del universo,
el motivo del encuentro,
la lumbre eterna del momento
de reunirnos en este, el mismo fuego.

No te lo he dicho
pero en tu boca
crece poco a poco el alma
que he perdido, la calma
que he acogido, de tu cama
el pasillo, que se enreda entre la sábana.

De tu cuerpo solo un hilo
difuminado y nunca frío
de la ausencia de palabras
que no nos sirven, que cobran brío.

No te lo he dicho
pero en tu rostro
hay algo, hay algo
que no acierto a comprender,
es algo lejano,
no es de este mundo,
lo que se esconde
tras esa piel.

Y ya noto tu ternura
definiendo
la razón de mi ser.
Tu cordura
calmando mi sed.
Tu textura
tejiendo mi piel.

Para que me quede
muy cerca del suelo,
con tus pies en mis pies.

No te lo he dicho,
pero desde que has vuelto
sonrío y te quiero
y respiro otra vez.

Mas, absorbidas las cenizas

Y han pasado días malos,
horas frías,
sueños ralos.
Se han roto
poco a poco
de estas escaleras
los peldaños.
Se han hecho
trizas los daños,
han ardido los campos.

Y han cubierto de espinas
el manto,
de cribas
tu ausencia
larga, inmunda y hueca.

Y ha dolido
tanto,
y ha dolido
tanto, el no tenerte
y el dejarte despierta
y el añorarte en la noche,
y el implorar ese día
que no amanece,
que no amanece.

Y ha quemado
tanto
tus labios
con otros labios,
mi cuerpo
con otros cuerpos,
que tú no rozabas.
Piel que tocaba
los campos incendiados,
los valles de lágrimas,
las carreteras llanas
de oscuras verdes almas.

Y el fuego fatuo
que bajaba
de fuerte, enfrente
de rápidas escorrentías
se apagaba
y otra vez ardía
en cada beso que no te daba,
en cada palabra que no escrbía,
en cada abrazo que te imploraba,
en cada lágrima que recogía.

Mas, absorbidas las cenizas
de este tiempo amargo,
temporal de nubes
y no claros,
tormentas de truenos y rayos
ya te veo,
y ya tú estás
de la mano de este encuentro
con aliento
firme, sin pasos de duda
denso
el crepitar
de este silencio
que envuelve ese mirar
que me ilumina,
ese mirar
que me define,
que me asimila,
y que me da
nombre:

el de tus andares,
el de tu ternura,
el de la espesura
de tu pelo que me alumbra.

Y ya nos vamos lejos.

lunes, 11 de julio de 2011

A

Tú ya no eres tú.
Tú ya eres otra
Que se posa
Lentamente
En su vaivén
Como piedras de ajedrez
Calculando el movimiento
Que habrás de hacer esta vez.

Ninguno,
Ninguno tal vez.

Tú ya no eres tú,
Y en tus ojos no encuentro
Lo que no busco,
Y en tus labios no anhelo
Lo que no espero,
Y entre nosotras no existe
Lo que poco a poco destruyendo fuiste.

Tú ya no eres tú
Pero te pareces
Tanto
Te pareces
A esa A que yo solía querer,
A la que quería prometer
El mundo
Que sostenía entre mis manos
Y un pasado borrado
Y un futuro temblando.
Te pareces tanto,
Te pareces
A esa A que me gustaba salvar,
Que necesitaba al dormir,
Que ansiaba cuidar,
A la que quería escribir.

Cuánto, cuánto
Te pareces a A,
A mi A,
A esa A que se rendía pronto
Pero volvía,
Que se asustaba, que me temía
Pero volvía,
Que me lloraba,
Que me añoraba,
Y que acudía
Siempre
A mis caricias.

Tú ya no eres tú
Pero tienes el mismo rostro que A
Esos ojos
Podría yo reconocerlos
Aunque esta calle que ya amanece
Antes llena, abarrotada de gente
De pronto se disolviese.
Y tienes los mismos labios,
Y el mismo gesto en sus comisuras,
Y la misma forma de andar,
Y de aterrarte,
De impresionarte
Y de morirte
Ante una situación insostenible.
Tienes la misma huida en las manos,
Y el mismo tacto,
Y el mismo olor que ya no huelo,
Y el mismo sabor que ya no aprecio.

Tú ya no eres tú,
Pero cuánto
Te pareces, cuánto
Te pareces a mi A.

Y no lo eres,
Ya no lo eres.
No te conozco,
Tú no me quieres.

Quizá

Peor que olvidarte fue
Encontrarte
Y comprobar
Que existes.
Pues antes
Al pensarte
Veía un vacío,
Un abismo
Donde estabas antes.

Pero ahora
Al mirarme
He visto
Dos ojos que no eran los tuyos
Igual que tu rostro.
Otra persona
Con tu cara
Que besa como tú
Quizá
Que escucha como tú
Quizá
Que siente como tú
Quizá
Que toca como tú
Quizá
Pero no eras tú,
No eras tú,
No eras tú.

¿Dónde estás?

La huida

Cielos decid, decidme, decid.
He corrido hacia atrás
Y he recordado el futuro
Y me he visto, decid, me he visto
Con dulces ojos, cuerpo triste
Pelo rubio, rojos diste
A morder los labios que quisiste.

Cielos decid, decidme, decid.
Cuánto más dolor
Cuántas más
Escenas
Que no se pueden soportar
Cuántos, cuántos más recuerdos
Puede almacenar
Un alma agotada, un cuerpo sin vida
Un rostro cansado, un aliento de trizas.

Si pudiese,
Si pudiese simplemente
Huir.

Oh, la huida
La huida, sí
La huida se torna
Como el eterno recorrido
Hacia delante en el camino
Sin saber ya
Quién eres en ti mismo.
La huida, yo quiero
Yo quiero la huida
Que deja sin aliento
Que vuela el mar y corta el viento
Yo quiero,
Yo quiero salir
De esta cabeza, de este cuerpo
De esta lengua, de este infierno.
Yo quiero llenar los ojos
De brillo de esperpento,
Y abastecer
Esa boca que ya es mía
De amanecer
De fuego y atardecer de lluvia
De dolor. Lo siento.

Cielos decid, decidme, decid.
Por qué vuela hoy el pájaro
Fuerte y lento
Hacia los confines del mundo, hacia el centro
Del firmamento claro eterno.
Por qué, por qué cielos, por qué
Sigue este sentimiento
Anclado entre los párpados
Que ya pesan, entre el silencio
Que enmudece, entre el sonido
Que ya entiende el sentido
Del que aprende, y el que debe
Su dolor, su sufrimiento
Para pagar
Otros, muchos otros
Sentimientos mayores
Que le crecen
En las entrañas
Y le muerden
Las palabras.

Si pudiese,
Si pudiese simplemente
Huir.

Oh, la huida, la huida
Muy lejos de este aspecto podrido
Y de este espíritu marchito.
Se atrofia el candente instante
Superfluo del encuentro
Corrompido por sus besos,
Y su tacto,
Y su mano en mi mano
Y mi mano en su brazo
Y su brazo en mi regazo.

Basta, silencio, silencio.

Cielos decid, decidme, decid.
Por qué se cae esa hoja
Del árbol que se posa
En sentido contrario al natural.
Por qué en verano
Aparece el frío
Tan de pronto, como abismo
Que se inserta, aquí,
Muy cerca de mí
Y me congela, y me destroza
Y en las heridas ¡crecen sal!
De las lágrimas que estos ojos
Ya lloran, ya derraman
Sin hallar nunca su final.

Si pudiese,
Si pudiese simplemente
Huir.

Tal vez sí.
Escapando de esta habitación
Que se posa entre mi cuerpo,
Que se colma de recuerdos
Que me ahogan, que me ensanchan
Un poco más el miedo
Y que me estrechan
Las paredes y el aire. Que se enreden
Entre mis dedos las llaves
Para salir de este escondite,
De este recoveco que jamás elegí,
Que nunca elegiste,
Y que me lleve el viento
Y el cielo, y el mar
Y la amapola, y la rosa, y la brisa
Y la estrella, y la calma, y la risa
Y el sonido, y el aumento del perfecto
Movimiento de vaivén
De un simple hermoso tren
Que me aleje,
Que me salve,
Que se lleve
Esos andares
De sus dedos
Por mí,
De sus labios
Por mí,
De sus manos,
Por mí.

Si pudiese,
Si pudiese simplemente
Huir.

De un pasado próximo

Todavía siento
Su mano
Sobre mí,
Y me quema
Y estoy tan
Tan
Tan paralizada
Que se me olvida respirar.
Todavía, todavía
Si cierro los ojos
Visualizo aquel momento,
Materializo el instante
Que no vi,
Recuerdo el segundo
Del que huí,
Y se hace mío
Y se torna presente
Y real
Y doloroso.
Muerte,
La muerte ha
De acogerme
Porque sino
Voy a
Lentamente
Morir.

miércoles, 6 de julio de 2011

Ella

Ella es la tarde en el mar
Cuando ya no hay gente,
Cuando las nubes aparecen
Para descansar,
Cuando la marea
Lentamente sube
Y las huellas de pisadas
Se borran, se van.

Ella es el amanecer en la montaña,
Cuando el rocío ya empaña
Ese aire de paz
Que alivia, y que calma,
Que permite respirar.

Ella es la noche en la ciudad
Con luces que brillan
Con propia vida
y con historias
Intrigantes que contar.

Ella es el suave pasear
De una hoja en su posar
El viento cuando sopla
Y resbala por el suelo
En un compás.

Ella es la mitad
De lo bueno de este mundo,
De la otra mitad
De un total de uno.

Ella es la cama
En las noches tempestad,
La silla que se tiende
Cuando ya no puedes más,
Las fuerzas que se ofrecen
Cuando el mundo va a estallar.

Ella es el umbral
Entre el cielo y el disfraz
De infierno que se agota
Tras el alba de cristal.

Ella es un beso
Con dos te quieros,
Junto a tres gestos.

Ella es
El sueño que tengo
Cuando me despierto.

Pero ahora está
Mucho más lejos.

Canción

-¿Por dónde fue?
-Por esa colina
-¿Y cómo iba?
-Con risa de niña
-¿Y qué decía?
-Que a veces hay que hacer
esfuerzos muy grandes,
agarrarse a la suerte
y mirarla distante,
sentirse en el aire
y morder un instante.
-¿Sola iba?
-Iba sola, y cantaba:
las rosas son rojas
y rojas las rotas
almas que sonrojan
los colores
de las rosas rojas rotas.

La vida como teatro

La vida como teatro. Como un gran y absurdo teatro. Como mentira. Sociedad del espectáculo. Inventamos las ficciones para no vivir una realidad pesada y vacía que nos ha de acompañar siempre, siempre, siempre, a lo largo de todos los días. ¡Para respirar! Pero hasta el aire en escenarios no es real, puro actuar, fingir constante. Nos habremos de ahogar en esta vida de muerte.

Recuerdo de almendros

He intentado explicar
de qué forma te echo de menos
sabiendo
que nadie más iba a entenderlo.

He intentado explicar
con palabras alzadas
hasta qué punto te quiero
pero ya sabes lo mal que me expreso.

Ojalá te lo hubiera dicho
cada vez que una almendra
caía en el suelo.

Haciendo nada

En el instante del momento en que me encuentro no me muevo. No puedo. Todo ha quedado suspendido en esa calma que me angustia. Todo detenido. Todo hielo, todo frío. Y los intentos de moverme, y los esfuerzos por permanecer en este instante están abocados a la destrucción, habrán de destrozarme a mí, y a ti, y a todo, y a todos. Mil veces. Sí.
Oh, la calma del momento, el aliento del silencio, enmudecidos sentimientos, acallado todo el ruido, y ya se acerca el movimiento condenado a hacerse quieto.
Cuando todo se para, se escucha el silencio, se mueren las palabras, y el viento habla. Habla y siempre dice la verdad. Una verdad capaz de anegar el mundo.
Hago nada constantemente y la nada me arrastra a su crepitar inerme, a su vacío ecuestre, a su camino a la intemperie. Al raso. Al raso he de vivir, vulnerable, así vive el poeta, así, así, viven los corazones que sienten, que han dejado de latir. Así tiene que sobrevivir quien ya no puede engañarse más a sí mismo. Ya solo queda hacer nada, y echarse fuego, y equilibrar la balanza, e intentar moverse.
Pero no puedo.

La tormenta

Tras la tormenta el mundo quedó en calma. El río crecido discurría con prisa y con fuerza, siguiendo el cauce a duras penas. Dos ojos volvían a otear aquel horizonte de aguas sucias de tragedia, de aquellas límpidas gotas de lluvia. No apareció. Todo se lo habría de llevar el tiempo. Todo se lo había llevado esa tormenta. Dos gotas saladas se unieron al temprano discurrir del riachuelo, y allí se hundieron.

Como si

Como si no
Se fundiera el tiempo
Con el espacio
Vamos hoy a olvidarnos
De que septiembre llegará
Abandonando el agosto
Verano que las dos planeamos.
Como si no
Hubiera en esta cabeza enfermedad
Como si no
La muerte del poeta fuera verdad
Vamos a dejar
Que el mundo se detenga
Y a besar
El final de esta ausencia,
Y admirar
El sabor de los momentos
Que llegarán,
Esos instantes
Que se quedan,
Que se quedan.

Vamos a tumbarnos
Entre esta arena
A hacer castillos
Con la espuma de mar
Como si no
Como si nunca
Como si no existiese despertar.

Imagen

Se oye el olor
Del perfil de tus labios
Justo antes
De romperse a pedazos.
Se escucha el sabor
De los momentos pesados
Y se palpa el color
De sentimientos amargos.
No puedo
Aunque quiero
Volver a tus ojos,
Admirar tus antojos
Y nadar por recovecos
De tus pies y tus cielos.

Se escucha el carmín
De tus labios marfil
Y empiezas a abrir
Tus brazos a mí.

Las sombras te cubren
Los restos de lumbre
Y te acercas con tenue
Amor que descubre
De tu mano el retumbe
Al llegar a mi cumbre.

Entonces ya estás
Tan cerca que toco
Tu cuerpo y tus labios,
Tu rostro y tu espacio.

Y ya estás
Tan cerca que quemas.
Y te necesito más,
Mucho más cerca.

Se escucha el carmín
De tus labios marfil…

En la distancia
Te imagino así.

Adiós, no

Y el adiós en esta historia
No tiene nunca,
No tiene lugar
No cabe
Porque no abarca
De la orilla a la montaña de mar.

Y el adiós en nuestra historia
No existe,
Ni tiene final
Ni empieza, ni acaba
Ni va entre las dos a estallar.
Que si tú lo dices
Que si yo lo escribo
Se romperán
De pronto los hilos
De mi corazón
En tus dedos finos.

El adiós en esta historia
No entiende, ni quiere
Ni se ha de pronunciar.
Pues he aquí la verdad
De quererte siempre
Aunque nades por otras tierras
Y andes por otro mar.

No puedo

No puedo evitar
Sentir
Que estoy perdiendo
Algo irrepetible,
Imprescindible,
Algo vital,
De forma inamovible.
Y quema,
Y escuece,
Y duele.
No puedo evitar quererte.

No puedo fingir
En pensar olvidar
Lo que no se es capaz.
Y en el silencio
De las noches frías,
En el insomnio
De las almas dormidas,
Gritaré
Tantas veces como esfuerzos
Por elevar voz a sentimientos,
Por dibujar
Entre mi soledad tus gestos,
Para invocar el tiempo
Nuestro, nuestro tiempo,
Atento
Al discurrir
De la vida el movimiento.
Te pierdo
Una
Y otra
Y otra vez.
Te pierdo
Aunque te quiero,
Y no puedo evitar
Saber
Que pensaré en nosotras
Junto a cada amanecer.

Te quiero

Te quiero
Y por eso
El aire vuelve a andar
Pronto
A su caudal
Siempre que lo pides.
Las hojas del otoño
Se caerán
Cuando te vayas
Si no ríes.
El cielo
Cubrirá
Tu ausencia
Cuando te marches
Y entonces yo
Te querré más.

Te quiero
Y en ello
Se resume el sentimiento
De este encuentro,
Y el motivo
De esta marcha
Y el nocivo
Desengaño
De la mancha
de tu ausencia.

Te quiero
Siempre
Cuando despiertas,
Y cuando vuelves,
Y cuando lloras,
Y cuando entiendes
Que te quiero
Aunque me vaya
Entre matices.
Tristes,
Tristes quedarán
Los días, y las horas
Las mañanas, amapolas
Entre jardines de jazmines
Entre negras simples rosas.
Tristes,
Tristes quedarán
Sin ti las vidas
Que habré de vivir a trizas.

Te quiero
Y es esto
La razón por la que puedo
Besarte con miradas,
Abrazarte en la distancia,
Fundirme en esperanzas,
Colmarme de palabras
Que no dirás
Despertarte en las mañanas
Que no estarás.

Te quiero
Y te quiero
Y si lo repito
Y te lo digo,
Y si lo escribo
Y te lo explico,
Nunca, nunca deja
de tener sentido.

Porque te quiero
Siempre
Aunque me he ido.

domingo, 3 de julio de 2011

Y al llegar a casa

Y al llegar a casa
el aliento se entrecortaba,
las piernas ya agotadas,
apenas podían enfrentarse
a los pasos que no daban.
La lluvia se escuchaba
tamborilear en los cristales,
y entraban dentro,
estallando contra el suelo,
después de deslizarse
por mi ropa y por mi pelo.

Y al llegar a casa ya no estabas.
Dentro silencio,
Fuera un trueno.

sábado, 2 de julio de 2011

La muerte del poeta

El aliento se me retuerce
en esta habitación de muerte.

Me duele
algo
aquí
que no sé
escribir.

El miedo se apodera
de mi piel ante tu ausencia

y espero
lento
el crepitar
del tiempo
a que amanezca.

El sufrimiento me muerde
la oreja, las vísceras
y algo mayor:
el corazón
que no me deja,
que no me deja.

Cuánto pueden
llorar los ojos
si las lágrimas
no caben.

Cuánto pueden
sentir los rojos
labios que ya besan
los de otras mujeres.

Cuánto pueden
aguantar los cuerpos
el peso
de lo irrecuperable.

Cuánto pueden
las conciencias
cargar la culpa
de lo inexcusable.

Cuánto pueden
sufrir mis párpados
antes de que se cierren.

Quiero dormir
y quiero
vivir durmiendo
sin morir sintiendo.
Quiero acabar con esto.

Y en el llanto
desgarrador
de esta noche
se resquebraja
el amor
y otros pecados capitales
y otros órganos mayores
como el hígado, las manos, las virtudes.

Y en el llanto
desgarrador
se tortura
el pulso de los dedos
intentando sostener tu corazón
sin éxito.

Se ha caído al suelo
y yo pido mil veces perdón,
amor,
perdón.

Te he dejado caer
como las hojas de los árboles
en otoño.
Como las frutas de los bosques
cuando crecen.
Como aviones
cuando estallan,
y jarrones
en volandas.

Te he dejado caer
como el ánimo que se arrastra,
como el niño que se enreda
entre sus propios pies.
Como el ave que se agota,
como el vagón
en las vías de tren.

Como el valor
al borde del abismo.
Como el escalador
ante el precipicio.

Como la lluvia
de las nubes
te he dejado caer

y la culpa
me asalta
y afirma
que

la muerte del poeta
es inminente
en esta noche negra.

Tengo sangre

Tengo sangre en las pestañas,
ya no,
ya no sé llorar con lágrimas.

Tengo sangre en las entrañas
que me escuecen
y me arden.

Me queman los días,
su silencio,
las vidas,
su sinsentido,
el hastío,
el vacío
de este mundo
que es el mío.

Tengo sangre en las pestañas,
en los ojos gangrenadas
el aspecto fúnebre
y denso
tenso, incierto
rojo sangre.

Tengo sangre en la lengua
y no entiendo
ya
nada.

Porque todo cambia.

Antes

Antes el mundo
estaba lleno de tus besos,
las horas pasaban
y a ésas siempre
les seguían otras.

Antes invertíamos
tiempo en contar fantasmas,
en soñar que volaban,
en trazar nuestros planes
y en construir nuestra casa.

Antes el mundo
estaba hecho sólo para ti
y para mí,
y los domingos
para estar en la cama.

No importaba a dónde,
San Sebastián o Salamanca,
pero nos iríamos de aquí.

Antes nos asegurábamos
que íbamos a salvarnos,
a dejar muy atrás el pasado.
A prometer miradas,
a cumplir promesas,
a suplir distancias,
a engrandecer el alma.

Antes todo tendía a infinito
y era un constante
pase lo que pase.

Y ahora.

He encontrado tu pañuelo

He encontrado
el pañuelo
en los bolsillos
de mi pantalón rojo
que me diste
para secar
las lágrimas
que me viste
desprender
en un momento de debilidad.
Lágrimas
que cortaron
mi cara
y fueron a parar
al pañuelo
de tu hombro,
al consuelo
de tus labios.

Eran lágrimas
injustamente derramadas
que brotaban
del pasado,
interrumpiendo
nuestro momento
y nuestro hallazgo.

He encontrado
tu pañuelo
en mis pantalones rojos
y ahora voy
con ellos puestos
a besar otros labios.

Amar y enamorarse

Amar y enamorarse
Son dos
Palabras
Son dos
Sentimientos
Son dos
Hazañas
Que quedan muy lejos de mí.

Amar y enamorarse
Conocerse y reinventarse
Latir, sentir, besarse
Darlo todo por ti
Llevarlo todo a su fin
Creer que el tiempo envejece
Y los corazones crecen
Pensar que la vida se hace
A merced, a medida
De los que se hacen a sí.

Amar y enamorarse
Sentir que el corazón
Se hace tan grande
Que no cabe, que no cabe
Y en la boca las palabras
Que nunca se dirían
Y a escondidas esos gestos
Que no quieren que se escriban.

Amar y enamorarse,
Apostar por algo que enmudece
Acallar las horas que no pasan,
Alabar el silencio de miradas,
Contemplar en sombra madrugadas
Y las siluetas de la cama
Y los olores que desprende
Un alma enamorada.

Amar y enamorarse,
Escribirse cartas
Cantarle a las mañanas
Para que no lleguen
Para que no valgan.
Pensar en no pensar
Amar solo el amar
Querer el amor
Que el amante ofrece
Y sentir el dolor
Si el amor no vence.
Se desvanece
El color
Y el corazón
De los amantes
Que no entienden
Que el amor
No permanece.

Amar y enamorarse
Son dos
Palabras
Son dos
Sentimientos
Son dos
Hazañas
Que quedan muy lejos de mí.

Porque cuando me enamoro
Lo hago para siempre.

Amar el daño

Amo el desamor
Como engaño el desengaño.
La vida
Se moja
Bajo esta alfombra roja
De pétalos que pinchan
De espinas, suaves liras,
Lirios blancos
Sonidos
De violines
Que son gatos.

Amo el desamor
Como engaño el desengaño.
Y el dolor
Se torna
A trazos
Largos
Como auténtico perdedor
Porque el amor
Es desamor
Y el engaño
Es desengaño.
Y el violento
Puro viento
Que se aloja
Entre la bruma
Que se azota
En esta pluma
De pincel
Rompe siempre
Los recuerdos
De los besos
Que me diste ayer.

Amo el desamor
Como engaño el desengaño
Poeta viejo
Y cansado
Que escribe
En el papel.

No hay otra forma
De amar,
No hay otra
Más
Que amar
Lo que vendrá
Lo que queda
Lo que se irá,
Sin ningún remordimiento
Sin tan solo
Un sentimiento.

Y no hay otro
Modo
No hay
Otro
Que engañar
El desengaño,
Que engañar
El daño
Que se hace
Al besar
Otros
Y no tus labios.

Amo el desamor
Como engaño el desengaño
Porque aunque atraigo el dolor
Nada puede hacerme daño.

viernes, 1 de julio de 2011

Como poeta que soy

Como poeta que soy
Siento en extremos
Vivo en el suelo
Y no uso la razón.

Como poeta que soy
Veo mirando
Y observo cantando
A mi oído las palabras
Que recito y guardo
En alma, cabeza y corazón.

Como poeta que soy
Sufro,
Sufro más de lo que duele
Porque acentúo
Siempre tarde
Los sentimientos
Que me asalten.

Como poeta que soy
Traduzco en palabras
Lo inexplicable.

Y me voy
Pisando aquí el aire
Respirando tus andares
Deslizando sueños
En las noches estelares
Proyecciones de otras vidas
Que tan solo son ficticias,
Anhelando solo planes
Descritos en pesares,
Recordando tus mirares
Extrañando tus estares
Memorizando tus detalles.

Y así de tu vida me voy,
Para encerrarme en mí misma,
Como poeta que soy.

Recuerdos, fantasmas, presente

Dónde queda la ilusión
Y el saber decir que no.
Los recuerdos que se escapan
Los momentos que se rompen
Todo roto
Siempre roto
Algo acaba y se oscurece
Poco a poco
Más el alma.
Lentamente
Aparecen
Los recuerdos
Enterrados
Sufrimientos
Del pasado
Y los fantasmas
Que he asustado
Vuelven
Siempre
Siempre
Vuelven
Cuando lo reciente
Cae y rompe.
Los fragmentos en el suelo
De las vidas vividas
Todas a un tiempo
Se arremolinan
Caprichosos
A buscar otros lugares
A humillar entre pesares
Y afirmar siempre triunfantes
Que nunca,
Nunca y nunca
Se superan
Las emociones.