domingo, 17 de julio de 2011

Mas, absorbidas las cenizas

Y han pasado días malos,
horas frías,
sueños ralos.
Se han roto
poco a poco
de estas escaleras
los peldaños.
Se han hecho
trizas los daños,
han ardido los campos.

Y han cubierto de espinas
el manto,
de cribas
tu ausencia
larga, inmunda y hueca.

Y ha dolido
tanto,
y ha dolido
tanto, el no tenerte
y el dejarte despierta
y el añorarte en la noche,
y el implorar ese día
que no amanece,
que no amanece.

Y ha quemado
tanto
tus labios
con otros labios,
mi cuerpo
con otros cuerpos,
que tú no rozabas.
Piel que tocaba
los campos incendiados,
los valles de lágrimas,
las carreteras llanas
de oscuras verdes almas.

Y el fuego fatuo
que bajaba
de fuerte, enfrente
de rápidas escorrentías
se apagaba
y otra vez ardía
en cada beso que no te daba,
en cada palabra que no escrbía,
en cada abrazo que te imploraba,
en cada lágrima que recogía.

Mas, absorbidas las cenizas
de este tiempo amargo,
temporal de nubes
y no claros,
tormentas de truenos y rayos
ya te veo,
y ya tú estás
de la mano de este encuentro
con aliento
firme, sin pasos de duda
denso
el crepitar
de este silencio
que envuelve ese mirar
que me ilumina,
ese mirar
que me define,
que me asimila,
y que me da
nombre:

el de tus andares,
el de tu ternura,
el de la espesura
de tu pelo que me alumbra.

Y ya nos vamos lejos.

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