sábado, 31 de diciembre de 2011

Insufrible incoherencia atemporal

La tradición lo dicta:
fijar la mirada en lo que no existe para no volverla a las espaldas.

La tradición también obliga
a escupir a dos hombres si se aman.

Advertir lo que nadie

El devastador momento de otro espectáculo férreo.
Las horas se agotan con demasiado ruido.
Las sonrisas se ensayan previamente en los espejos,
donde se encierran deseos que nunca se cumpliarán.

El devastador momento de olvidar lo nunca recordado.
Hay una costumbre heróica de envalentonarse antes del fin
cubriendo con promesas lo que jamás se mirará de frente.

Hoy la noche sabe a falso.
Con lo que yo amo la noche.

Los gritos impiden admitir que un vacío se extiende a cada minuto perdido.

Deseo

"Y me dijo desde la ventanilla: se feliz, queriendo decir: siéntete contento mil veces y una más"
Samuel Beckett

Deshago el "feliz año"
Que tengáis un año de euforia dentro de la infelicidad.

Safari

Ya queda poco para otra muerte
de otro año que será recordado solo a medias.

Ha sido un tiempo de asesinos
de emociones y lenguaje.
Han sido días de cuerpos sin nombre.

De horas animales.

De viajes hasta los abismos,
de expediciones a ecosistemas inexplicables.

Ha sido año de Safari,
de caza de Jirafas,

temporada baja de Leones.

Admitir la derrota

De tu carrera por el mundo vas surgiendo
como si al día siguiente llegase otro año.

No te engañes, el sol mañana se posa
como cada mañana sobre tu herida incurable.

Del 2011

He muerto muchas veces a lo largo de un año, y las calles se han levantado. A veces, y luego nada. Hace frío y calor al mismo tiempo. A veces, y luego siempre. He muerto tantas veces a lo largo de este año. Podría fingir pero soy un muerto que vive al compás de las flores rojas que se van destiñendo en este patio de lirios. Me he pulverizado los ojos por ver si pasaba algo. Este año se muere como he muerto yo mil veces. Pero no importa. El tiempo sigue una linealidad un tanto vaga. La memoria recordará lo que quiera recordar. La imaginación rellenará aquel hueco. Y todo está tan mojado que las gotas dejan de tener sentido. Como el agua sobre el agua te vas disgregando entre mi maleza. Los que se han ido. Los que se van. Los que se están yendo pero nunca se van del todo. Porque no saben. Los que solo se marchan. Los que vuelven tantas veces que su despedida se prolonga hasta el infinito.
Nada. No creo que nadie sepa lo que es morir a plena luz del día. Todavía las palabras se adormecen un momento en tu garganta. Los párpados se van abriendo, y están llorando sin necesidad de entornarlos. No sé qué me hace llorar así. Cada semblante inefable provoca el sucio dolor de las cosas recién hechas, de los sinsentidos inevitables.
De las profundidades de lo más trascendental voy surgiendo a duras penas. Ahora me toca no morir nunca más. La mayor condena. Me enredo en el lenguaje sin saber lo que es realidad, y falsedad, y verdad y mentira. Nada, sinsentido absoluto se tiñe de ti.
Otro año que pasa como un hálito, pero entonces, al dar el salto, es ese año una y otra vez, eternamente repetido, volvemos al principio, regresamos al origen y no queda más que repetir y repetir y repetir y repetir y cambiar el ser por el y, por el YR.
Queda poco. Las calles se han levantado durante un mes este año, y ahora están de nuevo adormecidas, bajo un imperio más duro, igual de velado. Queda poco. Tal vez nada. Los que callaron seguirán callando y los asesinos continuarán sueltos. No hace falta tomar un arma. Las palabras matan. Todos somos asesinos de alguien.
Cuántas cabezas pensantes surgen de repente el último día del año. Como una amnistía, como un perdón abnegado ante las últimas horas que van a morir a otro año. La conciencia limpia. ¿Qué conciencia? ¿Para qué tanta vida?
Podría seguir perdiéndome en el interminable imperio del lenguaje. Pero nadie lo entiende.
He muerto muchas veces a lo largo de un año. Lo que hay dentro está oscuro, pero a veces hay un brillo que me salva. Sobrevivo de salvaciones espontáneas. Y eso basta.

jueves, 29 de diciembre de 2011

VI

Mis ojos se van tiñendo de un velo de dolor.
No mires a la ausente.

Yo consumo rostros con la mirada.

Sinceridad que brota de mañana

He sido la imposible respuesta
de una pregunta circular sin descanso.
Ahora la voz se acabará durmiendo.

Sería feliz aquí y ahora
si el silencio me acogiese para ver morir la luz de la mañana helada.

A todo lo que aspiro,
y todo lo que ansío.

Seguir sufriendo para perderme en el poema.

De otra aporía

"La muerte está lejana. No me mira.
¡Tanta vida Señor!
¿Para qué tanta vida?"

Alejandra Pizarnik

Algo paraliza el transcurso de las cosas
y llega el penoso momento de mirar en tu espejo.
Lo que has hecho y no debes golpea fuerte
hasta romperlo, y pronto el deber carece de sentido.

La coherencia de ti misma queda lejos,
ya es imposible trazar una línea ni encajar los hilos.

Los días van saltando en el recuerdo
y la imaginación rellena los huecos de mentiras

pero eso no llena

tu espejo no va a ser útil
mejor tomar un cristal
y teñirlo de sangre

pero entonces sí existe el siempre.

El reto está
en seguir viviendo
aunque no quede nada por lo que hacerlo.

Compensación

Igual que el sentimiento de certeza de haber cambiado algo para siempre
me ahoga la sensación inmutable de evidencia de que nunca existe el siempre.

Imposible extracción

El caos se precipita hacia mi centro
ya sin armonía.
Ahora tiene dientes que me van mordiendo.

Hay algo aquí, está intranquilo
pero no quiere salir.

Me devora mi caos dentro de mí misma.
No hay tiempo para nadie.

Sentimiento fugaz de unas fuerzas agotadas

El peso del final se amontona entre mi pelo
como una evidencia demasiado forzada.

En las noches muertas sin poemas,
cuando me pierdo entre el lenguaje
y no importa nada, porque nunca ha importado
deseo que con el final de este año no venga el siguiente
no venga el que viene.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

V

Perder el control de las cosas ordenadas
como un grito en la noche.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Amontonada sequía

Ante el agotamiento de este tiempo,
hemos estirado al límite sus recovecos,
no hay nada ya más para extender sobre nosotros mismos.

Mírate en mi espejo,
tu reflejo no es válido.

Ya lo advertían las voces:

como quien oye llover.

VI

Calmar las heridas de un invierno demasiado espeso.

Respirar mil veces
sin vivir ni un solo día.

De otros días sin ti

Está todo lleno y nada me basta.
Tu mirada redentora me colapsa desde la estantería.
Tu fotografía lo gobierna todo,
y lo inunda
haciendo patente tu ausencia,
mi soledad calmosa,
mi amada soledad de muerte.

Está todo lleno pero nada me calma.

Y al llegar, un sonido
y luego frío.

De la historia de otra España

He vivido días criminales.

Conduzco de noche entre luces apagadas.
De todos los cementerios
gritan las tapias
de este país agotado por la historia.

Cuánta sangre dejo a la derecha.

He vivido días animales
entre muros con agujeros
entre casquillos de balas

y hace tanta soledad que las ideas se fusilan.

viernes, 23 de diciembre de 2011

V

Quiero besarte lentamente mientras fluye la historia que nunca me has contado.

Si me deslizo entre tu cuerpo
sabes que es por encontrarme.

IV

Ya va muriendo este año.
Se ha colado el frío por la espalda.

Siempre he odiado las generalidades.

Este año es hoy y hoy es un día cerrado de lirios.

De un pasado que viene

Te vas acercando en la distancia
y a mí me tiemblan los pies.

Te espero sin esperar.

Es como volver a casa.

jueves, 22 de diciembre de 2011

III

Voy a volver a nadar en tus ojos
sin tener que explicar por qué no me ahogo
y por qué no floto.

Otoño cerrado

Se desliza la última hoja
y me crujen tus labios en los dedos.

Se cierra el otoño, como tus besos,
poco a poco

como la noche que acaba antes de tiempo

mientras, se abre un abismo.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Descubrimiento

Creía que ya

pero aún no
aún podías más:

hoy has llegado por fin al extremo de lo absurdo.

II

Te quejas de tu estancamiento.

Pero yo le echo comida a los patos.

La realidad que no ves

Piensas que todo es de otra manera
y que la acción hace.

Eres de quien conserva aún la inocencia ingenua.

Tu actitud ante la vida espera una alta gama de revelaciones.

No entiendes que todo está arrasado
y no puedes extraer nada.

Reencarnaciones

No habré de desdecirme ni cuando trato de oírme.

Me he rodeado del dolor.

Ahora te busco sin luz porque no quiero encontrarte.

Recoge el sufrimiento en un espacio pequeño:
así serás yo.

I

Amo muchas cosas:

la palabra, la noche, el poema.

Proceso cognoscitivo de un grave error

Me has hecho niña.
Una niña pequeña que se agarra a las cosas imperecederas.
Una niña tonta que no escribe y que no piensa.

Me has hecho niña

y una felicidad estúpida nos ha atrapado demasiado tiempo.

Ahora quiero crecer y no puedes seguirme

la infancia que has sido de mí queda ya muy lejos.

No voy a detener más mi camino para contemplar jirafas.

Alguna espontánea

Ahora ya no tengo nombre ni cara.
Mis perfiles se van desdibujando hasta hacerme una masa pastosa.

No soy ni tan solo ya un cuerpo,
solo una pequeña parada voluptuosa.

Nos quedamos contemplando el sexo dormido

tras la barrera de sudor y aliento.

No diré más de lo que no se puede.

Cuando por fin te entiendo

La noche se va abriendo
en círculos concéntricos que lo contienen todo

ahora tu mirada aparece
como un recuerdo pobre y desenfocado

perdido ya el valor de todo lo que me llamaba.

Qué poco eras para mí y para todo lo que soy.

Quisiera pensar que me estoy bebiendo para no verte.
Me gusta embriagarme del sabor que no quisiste probar

ni llegaste a conocer.

Acerca de momentos poco gruesos

Como el final que siempre llega

estás en lo profundo de las cosas
y emerges a la superficie

luego vuelves a irte
perteneces a un pasado no cerrado todavía
que no llega a cerrarse nunca

de todo lo mío que es tuyo vas surgiendo en mi maleza
y acechas nuevos giros en los que encontrarme

deshecha.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Contemplación de un encuentro

Me han llevado mis pasos hasta esa puerta nunca abierta, pero ahora retroceden. Es fácil huir cuando te pesan los pies. Quiero irme pero quiero quedarme. Me alejo solo un poco. Me escondo tras un cristal. Me pierdo entre el lenguaje no dicho por mí, no escuchado por nadie. Me miran las paredes. Soy culpable y lo sabe todo el mundo y todo el mundo lo sabe. Pero ya he gastado mucho tiempo y ahora todo vale. Espero en mi escondite transparente y deslizo suavemente mi mirada por perfiles que avanzan y se pierden como un río. Yo podría haber sido agua. Los dientes me muerden el estómago y los atiendo y los entiendo, porque hace días que solo me mueven las entrañas y aquí y ahora mi poema está en lo cierto aunque no tenga destino. Se acercan tus pasos y tu pequeño trazo se hace sombra, y tu sombra figura, y tu figura forma, y tu forma detalles. Y apareces. Estás como siempre y como nunca has estado. Una sonrisa te recorre y el aviso se extingue en silencio.

Incomprensibilidad de mi caos

Hay como una tela gruesa
separando los sentimientos

el daño antiguo

los rostros anteriores
vienen a mí difuminados

como las mentiras

Y un nudo en el espejo me aprieta el estómago

sábado, 17 de diciembre de 2011

A mi encuentro

Un cristal tintado de pasado.

Y a lo lejos
Tus inconfundibles pasos.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Provocas algo en mí
difícil de explicar.

Como la noche que se cierra antes de tiempo.

jueves, 15 de diciembre de 2011

A un antiguo invisible

"Más allá de cualquier zona prohibida
hay un espejo para nuestra triste transparencia"
Alejandra Pizarnik


I
Quería cubrir la soledad que me ahogaba.

II
Como una respuesta no satisfactoria, fuiste

III
Yo dejé de ser. Entonces el mundo se volvió otoño. Y hacía muchas hojas.

IV
Las palabras de alimento empezaron a retorcerse sobre sí mismas. Y ya no había un quién ni un hasta donde. El fin huía junto a la luz de la mañana en un ocaso eternamente detenido.

V
Una luz naranja te alumbraba la cara. Pero a mi no me iluminaba ya nada. No sabría por qué explicar por qué seguir luchando.

VI
Decidí levantarme de mi cadáver y no hacer justicia de mi rostro. Entonces el silencio lo ocupaba todo. Tus ojos se iban dando la vuelta.

VII
Arrojar el lenguaje de lo que escribo hacia el descrédito y luego lanzarme a mí contra el cuchillo. La flor se fue abriendo y no tenía corazón.

VIII
Tampoco la lengua estaba húmeda. Los pies iban pisando alfombras de lo que no se puede. Arrancaste el tapiz de la pared justo a tiempo para cubrirte las heridas saladas.

IX
No te encontrabas del todo pero no querías encontrarte. El amor hacia el extravío te llevó lejos. Luego se deshacía el camino. Tu inmensidad me traga.

X
Estamos en ese silencio que tejen las palabras no dirigidas a nadie.

XI
El hueco no admira el vacío de ti, tu sombra. No lo entiendes todavía.

XII
Hay sombras de sombras alargadas y me hablan.

XIII
Después de devorarme a mí misma me estoy escupiendo. Entonces hablo con la boca vacía.

XIV
Cubriste una soledad que ya amo, y de leerme en el poema no habré de decir lo que ya digo si habré de decirlo.

XV
Intentar describir no pudiendo hacerlo el voluptuoso trazo de una soledad demasiado atractiva para ser ignorada. Un nuevo muro en blanco me acoge como tregua.

Sobre el principio de la revolución

El último león ha muerto.

Que los cuerpos se encuentren sin nombres.

Se trata de no volver a hacer el amor.

El final de todo amor

I
Un sonido sordo me ha inundado,

ya no hay tiempo.

Ahora el silencio del reino animal.
Silencio respeto.

II
Las jirafas salen
se contonean
salen a acariciarse con el sol

medias sonrisas
y vueltas.

III
El último León ha muerto.

Pequeño trazado de personalidades

Hay alguien en mi cama
mordiéndome.

Saldrá poco a poco la mañana.

No sé ya como es la luz.
Antes era blanca y pastosa

densa

densidad inescrutable

así eres.

Territorializando

Yo querría tocar el mundo
de vez en cuando.

Es blando.

Frío al tacto

pero es comestible.

Yo querría atracar el mundo,
robarlo

y hacer que cruja entre la yema de los dedos
y que se deslice su sabiduría por mis manos.

Mi debilidad

Me he extasiado al ver una flor abrirse
y entonces algo se ha colado en mí.

Es la ilusión por las cosas con final.

Me ha fascinado una calle abarrotada de frío
y ahora lato demasiado rápido.

Tengo una emoción

debilidades

por las cosas que nadie ve.

Con mis palabras

Devorarse en las palabras que no tienen edad.

Los libros me han ido robando el sueño.

Amo tantas cosas...

Amo tantas cosas,
no personas.

Amo esta soledad.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

No se puede bloquear siempre

Ahora, en la última hora
del día del ego,
mi orgullo se quema y mi yo se desplaza.

Aparece ella.

Tiene un rostro distinto
y su mirada me hiela.
La ternura y la bondad intactas

pero no para mí.

Ahora, ante el último suspiro del engaño
la verdad se desvela
y empiezan las lágrimas.

Incapacidad vital

Hacer daño a alguien
hasta agotarle el aliento.

No se puede vivir con algo así.

Comienzos

Empieza a colarse entre mí
lo que aquellos que tienen moral
llaman remordimiento.

Yo siempre lo había descrito
como un peso del pecho.

Lo que son las palabras y los sentimientos...

Mi vida sobre tu deseo

Comprendo que los ojos siempre dicen cosas distintas,
y que las palabras son una pequeña franja del sentimiento.

Entiendo que el lenguaje está hecho para ser deshecho en un beso.
Y sé que el sentimiento que he albergado por ti es verdadero.

Pero no me mates...
no me pidas cosas imposibles y me mates...

No me pidas que sea coherente.

La linealidad para mí es una cárcel.

Amo las contradicciones.

Posibilitación de lo absurdo.

Tu ausencia empieza a sonar un poco hueca,
como los pasos en la arena.

No comprendes que amar es odiarlo todo.

Cuando el sentimiento poderoso va inundando tus pies
pides por que nunca llegue a tus manos.

Tu ausencia empieza a sonar de forma silenciosa,
y un poco absurda a ratos,
y muy inocua.

No sé ya cómo explicártelo:
amar es devastarlo todo.

De un estado post-moral

La lealtad es cara - dije -
uno ha de ganarla.
Y cuando la ha ganado - dije -
uno ha de mantenerla.
Y si la descuidas - dije -
la lealtad no vale nada.

Y entonces, Dostoievski,
todo está permitido.

Realidad del mundo real

Y ahora me arrojas en el aire
una palabra absurda,
un reproche vacuo que me va agotando.

No me conoces porque no te conoces
porque no me conozco
porque es imposible conocer a nadie.

No hay conciencia, ni moral,
ni bueno, ni malo
solo hay

lo que quieres hacer
cuando lo quieres hacer

y las respuestas,
y las consecuencias
pasarán a tu lado
sin apenas rozarte.

Desconocimiento de lo nunca conocido

Los extremos se van tocando
y ahora estás lejos.

En el centro de las cosas
donde todo se encuentra
te relees para volver a inventarte.

Yo no soy todavía porque ya he sido

me han inventado y me he destruido y me he construido

pero la edificación no es fija

y ahora sientes que no me conoces,
y ahora dices que no soy nadie.

Pero yo no te he leído en tu escritura,
yo no sé si tú eres alguien.

Exposición en el norte

Cuadro de Dalí

La inmensidad está demasiado lejos.
Se cruzan los caminos del origen y el principio.
Acabar es volver.

Volver es destruirse a sí mismo.

Fragmentos al Uno con el Otro.

A Fernando Paz


I
Una mente brillante es una forma de revolución,

como una amistad que crece.

II
Lo bueno y lo malo se diluyen
y desvelan la palabra valorada sin valores.

III
Se precipitan las conversaciones
donde el lenguaje ni dice ni hace.

IV
La revolución se va gestando entre los brazos de un abrazo amigo,
como un lugar seguro al que acudir,
como un alivio.

Disolución solvente

Te vas no hay más y vuelves y hay.

Todo un recorrido infinito
de tus paseos por la vida
demasiado ruidosos.

Vueltas y vueltas bajo los mismos ojos.

Lloro sin motivo
y sin mojarme la cara.

Las lágrimas las tienes tú.

A mí me han quedado palabras.

Destruccionismo

Creo que es una obviedad:
Me molesta tu existencia.

Quisiera que te volvieses aire
para no reflejarte en el espejo.

He amado mucho,
pero ahora mis fuerzas están en otras cosas.

Se concentran en devastarlo todo.

Del jardín de Epicuro

A mis filósofos

Todo reunido en un espacio muy pequeño
pequeño pero abierto y libre.
Todo reunido en la ilusión de un conjunto.

Siempre queremos volver a ser los de antes.

Bailar en la calle de un pueblo desierto.

Grabado de un rostro todavía incompleto

A Bélen Sieso


El caudal del río va bajando
Y subiendo y bajando
Como tus piernas cuando andas.
Y te deslizas por la vida y las palabras
Como su eterna descubridora por siempre,
Como la única.

De extraer el centro de las cosas,
De absorber los detalles de los hechos
Y ese típico humor en el lenguaje
Que me salva de mis retrocesos.

A leer mis palabras con ávidos ojos
Que se posan entre ellas,
No sobre ellas,
Para querer captarlo

todo.

Caracterización de tres personas y yo

Lo más de ti es tu ternura.
Lo más de sí es su fortaleza.
Lo más de él, su calmosa lealtad.

Pero lo más de mí
no tiene adjetivo.
No soy un sujeto que hace
un hecho sometido a juicio.
Yo soy el propio lenguaje
y el objetivo no importa.

el discurrir de la escritura es mi mismo objetivo.

El camino se disuelve en agua

Tus voces me molestan,
porque tienes muchas.
tantas voces como caras
y son estridentes.

Tomar el valor del centro de las cosas
para confesar que un barco me navega en la cabeza.

Quiere que me pierda.

Mi amada locura, otra vez

Hay que volver a la locura,
la locura necesaria de las noches despiertas,
de los gritos sin sentido
y del perder la cabeza.

Hay que volver a la locura,
a esa locura que explica el mundo,
y que lo mueve.

Hay que volverse otra vez loco
y borrar lo que nos ha impedido serlo.

El pasado y el presente se cambian papeles

Te vas tiñendo en sombras,
en esas sombras de mi cabeza
que antes cubrían a ella.
Te vas arropando en olvido,
en vacío, y en el no.

Y quien estaba en lo oscuro desvela su rostro,
pero no del todo.

Despertar

He estado mucho tiempo dormida.
Mi cuerpo continuaba
andando, respirando
pero mi mente no.

He estado mucho tiempo dormida.
A tu lado era sopor
era como no estar viva.
El cuerpo no.

El cuerpo era feliz y seguro
que también la sonrisa.

Pero mi mente ha estado parada
y ahora

escribe.

He despertado de este sueño,
de este letargo que eran tus besos,
de la somnolencia de tu amor.
Y ahora, en completa vigilia,
reconozco quién soy
y por qué lo soy.

No volveremos a vernos mientras siga siendo yo.

Historia de tus esfuerzos por eliminarme

I
Has querido borrarme
de tu pasado y de tu vida.
Has tomado una goma
deslizada por el papel escrito
que es lo único que soy.

II
Has querido borrarme
y ahora no encuentro mi nariz
ni mi boca ni mi sangre.

Ni encuentro en mí lo que había de ti.

III
De tanto borrarme te has borrado de mí.

De robar aliento

Jugar con los cuerpos
como si fuesen dos manos chocando,
como hacer rebotar las piedras
y el agua disolviéndose en el agua,
y las ondas escapándo de la piedra.

Jugar con los cuerpos
como si no tuviesen alma

ni memoria, ni nombre.

Solo entrar y salir
sin dejar huella.

De un estado pre-moral

El que quieras alejarte
es positivo.
La mujer de noche empieza por tomar
un velo oscuro tapando los ojos,
y ya no hay moral,
ni ley, ni mandato.

Solo existo yo
bajo este cielo estrellado.

Ansiado círculo perfecto

Ahora vuelve la duda
de los actos.

¿A esto lo llaman conciencia?

Una palabra fugaz,
una sola sílaba rala
atraviesa esta soledad que soy yo:
NO.

La duda de los actos va ligada
a la imposibilidad del retroceso.

Buscadme un camino que lleve al principio.

Lo que las cosas eran y ya no son

He de vivir de representaciones.
La imagen y el lenguaje
se van separando.
Y solo queda el simulacro.

Ahora vienes,
pero no vienes del todo.
Te quedas allí,
entre la duda y el último paso.
Ahora vienes,
pero viene tu sombra,
tan solo un trazado
de lo que tú eres
que ya no eres.

Porque a ti no te conozco.

Y entonces ansío lo que ignoro.

He de vivir de representaciones.

Ávido saber de lo que viene

Ahora hay un reto cerca
que solo aceptan los cobardes.
Lo realmente valiente sería dejarlo,
sería estarlo,
correr, huir, ignorarlo.

Pero nunca he sido demasiado fuerte.

Mañana entera con una amiga

Has salido por la puerta
Y algo es claro:
Mi desconocida ya no eres tú.

Se va gestando el drama

El pasado aparece ante mí
En forma de lenguaje escrito.
Ahora miro al personaje que soy yo
Dentro de la novela de mi vida,
El escritor de mí,
El descriptor de mí
Sabe qué haré a continuación,
Pero yo no.

El pasado aparece y yo hago algo
Debo hacerlo
Para vivir hay que,
No hay que estar paralizado.

Ahora tomo la palabra
De mi personaje sale una persona.

Y la persona interpreta otro personaje.

De cómo escribir todo con lápiz

La pulverización de tu mirada
Es un proceso lento pero firme.
Se va dando en el perderse de las noches
En otros ojos en blanco que no son los tuyos.

La disolución de tu cara clara
Es un reto en esta agua demasiado densa
Pero no hay nada que no pueda,
Porque no hay nada.

El borrado de mis recuerdos
Tú ya lo has hecho.
Y las palabras que me has escrito
Y el lenguaje arrojado nunca dicho
Se quedará para siempre en ti
Para nunca en ti,
Para nada en nadie.

El tachado de mi memoria
No has podido trazarlo.

Yo hago, borro, y no recuerdo.

De los engaños a uno mismo

Después de un fracaso minúsculo
Un pequeño acto heroico,
Que ni siquiera es tal.

Así se va tejiendo el engaño
A una mente demasiado agotada
A un espacio demasiado vacío,
A la soledad.

La satisfacción se apodera de los ojos
Y dura
Un instante solo,
El necesario para buscar otro acto mentiroso de heroicidad.

martes, 13 de diciembre de 2011

Autoreconocimiento

He de volver a mí misma.
La jirafa se ha cortado el cuello
y ahora huye.

He de volver al impensado de mí.

No espero al león todavía.
No espero nada.

Mi amor por mí me impide amar.

martes, 6 de diciembre de 2011

Florece la rabia

El dolor se despliega en rabia.
Ahora a la cabeza las promesas,
Ahora al corazón los desengaños.
Quién puede pensar
Que viajar a otro lugar
No es abandono.

Que se quite
La pintura de la cara
Y empiece a borrar
Sus lágrimas.

Voy a comerme hasta la última coartada y a masticar cada minuto de mi tiempo contigo, lo escupiré y nos escupiré como si fuese espuma, como si fuera la sal de un mar que no debió llenarse, y voy a destruir mi yo ya destruido. Eso es la rabia.

Reminiscencia transparente de ironía

Tu voz enjugada en lágrimas
Dejó escapar un hilo de palabras:
Quiero que sepas que aunque me voy lejos
Yo no te abandono.

Mi voz firme asintió sin decir.

Ahora ni tú ni yo sentimos lo mismo.

Te quedas allí.
La soledad se escucha tras mis orejas.

Me las rasco como otro perro abandonado.

Reencuentro y redespedida

Ahora me desdoblo
Y soy aquí y allá.
Estoy en tu cuerpo desnudo
Y estoy también
En esos otros labios gruesos.
Soy en tu piel morena
Y en tu tez blanca hecha de pecas.
Soy en tus siete sonrisas
Y en tu cara de niña.

Ahora me desdoblo
Y estoy contigo
Y estoy con ella.

Las dos mujeres que amo
Han vuelto hoy
Para arrojarme unas palabras y marcharse.

Solo han vuelto para recordarme que se han ido.

El abandono se extiende hasta lo infinito.

Indecisiones de ti

La mayor adivinanza de mi vida
El acertijo
Insólito
De cada uno de mis días
Es tu boca,
Tu piel,
Tu marcha,
Y tu regreso a escalonadas,
Y tu vuelta a duras penas
Y a bocanadas
En débiles momentos

Y mi ausencia cada vez se ensancha más.

Las Cruzadas

Demonios vienen a mí
Como sombras talladas por sombras.
Los fantasmas del pasado se reúnen
En los muros de este rostro.
Se han puesto de acuerdo
Para lanzar el lenguaje contra mí.

Se va abriendo el pasado
Dentro de un presente no cerrado todavía.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Voy a grabar tus detalles

Voy a grabar tus detalles
Por si decides no volver.
Voy a escribirte en pinceladas
De colores, siempre, de colores
Como tu alma de niña de amplias gamas
Y tu sonrisa pequeña, y cuando se hace más amplia.

Voy a grabar tus detalles
Porque no vas a volver
Y yo no quiero que caiga en el olvido
Ni una parcela de lo que has hecho por mí,
Ni siquiera un fragmento de ti.

Voy a grabarte en detalles
Aunque me dueles
Porque amarte hoy no es suficiente
Porque no hay sitio,
Porque no quepo en ti,
Porque no entro en tu vida,
Nueva vida.

Voy a grabarte en mi mente
Y en mi piel y en mis días
Y en mis manos y en mis dientes
Para que te quedes
Siempre
Aunque te vayas lejos
Como en septiembre.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Laberinto de necedades

Me pesan los ojos
cuando están despiertos.

Me corren las lágrimas.

No tengo un sitio
donde volver a deshacerme.

El dolor material de ti

El dolor se localiza
en partes concretas
y se materializa.

Me duele el cuerpo.
Me duele todo.
No puedo respirar.

El dolor se localiza
en tu sonrisa,
y en tu persona,
y en mi lenguaje.

¿Qué ha sido mi vida?

Para mí, tú: todo

Historia de la locura

Entre aún no y ya no
se escribe nuestra historia,
se extiende nuestro ser.
La irreductibilidad del fin
asesina la lengua
de una historia trazada como eterna.

Cayeron los muros del asilo
pero sigue la histeria.

Asistencia del lenguaje

El hueco de mi silla se advertiría
en una hoja,
solo en la ausencia de palabras,
no de mí.

Mis ojos, mi cara y mi voz
no importan.

Solo lo que queda escrito.

Transición

Te amo,
ahora duele y antes no.
La noche se pliega sobre sí misma.
Nunca volverá a ser.

El amor me lleva al sufrimiento insoportable.
El viento no soporta el peso
de mis ojos, ni el vacío
de mi nada repleta.

Te amo,
y ya no es un sentimiento bueno
y quiero que desaparezca
o quiero desaparecer entre tus vueltas.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Hasta...

Me he deshecho con tus miradas
para quedarme contigo.

Caída de ojos que todo lo velan.

Siempre y nunca se cierran
como tus párpados.

Fragmentos de poemas inacabables

Despertar y apretar
el dedo índice y recordar

devastarse en los caminos
que se quieren pero no se cruzan


***

Las lágrimas me crujen
bajo los dedos

***

Al amanecer me he perdido entre las sábanas sin enfrentarme a la vida

***

Yo no sabía que a tu marcha
iba a tener que sostener
el peso de los días
sobre los hombros

***

Me aferro a lo último:
lo que has dejado de ti en mi
y tus recuerdos desnudos

martes, 29 de noviembre de 2011

En ti soy como podría no haber sido

Tu distancia se hace obvia
Y tu lejanía se torna certeza.

No me lees,
No buscas mi poema
Y no me buscas a mí.

Porque puedo ser o no ser
Y ser o no ser al mismo tiempo
Y estar en tu afuera sin entrar en tu adentro.

En tus fronteras.

Sin rebasar el limite por ti impuesto.

Tu independencia me hace contingencia.

Desrealización

La incomunicación
Tu silencio en el lenguaje
Tu eterno vacío de palabras
Me angustia,
Y me mata.

La incomprensión de nuestro cuerpo
Y nuestra lengua
La imposibilidad del intercambio
La fría barrera entre nosotras
Simulada por fronteras
Por limites,
Por fronteras.

Por límites fronterizos

Es la nada de mis ojos.

lunes, 28 de noviembre de 2011

El hielo en el cuerpo

El por siempre anhelado proceso
De un camino en construcción
Que me lleve a ti.

Nada es certero.

El camino viene
Porque solo tiene un destino
Y su final no es su final,
Es el final, nuestro final.

El por siempre anhelado proceso
De que todo lo bueno
Lo traiga el invierno
Es una opaca ilusión
Que no se dará,
Que no llegará.

El frío te ha cubierto el corazón.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

De los estiramientos hasta el infinito

Como si no tuvieses bastante con volver
Todavía te exijo que lo hagas entera,
Y de una pieza,
Y que no te dejes nada en el camino.

Como si no tuviera bastante con tu ausencia
Todavía te esfuerzas
En prolongar el silencio por las noches
En arrancar mil razones
Para sentirte tan lejos.

Como si no tuviéramos bastante
Nos estiramos más cada día
Como si no hubiese oportunidad
De comernos cuando vengas,
Como si no hubiese más vida.

Como si no tuvieses bastante con quererme
Aun te exijo que lo expreses
Porque yo no tengo nunca bastante con quererte,
Porque yo no tengo nunca bastante con amarte,
Porque yo no tengo nunca bastante con no verte.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Te han crecido las alas

Te han salido alas
Y te quieres ir,
Y te quieres ir.

Las plumas van cayendo
Poco a poco alrededor de ti.

Te abate la lluvia, el agua
Mis lágrimas, el agua
Te impedirán partir.

Y yo me partiré la boca
Y tomaré mi soledad
Como el veneno dulce que queda
Después de una amarga vida
Tanta y demasiada.

Te han salido alas.
Pero has temido a las alturas
Demasiado tiempo.
El vuelo no se alza
Como la copa o el brazo.

Dónde las respuestas para mis preguntas.
Nunca.

Te han crecido las alas
Y se han extendido tus trabas
Por eso te vas.
No hay culpa.
Todos buscamos escapar
O renunciar, escapar
O luchar algo perdido
Sufrir en vano
Es mi sino, el tuyo no.

Vuelas ya
Con alas a tu espalda.
Yo no voy,
Ni te das cuenta.

Pero luego ya es tarde.
Yo no estoy en el mismo sitio
Y la tierra es muy grande.

Mi necesidad y lo etéreo de ti

La obviedad de mi soledad marchita.
He sido yo, solo yo
Quien la ha elegido.
Con tiempo las cosas dejan de ser.

No volveremos a ser.

La irreductibilidad de mi abismo
Me lleva lentamente a la locura
A la seguridad desgarradora
De la contingencia de ti
De lo volátil de ti
Del instante de ti
Y a mi necesidad abrumadora
A mi carrera por el mundo
A mi sentarme en las palabras
A mi ahogarme de mí.

A la salvación de ti que no llega.

Los discursos se materializan

Me sé sola pero
La vacuidad no ha hecho más que empezar.
Caen las gotas
Y se oye el eco de su crepitar
Tranquilo, funesto, aparatoso
Como tormento.
He ensuciado el cristal con vaho,
Ahora escribo encima
Con el dedo índice
Un lenguaje que no existe.

El poder de las palabras es inalcanzable
El poder de
El poder

domingo, 20 de noviembre de 2011

Lo ya sabido se hace material

Mal día para el cambio
Y la frescura
El renueve
Blanco e impoluto
De la ruta.
Mal día para seguir el camino
Ya fijado, ya escrito
Demarcado
Por los mecanismos altos.

Mal día para minorías…
Como cada día.

No sirve ya
Intentar más teorías.

Sal,
No llueve.

Y piensa,
Y actúa,
Y haz.

viernes, 18 de noviembre de 2011

De lo limitado

Es demoledora la evidencia.
El fin de las cosas
Que empiezan está en ellas latente.
Y brota, y surge
Y se rompe.
La sombra inevitable
Reflejada en la sombra.
Proyecciones de imposibles.

Asentir al fin y asomarse
A lo que hay detrás.

Reparación de lo angosto

El significado está roto.
El sentido ha mudado de concepto.
Masticar el lenguaje.

En la aporía de un alma
Demasiado estrecha
No te veo a ti,
No cabes
De modo alguno.
No hay sitio para mí.

El significado está roto
Y da igual
Los actos que salgan de tus manos
Y las palabras que broten de tus labios.
Yo he masticado este lenguaje
Y ya nada, y ya nadie.
El objetivo retratado
Habrá de dejarte
Siempre ahí,
Siempre en mí.
Pulsa el botón disparado.
Has elegido quedarte,
Has elegido pausarte.

Yo me voy.

Fotograma

Me quieres
Está bien
Solo para un rato.
El amor me obliga
A los actos más enrevesados.

Ahora desnuda tu cuerpo
Y tu cara.

Me quieres
Y está bien
Solo para amarnos.

Destrucción como creación

Si lo destruyes
Todo
Construye algo nuevo.
Pero no me reescribas,
No me escribas encima,
No me garabatees.
Destrózame,
Reinvéntame
Y vuelve a derribarme.

No quiero ser yo
Dos días seguidos.

Sombra de sombra

Me ha llegado tu tristeza
En la distancia
Primero en el cuerpo
Y luego con palabras.
Me ha llegado tu tristeza
Y quiero beberla,
Y quiero absorberla,
Y quiero llorarla.
Me ha llegado tu tristeza,
Ayúdame a acercarla,
Ayúdame a acercarme.
Llámame,
No cuelgues nunca.
Háblame,
No pares nunca.
Ámame,
Pero no lo digas,
Pero no lo pidas.

La noche anochecida

La noche anochecida.
Persigo el poema.
Persigo esas partes
De mí,
Esos trozos
De mí
Que estás pisando
En mí, eres tú
Esas partes
De mí
Que eres tú.

La noche anochecida
Envuelve lo opaco.
Vacuo,
Muy vacío
Esto que persigo,
Mi vida,
Mi poema.

El fin de la luz

Me abandono en la caída,
El discurrir de las cosas sencillas.
Oscurece a las seis.
Allí a las cinco.
En mí a las tres
O antes, o siempre
No deja de no amanecer.

Me abandono en la caída.
Por una vez
No me vas a salvar
Ni me vas a vencer.

Abandono de presencia

En el silencio de las cosas
La ausencia de tu voz,
Mi soledad,
Es demasiado obvia.

Como la lluvia que se hace gota.
Como las lágrimas.

martes, 15 de noviembre de 2011

Unión esclarecedora

Frunces los ojos si te entro.
Encajas en mi cuerpo.
Las motas de tus pechos
me señalan y me buscan.

Me encuentras
donde nunca he estado.
Me hallas
donde nadie ha llegado.

Y cuanto más te abres
más me pierdo.

Bucles lineales

El eterno retorno de mi vida
es una continua partida de quietud,
una detenida huida.

La vuelta a lo mismo
que soy yo.

El camino cíclico
no vuelve al mismo sitio.

La vuelta a lo mismo
que soy yo.

Porque yo no existo.

Extramuros

Me han dicho que estoy
hiperactiva mental.
Yo creo que soy quietista
en movimiento.

He llegado al nihilismo más puro,
a la nada más llena,
al hastío más húmedo,
a la escarcha más fundida.

Y a mi límite,
y a mi marca.

El pliegue del mundo

Me guardo el corazón
para el lenguaje.
Vaciar las palabras de su contenido,
llenarlas de sentido velado,
de calor opaco.

Me guardo el corazón
para cuando estoy, solo
con quien no he sido.

La oportunidad me perseguirá
como el pliegue del mundo
que no se da.

Como el tren perdido,
como la gota caída
extraviada
de toda lluvia.

Vacuidad mental

Cenagosa e inundada
está mi mente.
Intentas caminarla
y se te atrapan los pies.

Te absorbe mi nada.

Aléjate del pantano
y contempla sin daño

cómo se vacía.

Desvío

El otoño va sonando
entre los muros mojados.
La hojarasca que pisas
cruje bajo tus manos.

Todo hace el amor
y los oídos se quedan
huecos
sordos
rotos.

La agonía del despacio

El mundo empieza a desintegrarse a mis pies de forma imperceptible. Los extremos se han impactado en el centro. Todo se contiene en un espacio pequeño, demasiado pequeño, y me va quitando el aire para sobrevivir.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Mi alma dividida

La fragmentación de tu ternura
Desemboca en mi alma para siempre oscura.
Como si extrajeses el vino blando de la uva
Bebo de tus pechos el jugo que todo lo cura.

No es, sin embargo, la belleza impura
La que me hace enloquecer,
La que me hace separarme.
Es tu rostro sombreado con pincel
El que me atraviesa en la noche
Y me divide el alma
Y la desgaja.

Mi alma dividida no habrá de ser
La que te ame en este tiempo.
Invoco al silencio
Tal vez
Para que me hable de ti
Para que me cure de mí.

Qué lejos estás
Qué cierto
Aquel pensamiento negro
De los que se van
Y vuelven
Sin ser lo que fueron,
De los que no volvieron.

No te encuentro
En mi cama
No te encuentro
En tu cara
No te encuentro
En mi alma
Dividida y desgraciada.

Cerradas dentro

Cerradas dentro.
Sin fin tu risa clara.

Es tan precioso tu cuerpo.

Cerradas dentro.
Tan delicada tu rabia.
No voy a calmar tu mirada.

No voy a romper este pacto.
Es tan perfecto el contacto.

Cerradas dentro.

Te abres como una flor
Y te cierras a mi paso.

No te vuelvas a abrir,
No me dejes salir.

Bébeme los dedos

Bébeme los dedos
Y quema mis palabras.
Toma de mí la hazaña
De comerme los kilómetros
Que nos separan.

Un largo triste amargo
Viaje hasta tu alma.

A tu alma llegar quiero
Pero no puedo,
Ya más no puedo.

Memorizar las motas de tu cuerpo.

Ahora clama la noche

Ahora clama la noche
Y miramos al cielo.

Una nube gris encima nuestro.

Nuestros ojos se encuentran
Y luego

Estamos empapadas
Estamos mojadas

La nube se ha deshecho.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Si no vuelves

Si no vuelves
solo digo:
arremete viajera

con el viaje adentro

y deja que sean tus ojos los que vean
y deja que sea tu voz la que me lea.

Si no vuelves
solo digo:
adelante viajera

con el humo de la niebla
y las hojas de cubierta.

Alza el vuelo de la vela
y encuentra, a ti, encuentra.

Si no vuelves
habrá daño
pero no cenizas sin llanto.

Si no vuelves,
si te quedas,
resurge de ti misma
y sé certeza de tu grandeza.

No puedo acompañarte

No puedo acompañarte
donde tú estás.
Has puesto una barrera
y así será.

Mi amor por ti es tan verdadero
como tu amor por el extranjero.

Navidad

Vendrás y me da miedo
no encontrarte como no te encuentro.

La vida infeliz

Tras el lienzo extraigo solo el negro,
que se quede el pincel y sus pelos
grabados para siempre en él
recordando lo humano del genio.

La vida es infeliz
como la pintura bajo el agua,
como la tinta entre saliva
como las palabras ebrias de silencio
como las miradas ciegas.

¡Que te habla lo humano del genio!

Del sueño a despertar
tu ternura va llegando
y olvidando
que tu mano recorría mi disfraz
sin preguntarlo.

Ah, pero esa mano
de hierro ya,
de hielo ya
no se mueve, no hace caso
y voy detrás,
y voy detrás,
saltaré tras el cristal.

Una caída muy rápida
como salida
de esta vida infeliz,
infeliz vida.

La noche de tus ojos

La noche de tus ojos
todavía me duele.
Amontona las cenizas
y resurge
¡revive de ti misma!
Si tú regresas
tal cual eras
me resucitas
como no he sido.

De qué me sirve el brillo

De qué me sirve el brillo
y para qué la luz.

Mi rostro es tuyo
y te lo doy.

De qué me sirve el brillo:
reflejo de una inexistente luz.

El brillo es sombra,
mi brillo es nada.

Brillantes las cosas
que no se tocan.

Has cruzado la puerta sin regreso

Has cruzado la puerta sin regreso.
Sé dónde estás,
sonrisa de niña,
y no te encuentro.
Como hacia el borde va este miedo
y sopla el viento.
Habrá de despeinarte
para dejarme.

Te quedas allí.

Y ahora y luego y nunca

En el vacío de mis ojos se encuentra
la respuesta de la vuelta a mi locura.
He traído el frío
la tristeza y la verguenza
el desánimo, el hastío
al regreso de mi busca.

Se deslizan las hojas
y no queda nada en el ramaje
que tan sólido me parecía
y ahora que solo somos
las que se han caído
y ahora que el viento
nos lleva a su antojo
y ahora que no hay tiempo
y hay distancia
mucho antes de tu marcha
y ahora y ahora y ahora
y entonces y luego y nunca

mis ojos vuelven poco a poco a su locura
mi piel no entiende dónde ha ido tu ternura.

De mi marcha

De alfombras de hojas
se teñía este suelo extranjero
que ya es tuyo
a mi llegada.

El frío te ha cortado la ternura en Alemania

La cama es grande y no me encuentras
el viaje acaba y la muerte llega

Tus ojos bondadosos están negros
y no me dejan leerlos
y no me quieren tan dentro.

La alfombra de niebla
cubre el suelo de mi marcha
de un país que se te ha llevado
de un país que se te ha tragado
a ti
te ha consumido
a ti

y contigo a mi.

La irreductibilidad del desengaño

En el tren interminable
yo pienso en tu noche
y tus ojos
cubiertos de nubes
no entienden del dolor del mundo
que soy yo
el dolor del dios
que soy yo

un olor ebrio de niebla
y de viaje
se adentra como bagaje
y sube.

De lo que fue no era,
de lo que fue no queda.

El quejido de la vía
anuncia
el suicidio o el camino
a la renuncia
opaca
de la vida traslucida.

Romper el cristal
y cortarnos con las migajas
que salten a las cejas
y a las manos y al sol
que se esconde
tras tus engaños velados.

Del extranjero

Lo irreductible del frío
me escarcha la cara,
me pesa
la nada,
las palabras extrañas
de un lenguaje siempre ajeno
se clavan,
no entiendo
el mundo desde otros ojos

ni desde los míos

porque voy ciega
buscando un soplido
de lo que fue
lo que no es

muy lejos la vida olvidada
muy lejos mi amada cercana
soñando, soñando
que no somos nubes
que nunca cambiamos
pero nos vamos
con tiempo, nos vamos

del universo mi cara
del extranjero tu alma

La alfombra de hojas

La alfombra de hojas
que envuelve nuestros pies
no entiende del tiempo.
El vacío del ramaje
se ciñe en silencio.
Tejiendo
va poco a poco el tapiz
de una historia siempre muerta.
El otoño, como ha venido,
se volverá a ir
con su viento indoloro
y nuestro rostro desmentido.

lunes, 24 de octubre de 2011

No soy más de los espejos

Se acabó,
No soy más de los espejos.
Mi estado pre-moral
No distingue, no distingue.
No importa ya más.
No soy más de las copias
No soy más de los otros
No soy sino de las copas
De mis labios arenosos.
Se acabó,
No soy más de los espejos:
Todo lo han puesto al revés
Hasta llegar a confundirme,
Todo lo han visto a través
De mi tristeza de sentirme.

Opacidad de lo indeterminable

Cubre un halo triste
A la mirada hacia el pasado
Que no llega a comprender
Lo que nunca vuelve.
Es tan difícil el nunca
Como lo es el siempre.
Incomprensible aquello
Que no tiene límite.

De lo infinito brota sangre.

La vida se expande

La vida se expande,
Se extiende y se abre
Como un mar en calma
Sin espuma.
La vida es de bruma
Y ya no nos vemos
Nos envía hacia una punta
A cada una.

La vida no sabe lo que quiere
Porque no sabe lo que yo quiero.
Porque no sé nunca lo que quiero.

Si vuelve esa voz
Que se quede esta vez
Que la vida se expande
Tanto, tanto se abre
Que se aleja y no queda nadie.

Teoría del círculo

El círculo se ha abierto
¿Dónde nos encontraremos?
A cada cielo un extremo.
A cada espalda un recoveco.
Hace ya mucho, mucho tiempo
Pero no por el tiempo.

El círculo se ha abierto,
Al fin la teoría no era exacta,
Era contraria
A lo que está sucediendo.

No puedo entenderlo.
Dime,
¿Dónde nos encontraremos?
Dime…
¿Nos encontraremos?

domingo, 9 de octubre de 2011

Te echo de menos

Te echo de menos.
Has traído el fuego
Y has dejado el devastado campo.
El infierno no es menos.
Te echo de menos.
Pienso en ti,
Mucho,
Pienso en ti,
Y lucho.
Has traído la estrella fugaz
Y solo queda el halo,
Me has traído la felicidad
Y solo queda el rastro
Que sigo
Como el caracol
Que marca el camino.
Te echo de menos
A ti, mucho
Pero más a tus ojos,
A tus pecas y a tus rojos
Labios, y a tus muecas.
Mis muñecas
De mi infancia las hubiese dado yo
Si habría sabido que tras el dolor
Llegabas tú,
Que tras el clamor
Llegabas tú.
Todo lo hubiese aguantado
Como un palo
Firme ante la marea
Si hubiese sabido
Que tras todo lo malo
Llegabas tú.
Pero no fui a saberlo
Y me rompí
En trozos pequeños
Y ahora tú amas estas cosas,
Amas cada fragmento.
Yo te amo a ti, por entero
Porque tú aguantaste en pie
Cuando supiste del mundo
Tú fuiste fuerte, yo endeble
Yo me caí y tú te agarraste.
Como fuese
Estamos aquí
Y hemos vuelto a vivir
Y hemos vuelto a sentir
Y hemos vuelto a reír
¿Cómo no amar a alguien así?

Protégete del llanto

Protégete del llanto.
Yo en verdad te amo.
Tu ser no se arriesga,
Tu ser no se juega
Tu ser se eleva
Como alondra en el tallo.
No habré de decir más
Yo te deseo
No habré de
No habré

No hablaré de tu ser que no puede encerrarse en el lenguaje
No hablaré de ti por no construirte una cárcel
Donde enmarcarte con palabras, donde matar tu esencia alta.
No hablaré de ti pues no soy digna,
De no ser digna no lo soy ni de besarte
Pero me dejas
Porque me amas.

Yo te deseo y no diré más
Que sea mi cuerpo el que te ame
Que sea mi voz la que te hable.

Recuerdo mucho tus manos.

Recuerdo mucho tus manos.
Eran blancas y jóvenes
Como tu nombre.
Ahora están marcadas
Por el esfuerzo y el daño
Ya no son suaves porque saben.
Recuerdo aun así tus manos
No como ahora, como antes
Se deslizaban, vagando por el éter
Y solo a veces bajaban a verme.
Yo las contemplaba desde lo bajo,
Las veía muy grandes
Ellas a mi muy pequeña
Solo tenía tres años.
Ahora tengo algunos más
Tú tienes unos menos.

Que vuelvan tus manos delicadas
A dibujar atardeceres en el cielo.

Pido el silencio

Pido el silencio
Y nada de paz.
Empieza a tergiversar
El corazón de las cosas
Esenciales
Y en el emblemático momento
Del recuerdo austero
Se borrará la memoria
Como si nunca hubiese habido
Recuerdo.

Pareces un muro mojado de lluvia

Pareces un muro mojado de lluvia
Tu piedra húmeda contempla mi locura
Y aunque los trazos de tu superficie se han emborronado
Me miras con ojos garabateados sin moverte un halo.
Pareces la lealtad de un amigo,
La altitud de un árbol viejo,
La bondad de un hombre añoso,
La ternura de una madre que da el pecho.
Tú apareces en todas estas cosas,
De todas estas cosas estás hecha
Y creces en lo alto de la piedra
Para que no pueda alcanzarte mi maleza.

Para alimentar el alma

Para alimentar el alma
Cae la mirada entre las letras
Buceando
Y se hunden poco a poco en la maleza.
Para alimentar el alma
La escritura fértil de la hierba yerma
De mis palabras de poeta enferma.
Para alimentar el alma,
Nada.
Para alimentar el alma,
Nada.
Un trozo de silencio
Que estalla insonoro entre las palmas.

Me mira una rana verde

Me mira una rana verde.
¿Para qué estos delirios?
Desechables todas las ideas
Y marchitos los conceptos.
Mi lenguaje me asalta
Y contra él atento.
Terrorismo de palabras.
Jamás creí que pudiese matarlas
Pero así
Me mato a mí.
Me mira una rana verde
Tiene los ojos rojos
Sin tacones.
Tal vez quiere irse de sí
Como yo quiero irme de mí
Igual que quiero huir.
¿A dónde habré de ir?
Al no lugar de mi adentro.
Pienso en ti.
Allí no me querrás seguir.

Lucho contra el mundanal ruido

Lucho contra el mundanal ruido,
No acierto a oírlo.
Tal vez bajarán los lirios a regarme
Las ideas que se escapan por los dedos.
Oye bien, tengo un lenguaje
Debajo de mi lengua sin anzuelos,
Encima de mi nombre y mi tormento,
Al lado de las cosas que desprecio.

Resurgiré tal vez un día

Resurgiré tal vez un día
Volveré a hacerme
Con las piezas desechables
Seré un yo reciclable
Que se vuelve a hacer
¿Hasta qué?
Hasta que se canse.
Emanaré desnuda
De esa agua que lo engendra todo
y anhelaré el caos,
principio de las cosas,
sistemas ordenados.
Quizá no resurja de mis cenizas
Tal vez el fuego lo quemó todo
Entonces podré reagruparlas con agujas
Y clavarlas en cada partícula.
Si siento
Me acordaré de ti
Si no siento
No volveré nunca.

Los bagajes del sueño me van pesando

Los bagajes del sueño me van pesando
No es por cierto, es certero.
A lo mejor sí,
A lo mejor luego.
No hay edad para el silencio,
No se arruga con el tiempo.
Tal vez, si pudiese al menos
Implantar frunces en mi piel
Podría tal vez lo que es saber.
Lo que es vivir me queda lejos.
Tampoco contemplo.
Mis ojos, ciegos.
Mis manos, muertas
Mi aliento, pesa.

Los bagajes del sueño…

No sé qué he soñado,
No me acuerdo.
Ahora luce el cielo
Y mis hombros se encojen.
En ti ya no pienso.

Las excusas no son determinables

Las excusas no son determinables.
Ahora tu voluptuosidad me habla
Tapada tan solo por un velo
Que se desliza por tus piernas.
Déjame morder tu sexo,
Delimitar lo que es eterno,
Extender lo perecedero
Y hacer el amor con las palabras
Y volverle la espalda a los cuerpos
Que estoy enamorada del silencio.

Tu lengua se va enredando sobre mí

Tu lengua se va enredando sobre mí
Y quiero que la piel me arranque
Hasta que lo sepas todo
Y nada de ti.
Desliza ahora tus dientes por mi cara
Por mi vida y por mi cuerpo
Muerde lento el tiempo
Y haz que no corra
Y que tú sí.
Tus dedos se van haciendo un nudo
Alrededor de mi cuello.
Acaríciame lento
Y explícale al sol
Por qué estás conmigo
Cuando despertemos.

La voluntad del viento

La voluntad del viento se posa en el ramaje de tu pelo, sin despeinarlo, agudiza el tacto de seda de tu enredo. La inspiración de la actitud creadora del lenguaje va envolviendo mi lengua, hasta hacerla nudo, hasta volverla saliva, y agua, y hielo y vida.
Ahora la noche. Después el día. Entonces la noche. Y al fin el fin de lo que siempre termina.
La voluntad del viento me silba en los oídos con voz gruesa. Este tedio se va haciendo hueco a mi lado y se queda toda la noche, y todo el día, y toda la noche, y toda la vida.

La silueta del Moncayo

Tu cuerpo tiene muchas curvas
Tiene muchos recovecos.
Hay maleza y hay rincones
Con olivos y manzanos.
Hay pétalos que se van posando
Ensombrecidos por el viento.
Tu cuerpo curvado se va proyectando
En el cielo azul y rosa,
Naranja y morado.
Atardeciendo está Moncayo
Sin estar en el Moncayo.
Tan solo su silueta, ay,
Por el horizonte va ondulando.

La sed hace que vaya masticando

La sed hace que vaya masticando
Estas palabras que leo entre los dientes
Pero no se calma.
El fracaso hoy me aclama
Por vez primera
Ante las palabras de Alejandra.
Un nuevo amor no descubierto
Se apresura a posarse en las ramas de mi pelo
Y ahora entiendo mi paseo por el mundo,
El paseo infinito a la orilla del río
Pero no bebo de él, no le bebo.
Pienso en ti,
Estás lejos.
Pienso en ella,
Y está en su viento lila
En su piedra loca
En su opacidad de vida.
Sois dos y es uno
El sentimiento para vosotras
Amo su palabra y su locura.
Amo tu bondad y tu ternura.
¡Cómo asimilar de golpe
Todas estas cosas!
¡Cómo absorber, cómo volver!
Me he ido lejos pero eso no me impide
Seguir sintiendo.
Ahora mastico sus palabras
Y tus besos.
Amo a Alejandra, escritora
Amo a Sara, mi novia.

La niebla está haciendo el amor

La niebla está haciendo el amor,
Se pliega sobre sí misma.
Ha encontrado un no lugar donde quedarse,
Ha aprendido lentamente a amarse.
No levantará esta niebla, no se irá
No veré a la luna aproximarse
Me estallará, me aplastará
Pero no habrá tiempo de lamentaciones.
De tu viaje por el mundo acabarás por encontrarme
Detrás de esa niebla se escribe mi nombre.
Da media vuelta, rehaz TU viaje
Tenaz bagaje el de los sueños de escritores.
No podré seguirte
Me pesará el fracaso
Me impedirá moverme el asco.
Emprende tu viaje a tu regreso del primero.
Te espero
Detrás de la niebla
Donde nada espero.

La opacidad de la instancia creadora

La opacidad de la instancia creadora
Se cierra poco a poco
Como los párpados en ojos
Como una boca con labios
Como una puerta, como dos cuerpos.
Y todo en nada se va haciendo vacío
Hasta que la noche mata la claridad de tus pupilas
Amapolas dulces, y maldiciones de este estilo
Van a dormir en tu pecho fino
Que baja y sube, que sube y baja
Con tu respiración y tu gemido.

La madera de mi rostro se va oscureciendo

La madera de mi rostro se va oscureciendo,
Se va pudriendo
Y el paso del tiempo anega la razón tardía.
Ahora una astilla
Puedo desquitarme de mi corazón sombrío
Y sale otra, clavada para siempre
En la opacidad de lo que nunca vuelve.
No espero nada ya.
Estas cosas son más apacibles
Tal vez la calma resida en los pechos que gimen
Sangrantes los motivos
No anhelo nada ya.
Si la ilusión volviese
Sería en forma de viento
De nube
O de nieve.

Y el viento tendrá que llevarse
La nube que descubrirá el sol
Que derretirá la nieve.

La madera de mi rostro se pudre

La luz de las estrellas me atormenta

La luz de las estrellas me atormenta
Van cubriendo el cielo sobremanera
Y tiritan lejos, tan ajenas
Que si sé que me atormentan es porque me fijo en ellas.
Si vienen las nubes las atravesarán
Y si vienen los dioses inmortales los matarán
Y si empieza a llover secarán el agua
Todo lo destruyen,
Todo lo desarman
Y hasta el cielo pueden estrellar
Las estrellas de mi alba.

La inspiración creadora

La inspiración creadora no viene de musas
Tampoco de excusas
No sé de dónde
Pero me asalta esta noche
Y yo le dejo que haga
Le dejo hacerme.
Entra dentro de mí
Y sale fuera, hacia el centro
Como la gaviota que vuelve
Del mar a la tierra
Como la golondrina que elige
A su compañera de vida
Como un beso que se lanza,
Como una carta sin destino.
Escribo
No sé si vivo,
Pero escribo.
¿Por qué tanto alivio?

La época madura de mi infancia

La época madura de mi infancia lleva un vestido rojo, tacones altos y el pelo teñido de tinta y de miedo, de saberes irreprochables de la vida. La época madura de una niña se abre como una flor en primavera, como pupilas en la sombra, como las manos de un mendigo, como las frases extendidas. No hay época madura en el adulto, solo hay juego vago, ecos de ficciones que escapan de una realidad demasiado espesa, puntos de fricciones, placas solares, choques tectónicos, excusas marchitables.
La época madura de mi escritura llega siempre y no llega nunca.

Ingenuamente existes

Ingenuamente existes.
El lánguido suspiro que se precipita a la nada
Todavía se ríe de tu creencia absurda.
Adulador el silencio que envuelve a una marcha
Una falta puede un segundo parar el tiempo y luego
Revivifica el sabor de lo perecedero y la certeza
De lo perdido eterno.
Ingenuamente existes
Con la creencia irrisoria de que es para siempre.
Una diminuta, una minúscula gota
En el agua que sin ella seguiría siendo agua.
Entonces por qué sin ti TÚ ya no eres.

Lucharás por existir si entiendes que
Entonces sin ti YO ya no soy

Porque yo conmigo nada.

Infancia

Tu casa es de colores y nosotras somos verdes.
Tú me llevas ante Zeus y le reclamas mis poderes.
Entonces yo te abro el cielo
Y hay un colapso
De tiempo hay un lapso
En el que no me recuerdo
En el que no me obedezco.
Saltamos a la madriguera del conejo
Para cortar varias cabezas
Y en el descenso
Ya recuerdo
Soy una niña y nunca miento.

Extrae ante mí esta amargura

Extrae ante mí esta amargura
Y llévala,
Cómela,
Bébela,
Saboréala.
Es amarga.

Extrae de mí esta palabra
Y córtala
Con las tijeras de la lata.
Son de punta redonda,
No de hoja afilada,
Nunca se irán,
Nunca se irán de mí estas palabras.
A quién pues escribir,
A quién dedicar mis poemas
Si lo que he de decir
Va siempre a morir
En mi garganta.

Estancia amortiguada por el tiempo

Estancia amortiguada por el tiempo
Van descalzos mis pies
Por esta vida de espinas
Por los cristales rotos que tiras
Al pasar, y los dejas en el camino de mi vida.
Estancia insoportable por el viento
Habrá de llevarme volando
Habrá de llevarme muy lejos
Para anclarme en los infiernos.
Que me queme la cuerda el fuego
Que me ata.
Que me asalte la nube de palabras
Que se descargue ante mí
Que me quede mojada.
Estancia adherida a la almohada.
Dejar de respirar
O ser víctima de mis hazañas.

El rizoma se va superponiendo

El rizoma se va superponiendo
El bramido de la luna lo oscurece todo.
No puedo oler las olas tan cerca de mi rostro,
No alcanzo a oír las olas tan dentro de mi fondo.
No huele a sal, no huele a nada.
Se superponen las raíces sobre mi cuerpo
Me ha superado el tiempo.
Soy una mujer acabada y vencida
Pero aun me inclino a la deriva para ver la espuma dibujando figuras en la arena sucia.

Amantes

Tu cuerpo se cierra y el mío se abre
Y el tuyo se abre y el mío se cierra.
Como pinturas escogidas
Para un lienzo sin orden
Te voy haciendo y me vas nombrando.
Ahora me abro a ti, y tú a mí
Y nos vamos cerrando
Y nos vamos amando.

Dentro de ti mi escarcha

Dentro de ti mi escarcha,
Dentro de mi tu estancia,
Giro enlutado del tiempo
Que pasa.
Dentro de ti mi alma
Dentro de mi tu rala
Bondad que me reclama.
Ahora bien
Me escuchas
Ahora bien
Me hablas
Que si dentro de ti no hay nada
Dentro de mí me matas.

Del origen del mundo

Primero tus ojos
Que tienen esa forma que yo amo.
Después tu rostro
Moteado sin un orden por tus pecas.
Luego el sol de tus labios,
El cielo de tus gestos
Y las noches
Las dulces noches como flores que se abren.
Lo último fue
La tierra de tu cuerpo,
Con la arenisca de tus pechos
Y la arcilla de tus pies
Que yo beso.

Y aun cuando ya todo era
Aún se formo
Viento entre tu pelo.

Y aun cuando todo era.

Cálidos tus ojos

Cálidos tus ojos,
De fuego, de rojo
Amarillo, y naranja.
De antojo tus ojos
Despojo mío del alma
Espejos tuyos del alma.
Cálidos tus ojos,
Férreas las gotas
De tinta que caen
De pluma que emborronan
Las palabras que no escribiré más.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Aniversario

Hemos vuelto, un año después. Hemos regresado a este lugar de paredes de piedra fría, fría y húmeda, como el ambiente que se respira, como los corazones que lo habitan. Y todo está muy mojado, como el agua sobre el agua, como la lluvia sobre el mar, y sé en cuanto cruzamos la puerta del umbral, que jamás se secará, que jamás se secará.
Avanzo ahora entre los bancos de madera, que se quejan bajo el peso que soportan. Cruje la madera vieja como escucho que crujen las lágrimas entre los dientes al morderlas, por no derramarlas con los ojos, por no revivirlas. Porque llorar ahora, tras un año, mostraría recrearse en el pasado, mostraría no quererlas.
Tomo asiento a la derecha, delante de aquella tarima ornamentada con un grandilocuente retablo, y miro a los bancos de la izquierda, los que soportaron mi peso y mis lágrimas, aquella vez sí, cayendo hace casi un año. Miro al suelo por si todavía hubiese restos del naufragio. Miro alrededor por si quedase solamente algo.
Entonces fijo la vista en las escaleras del altar, donde hacía un año descansaba él en una caja, y veo el ataúd como si pudiese tocarlo. Encima flores, muchos centros de flores con frases prediseñadas para nadie en concreto, allí, encima de él, tratando de referirse a una individualidad que no puede captar.
Bajo la vista hacia mi mano derecha y sin quererlo la cierro, apretando el puño fuerte, lento, y al cerrar los ojos siento que tengo en ella aquel poema que escribí y no pude leer hace un año. Ahora sí, ahora podría, porque las lágrimas se desmenuzan entre mis dientes y no me impiden hablar, pero no quiero, no quiero decir nada, este momento no tiene sentido, está vacío, tan vacío como la piedra húmeda y fría de esta iglesia.
No hay tanta gente como hace un año. Recuerdo los bancos abarrotados y gente de pie, al fondo. Ahora no. Tras un año solo queda la verdad. Tras el paso del tiempo lo que queda es lo que permanecerá siempre. Y lo que se ha ido nunca ha estado. Nunca. Nunca. Como toda la gente desconocida que vino hace un año y no recuerda la fecha, el sufrimiento, la daga atravesando el centro del cuerpo, desmigajando poco a poco la inocencia, ahogando con el peso de la inexistencia. Y ahora solo siento yo esa daga todavía.
Qué falso, qué vacío, qué sinsentido este momento. Cuanta nada, cuanta nada alrededor. Un año, solo un año. Un año ya, para quien no siente este mismo veneno que todavía corre por mis venas, que fluirá siempre por ellas. Un año, con cada insoportable día correspondiente. Un año. ¡Y por qué ya no hay lágrimas!
¿Acaso un año es suficiente? ¿Acaso un año ya es bastante? No, nunca, nunca. Nunca se superan las emociones. Este dolor me perseguirá siempre. Esta ausencia me pesará siempre. Y estas lágrimas no he de morderlas, no he de guardarlas entre los dientes, porque correrán por mis ojos y mi cara y mi frente hasta que muera, hasta que no haya más aire.
Ahora empieza esa voz ampliada por micrófonos, y ya habla de nada, y ya repite simplemente palabras. Y cuando acabe aquel inanimado discurso, discurso inhumano, se habrá acabado. Las cabezas agachadas por respeto se levantarán, y admirarán el nuevo día, y darán gracias por seguir con vida. Las sonrisas se pronunciaran en los labios como si las lágrimas no las hubiesen aguantado, y el nudo de la garganta se disipará, y la tristeza del estómago se disolverá, y la memoria preferirá no recordar.
Ah, qué falso este momento, qué innecesario este encuentro. Yo solo quiero volar, volar, al cielo donde dicen que él está, que él descansa ya, y yo sé que no es verdad. El yayo no está en el cielo, el yayo está en Moncayo y yo lo quiero buscar, allí, entre mares de montañas y olas de chordón, entre espuma de almendras y pantanos de setas. Quiero huir de estas paredes de piedra, de esta casa que a todos acoge menos a mí, a mí no me quiere. Ni yo a ella.
Que se calle la nada que habla, que se apague el sonido de estas campanadas. Que dejen de fingir los actores que simulan que quieren la muerte para sí. La muerte está en mí, solo en mí, siempre en mí.
Malas fechas se aproximan. El aniversario de una pérdida es como una nueva pérdida de una misma. Como aprender de nuevo a tener que seguir. Como recordar que el yayo no puede venir. Como volver a escuchar que se aleja se aquí. Como asumir que es verdad que no se puede asumir.

No habrá de venir el viento

No habrá de venir el viento,
No habrá de venir.
Me ahoga el calor aquí,
Y me pesa el aliento,
Y busco un cuchillo
Que me lleve a los cielos.
Un corte profundo

De espíritu,
Solo,
De espíritu adentro.

No habrá de venir el viento,
No habrá de venir.
No llegará nadie a tiempo
Para ver las cosas en sí,
Para ver las cosas así.

No habrá quien me salve,
Ni habrá quien me entienda.
Si estas palabras sabe
Que corra y no vuelva.
¡Que se aleje de mí!
Para que yo no me acerque,
Para que yo no me sienta.

¡Que yo no creo en Dios!
Solo en dos
Manos, en las mías
Que han hecho todo solas,
Que han trazado esta vía
Y superado el dolor
Y roto el corazón.

No habrá de venir el viento,
No habrá de venir.
Y todo queda quieto,
Imposible de morir.
El sol declina,
La luz se deshace entre ceniza
Y no puedo evitar pensar
En el tiempo que camina.

Se agota, se extingue
Y hay tanto por hacer
Y hay tanto por hacer
Que me ahogo pensando
Que el viento no viene
Y moverme me hace daño.

No hay paz

No hay paz, ya no hay paz, nunca hay paz.
La guerra se ha instaurado para siempre en estas fechas,
En estas letras que ya avanzan
Difuminando
La arena seca del Moncayo.

Y ahora entre trincheras
¿Cómo hay que seguir?
Y ahora entre escopetas
¿Cómo no morir?

El cielo verde lo avisaba claro
Y empieza a llover fuerte
En este lado
De la montaña y de la vida
Que ha dejado.

Aquí, aquí
La guerra mata a cada paso.
Es una guerra distinta,
Es una guerra sin tacto.
Pero es la guerra del alma
De las lágrimas y del fracaso.

No hay paz, ya no hay paz, nunca hay paz.
En las noches siempre guerra
En los días siempre alerta
Batalla continua que nunca amortigua
El dolor que se intensifica
Más
Y más
Y más
Habrá de matarme pronto,
Habrá de matarme algún día.

El espejo me revela
Que soy un solado,
Un simple soldado
Con su uniforme y su casco
Que intenta y no puede
Jugar a que vuelve
De las filas, a que escapa
De las minas y las municiones.

Y ahora estalla una bomba
En el centro de mi alma
Y luego otra en la memoria,
Y luego nada,
Y luego nada.

Mi cuerpo está disperso
Entre estas aguas,
Mi vida y su fracaso exento
Del jardín de toda alma.
No merezco nada.

Sangra el alma

Sangra el alma,
Ríe el agua,
Come el aire
Nueva plata.

Sangra el alma
Y la luna mira
El líquido que derrama.

Sangra el alma
Y hace historia
De su vida, de su gloria
Y no hay ninguna
Solo hay pena
De la herida abierta
Que desagua.

Sangra el alma,
Muerde el viento,
Toca el aliento
La fina palabra
Que se come las llagas
Que se traga las ratas
Y la nada,
Y la nada.

Sangra el alma
Que dibuja
Su memoria
De escarlata.

martes, 20 de septiembre de 2011

De la inocencia

Miro las caras nuevas, los ojos no brillantes de sabiduría, sino relucientes de ignorancia, los gestos torpes, improvisados, los pasos de duda, las sonrisas todavía no veladas, las ganas aún no obviadas… la inocencia. La inocencia vuestra que habéis traído no puede sino evaporarse con el tiempo, sumergirse entre los días que vendrán, sumarse a los recuerdos. La inocencia la perderéis, como muchas otras cosas, como la calma, el sosiego, la confianza y la esperanza, como la vida misma, la perderéis. He aquí el mayor don y el mayor castigo de la filosofía.
Partiendo de una inocencia clara y distinta para todos los que cruzan esa puerta, puede definirse la inocencia como ilusión por grandes términos como la vida o el amor en abstracto, o elementos precisos como una sonrisa o un viaje, mundano, cotidiano, concreto, inmanente. También hay inocencia e ilusión en lo inmanente. Perdón. Sobre todo hay inocencia e ilusión en lo inmanente.

Pero la inocencia se irá, se irá como se fue la nuestra, mejor dicho, como se fue la de aquellos que cruzaron conmigo esta puerta, porque yo la inocencia no la traía, no la tenía. Nunca quizá, he sentido la inocencia, el sabor de la ilusión de las cosas sencillas no lo había yo probado, o hacía que no lo probaba desde tiempos remotos, tiempos inmemoriales, si es acaso que hay tiempos así dentro de mi corta existencia.

En cualquier caso, está claro, la inocencia se va entre estas paredes, la inocencia se acaba donde empieza la filosofía.

Por eso aquel sediento de inocencia, y aquel que, como proeza, la conserva, corre y se apresura y perderá el aliento incluso por acercarse a ella, por sentirse en ella, por conocer a personas que todavía la conservan. Ah, durará poco, qué poco durará aquí la inocencia. E incluso, los que se acerquen con esperanza de recuperarla, corromperán aquella escasa.

Entonces es preciso contemplar qué hay detrás de esa inocencia contingente, contingente pero necesaria, he aquí la paradoja, ¿realmente necesaria? Sí, realmente necesaria.
Detrás de la inocencia hay dos caminos dentro de todo el orden de posibilidades. Tras la inocencia aguarda o bien un acercamiento a la realidad, o bien el vacío, el absoluto vacío. Me gusta pensar que pocos de los que pierden la inocencia al cruzar esta puerta sienten un vacío inescrutable, y se aferran a aquella dosis de realidad que más se haya adecuado con su propia subjetividad. Eso si su subjetividad no ha sido construida mediante esa dosis de realidad, en cuyo caso la elección es nula, todo impuesto, constituido en ellos mismos. Pero me gusta pensar también que las personas que cruzan esta puerta ofrecen resistencia a la construcción de subjetividades. Quién sabe. Quizá les juzgo valientes cuando solo son cobardes.

Ante mi inexistente inocencia yo encontré vacío, un vacío inescrutable, imperturbable, incomprensible, helado, frío, marchito, nada, nada, vacío. Y en el vacío vagué, y en la nada me acostumbré a ver, e intenté ser, intenté ser, hasta que descubrí que la única posibilidad de ser en el vacío es no ser, la única forma de sobrevivir es autodestruirse, devorarse a sí mismo, porque nada hay que te devore, nada hay a quien devorar, autodestrucción, inmolación constante, no ser, no ser nunca, no llegar a ser. Y entre los escombros se aprende a respirar, a sobrevivir, que ya es mucho, sin tratar de vivir de veras. Porque eso es lo que hace posible la inocencia, ¡la vida! Nada más que vivir posibilita, con la ilusión que ahora esos ojos todavía desprenden y sé que se apagará muy pronto.
Curiosa la pérdida de la inocencia. Mis ojos tiempo ha que dejaron atrás esos destellos de ilusión insoportable para quien los mira sin tenerlos en los suyos propios.
Pero entonces, al atravesar aquella puerta, no mi inocencia, que ya había perdido, sino mi vacío fue el que dejé atrás, el que abandoné, o que me abandonó, o que no pudo seguirme, o que quedó anclado a mitad de camino. Tal vez, tal vez, aquella entrada a estas paredes fue como adentrarme en un templo en el que el vacío tiene el acceso restringido, denegado, prohibido. Tal vez no hay sitio entre la filosofía para el vacío.
Y ahí, sin inocencia ni vacío ya, empezó a hacerme guiños el trazo de realidad, el otro camino posible cuando la inocencia se marcha lejos.
Así comprendí que mi camino era distinto que el resto, pero desembocaba al fin en un resultado unificado, y ése era el primer contacto con la realidad, con el mundo al que estábamos arrojados de forma irremediable, del que habíamos tratado de escapar, ellos con la inocencia, yo con el vacío.

Sin embargo tras este contacto con el mundo ante el que nos han arrojado aparece, aun a riesgo de parecer sartreano, la angustia. La dosis de realidad en verdad mata, aquel contacto que solo proporciona el cruce de esta puerta quita, desgarra, desolla, mutila, convirtiendo en algo cadavérico la ilusión, la paz, la esperanza, la alegría… la inocencia, las cosas más sencillas de la vida, las contingentes pero necesarias. ¿Realmente necesarias? Sí, realmente necesarias.
Necesarias para no sentir el peso de la vida y del mundo.

No sentirlo sería tal vez huir. Pero sentirlo es a veces tan insoportable que no tiene sentido sentirlo y no avanzar, la superación de la que muchos hablan se torna en ocasiones casi inaccesible y hace falta la inocencia, y hace falta la ilusión, aunque esto implique un rasgo de traición, de alienación incluso, de mentira, de artificio, es necesaria la inocencia para poder vivir el día a día. Sí, el día a día. Porque el vivir en abstracto se torna sencillo, reducimos tal vez el vivir al respirar, y el respirar es asombrosamente sencillo, y lo probamos, y así inspiramos, y después exhalamos… y otra vez. Pero el vivir en el día a día nos demuestra que respirar no es tan sencillo, y escuece, y duele, porque el aire entra de lleno a las heridas que nos hemos ido haciendo, y los pies pesan al andar, y sentimos calor, y después frío, y sentimos amor, y después odio, y pensamos a favor, y luego en contra, y corremos y nos agotamos y nos detenemos. Y el vivir día a día es casi morir.

Es necesaria por tanto la inocencia, que nos lleva, que no pesa, para que el vivir día a día pueda ser un efectivo vivir. Entonces habrá traición en nosotros mismos. Es fácil pensar esto. Sin embargo, solo habrá traición para los que no hayan cruzado esta puerta, los que no hayan tocado, vislumbrado el mundo al que se nos ha arrojado, sino que hayan vivido de forma constante en la inocencia, en la mentira y en la irrealidad. Quien haya cruzado esta puerta, quien haya visto su inocencia escurrirse entre los dedos, quien haya rozado guiños de realidad, podrá entender lo difícil que se le hace respirar, y será legítimo en él buscar una forma de evadirse, buscar un medio de cubrirse, de protegerse de esta misma realidad, sin ignorarla, sin obviarla. Quien haya visto el fondo de las cosas, el grado de profundidad suficiente, el lado poético de las situaciones tendrá derecho a refugiarse en la inocencia.
Lo difícil es, lo casi imposible es, encontrarla una vez perdida, adoptarla una vez asumida la realidad que se presenta como piedra helada de la que no puedes deshacerte ya. Lo legítimo no es tirar la piedra al río y olvidarla, es, de hecho, imposible. Lo legítimo es guardarla en el bolsillo y durante un tiempo no mirarla.
La piedra sin embargo sigue allí pesando, como recuerdo de lo que has descubierto y de lo que no habrás de librarte nunca.

Cómo refugiarse en la ignorancia perdida, cómo guardar la piedra en el bolsillo, es algo que no sé determinar como regla sistemática, y me limito a decir, simplemente, que mi inocencia es ella, que mi ilusión es ella, que quien guarda la piedra en mi bolsillo es ella, solo es ella, quien me convence de que para respirar solo hay que inspirar y que exhalar el aire que me presta.

lunes, 12 de septiembre de 2011

No sé qué tiene septiembre

Y ahora
Otra marcha,
Otra ausencia más.
Otra carga,
Otra histeria,
Otra enfermedad.

No sé qué tiene septiembre
Que todo se lleva, que todo se lleva
En torno al día que nací.

Se lo lleva el otoño todo.

El viento frío que retorna,
El blanco hilo que revuelve,
El fracaso rico que me envuelve
Llega siempre en septiembre.

No sé qué tiene septiembre
Que todo se lleva, que todo se lleva
Primero se llevó
El centro de mi vida
Y mi inocencia.
Tan pronto se llevó
La cordura de los días
Que ya no brilla en mi cabeza.
Más tarde se llevó
Al yayo
Que no vuelve
Y hace casi un año.

Y ahora septiembre te lleva a ti,
Primero a Alemania
Y después
Lejos de mí.

Me dedico a la autodestrucción

Hay un espacio vacío ocupando el centro de una habitación oscura. La muerte está apoyada en algo que no se ve. La niña está sentada y canta una canción sin letra allí en sus pies. La muerte la mira pasiva. La niña tiene en sus brazos un oso que los mira.

-¿No tienes miedo?- Le dice la muerte a la niña

La niña cesa su flamante melodía, sube la cabeza para contemplar a la muerte de forma directa.

-No
-¿Por qué no?
-Me dedico a la autodestrucción.

Y la niña sigue cantando, bajando la vista, contemplando sus manos. El oso escucha con la mirada perdida. La muerte fuma.
Aquella inquebrantable nada se posa en ellos, como motas de polvo que han volado por el espacio y se vienen a posar en un mueble antiguo olvidado. Descansan ahora en el hombro de la niña, en la cara de la muerte, en la oreja del oso.
Ha transcurrido mucho tiempo y no lo ha hecho. Han pasado los años pero no los minutos. Y la visión global no deja entrever los detalles. Y el resultado no se entiende.
El oso bosteza. La muerte tose. Un poco más de inquebrantable nada se adentra.

-¿Por qué?- Pregunta la muerte a la niña siguiendo la conversación, continuando la plática como si el espacio de silencio no la hubiese enmudecido nunca. Como si no hubiese distancia ni tiempo en medio.

-No lo sé. ¿Por qué no?

La melodía de la niña se ve interrumpida por la conversación, que vuelve a retomar después de dicha. Hace de repente demasiado calor. Y luego frío. Y luego calor. Y luego nada. Siempre nada.
¿Cuánto van a comprender al fin las palabras?
Un hecho insólito ocurre de repente, punto de inflexión, sorpresa inerme. La niña habla por vez primera sin que le pregunte la muerte.

-Tal y como yo lo veo, todos hemos de morir. Algo ha de destruirte. Destruyéndote a ti mismo sacas algo bueno de ti. Que te destruyan es distinto. Es como cuando llueve, como el agua que cae al agua. Innecesario. Es necesario autodestruirse, para morir, para morir. Para quitarte el privilegio de saber a ti. Tú no sabes cuándo voy a morir.

El oso mira a la muerte

-No
-Por eso podemos hablar. Yo me destruyo a mi misma. Es mi oficio. Soy dueña de seis años en los que me he dedicado a ello de forma exclusiva.

El oso asiente.

-¿Cuál es tu fin?
-No tengo fin. En lo que ya he destruido no puedo construir nada, de lo que queda por destruir no quedará nada. Al final no quedaré, no quedará nada de mí, ni las cenizas, ni el rastro de una existencia que fue, porque lo que importa es que ya no es porque ha elegido no ser. Quizá la destrucción sea una forma de creación, pero la autodestrucción no. No se puede volver al origen si no existe.

La niña le arranca una oreja al oso, y él le mira. Bosteza. Le arranca la otra. La gomaespuma de su adentro se dispersa entre la nada como volutas del bostezo alentado de desaliento.

-Ahora ya no oye- dice la muerte
-Pero lee nuestros labios.Porque yo lo he destruido, e intenta obviarlo, trata de reponer la falta de lo que le he quitado.

La niña se arranca una oreja. Tararea. Se arranca la otra. La sangre de su adentro se desliza por la nada como plumas de su melodía compuestas al vuelo. Sus ojos se cierran.

-No te oigo porque me he quitado las orejas, sino porque cierro los ojos. La destrucción es el intento de recomposición, la esperanza de una vuelta, la ilusión de un progreso que lleve al origen, de un retroceso que habrá de llegar. La autodestrucción es el hastío, la aceptación de un final que apresuras a llegar, el ansia de la nada, las ganas del vacío, la finitud del tiempo, el intento de lo obsoleto del camino, la obviedad del amor a lo desconocido.

La niña se despoja del oso, que intenta recomponer sus orejas y se las empieza a coser. La niña se pone de pie, al tiempo que continua su melodía sin letra y pisa sus orejas, esparciendo su sangre en la nada que le rodea. La niña está ya enfrente de la muerte que le mira. Saca un reloj de arena. Ninguna figura en él de ella. La niña le lee los labios de hueso que dicen:

-¿No tienes miedo?
-No
-¿Por qué no?
-Me dedico a la autodestrucción.

La muerte se limpia el polvo de la cara. El oso, cosidas ya sus dos orejas, se come las orejas de la niña que se sienta. La sangre le corre por las manos como mermelada de fresa.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Te quiero con locura

Te quiero con locura. Te quiero tanto que no sé cómo he llegado a quererte tanto. Pero te quiero de verdad, te quiero con locura. Te quiero como si mañana ya no te quisiese, te quiero como si nunca hubiese querido a nadie. Te quiero como si no supiera quererte.
Te quiero con locura. Y con todas mis fuerzas. Y con todas mis ganas. Y con toda mi alma. Te quiero tanto que tu ausencia me duele, que tu silencio me mata. Te quiero tanto que si cierro los ojos te veo, y tanto y tanto, que no duermo hasta que no me imagino que estás a mi lado.
Te quiero con locura. Te quiero con infinita ternura. Te quiero tanto que todavía me río de lo que ya nos reímos. Que todavía sonrío de lo que hemos vivido. Que todavía siento que me estremezco cuando dibujo tu cuerpo con mi cuerpo, tus labios con mis labios, tu mano con mis dedos.
Te quiero con locura. Te quiero tanto que te amo.
Y te amo con locura. Te amo tanto que te extraño.
Te quiero con tanta locura que empiezo a enloquecer ante tu marcha, y cada día te echo más de menos, tanto de menos, que no sé si puedo. Y entonces aún más te quiero.
Te quiero tanto, Sara, te quiero tanto, que si ni vuelves… que si no vuelves… nada me haría más daño.

Me salvas de mí

Me salvas de mí
Porque me sacas
De mí, de mis palabras.
Me salvas de mí
Porque alumbras
La sombra de mi alma.
Me salvas de mí
Porque tú eres,
Porque tú eres,
Todo lo que me falta
Y me hace falta.

Me salvas de mí,
Y si no estás
No tiene sentido
Escapar
Y empiezo a escribir,
Y luego me ahogo,
Y luego me estorbo,
Y me pierdo en mí,
Para siempre en mí,
Y de ahí no salgo.

Me salvas de mí,
Solo tú,
Me salvas de mí.
Pero no estás.
Y el espejo me devuelve
La mirada perdida
Y la sonrisa de escarcha,
Las palabras escritas
Y las voces que hablan.
El miedo a perderte,
El alma rasgada,
La sangre que corre,
La muerte,
la nada.

Vas conociendo lo más oscuro de mí

Vas conociendo lo peor de mí, lo más oscuro de mí, lo más extraño. Lo enajenado. Lo que me enajena y me da razón de vivir. Vas conociendo lo más oscuro de mí.
Me has dado la cura, la clave, para esta enfermedad sin nombre. Me has curado las heridas, los daños, el pasado, lo has borrado, lo has borrado. Y la ilusión me la devuelves, y lo malo lo disuelves, y hasta lo bueno, hasta lo más bueno aun lo engrandeces.
Pero todo tiende a volver, de una forma inexplicable, a su origen. Como un círculo, como un bucle, y al llegar al principio es como no haber avanzado, como no haberse movido del sitio. Y es frustrante. Y desgarrador. Y mortal, es mortal muchas veces.
Por eso aquí estoy de nuevo, en mi oscuridad aterradora, en el silencio de las palabras escritas, en el vacío de los poetas, en la soledad que necesito. La necesito y me condena. Es condición de posibilidad de mi existencia, y es inevitable motivo teleológico de mi lenta muerte negra. Y tú, mi amor, mi amada, mi única y eterna construcción de subjetividades buenas, estás tan lejos, estás tan lejos… y no llegas a tiempo. Te lo pediré mil veces, pero no podrás salvarme más de dos. Y te diré, desde el agónico quejido de los últimos momentos, que no vengas aquí, que no te acerques, que no te adentres, que no te metas… tú no te metas en agujeros negros. No te metas a mi agujero negro, a mí. No te metas a mí.
Y aún así lo sentiré al revés, y aún así querré que vengas, como única posibilidad de cambio, como exclusiva esperanza para una vida perdida.
Pero la dejaré pasar, la dejaré viajar, la veré, con un nudo en el alma, tomando un autobús que la lleve lejos, que la lleve al norte, donde no me ve, donde no me salva, donde no la condeno a esta sombra, a mi sombra.
Vas conociendo lo más oscuro de mí.
Tú no te metas en agujeros negros.
Cuando el tiempo se acabe, entonces, solo entonces, podrás venir a buscarme, porque no arrojarás nada a la nada, porque no perderás todo hacia el todo, porque no renunciarás a una luz que se consume en mí, a un fuego que se hiela en mí, en la oscuridad y el hielo, en mí.
Vas conociendo lo más oscuro de mí.
Pero tú no,
Tú no te metas en agujeros negros.
Con lo que yo te quiero…
¿Cómo voy a desear yo eso para ti?
Yo deseo para ti todo lo bueno,
Solo lo bueno,
Aunque sea sin mí.
Pero si crees que puedes salvarme,
Sin condenarte a ti.
Si piensas que ya no soy nadie,
Si piensas
Si piensas tan solo por un minuto
Que hay algo que hacer,
Que no todo se ha perdido todavía,
Que vas a volver,
Dentro de un año,
O de toda una vida,
Yo aguanto por ti
Yo espero por ti,
Y no me venzo,
Y no me muero,
Y no me rindo
Y no me meto
Nunca más
En mi agujero negro.

Pero solo si me salvas,
Pero solo si tú vuelves.

Porque si no vuelves no salgo de mí.

Vas conociendo, conociendo
Vas conociendo lo más oscuro de mí.

El velo

El velo de los ojos
Es oscuro, está pintado
Y deja ver… algo.
Ese hueco de la vida,
Ese vacío de los días
Que no se llena,
Que huele a ti.
Que no se acaba,
Que sabe a ti.
Que no nada,
Que no nada.

Esa ausencia destructiva
Con tu cara y tu palabra.

El velo de los ojos
Es oscuro, está pintado.
Y no me deja ver
Más
Que lo que no se puede ver,
Lo que no se quiere,
Porque destroza,
Porque aterra,
Porque exprime
Lo malo de las cosas
Que son buenas.
Lo trágico de las comedias.
Hay un hueco,
Hay un dolor,
Un sufrimiento
Que sabe a ti,
Que llama a ti,
Que responde a tu nombre,
Instalado en mis días
Hasta que vuelvas,
Arrojado a mi vida,
Condenado,
A sentirlo, a mirarlo
Hasta que vengas,
Si es que vienes,
Si es que vuelves…

Se queda la muerte
Si tú no vienes.

El velo de los ojos
No me deja verte.
Me los arranco, mejor,
Me los arranco
Y que el velo se pinte
Con mi roja sangre.

Sobre una inundación

Me sangra el ojo. Me pasaba a veces, me pasaba siempre que intentaba ver. Me sangra el alma y las orejas, porque ya no oigo, porque ya no siento, porque ya me he muerto.
Me sangran las manos también, se vierten las gotas escarlata de impotencia. Y a veces de histeria. Solo a veces. Los puños destrozan tras su paso la pared. Y ahora me sangra el dedo que porta el anillo que me regalaste antes de irte.
Me sangra el ojo, sobre todo el ojo, de pensar que no vuelves. Y ahora se encharca la respiración muy poco a poco. Quizá no es cierto, tal vez no llueve.
Las palabras que se quedan sin decir no se escriben nunca, y al emborronarse con la tinta de la pluma nunca vuelven a ser verdad, el significado se pierde, el significante no existe, nunca ha existido. No hay palabras en los jirones del vestido que se ha cosido de propio para hablar.
Me sangra la nariz, me sangra el pelo, y órganos mayores. Me sangra el corazón si no te veo. Arráncame esas flores, y vamos a bailar. Vamos a fingir que el mundo no es como es, que no somos como somos, que nadie es nada, que todo es aire, que volamos. Vamos a inventarnos ahora que tenemos dos pinceles.
Y así, en este ensueño nunca despertado, todo podrá ser, todo podrá ser, y nada existirá a la vez.
El camino está lleno de nubes y no hay borrón, ni hoja de papel en blanco. Solo hay baches. Por eso me sangra el corazón, porque no sabe atravesar todos los obstáculos. Sangre, hay mucha sangre derramada, de muchas heridas desgarradas, cicatrices distintas que no cierran. Cada vez más, cada vez hay más espinas.
Ahora el viento sopla y me lleva lejos de esta habitación, de este olor a sangre que me ahoga, estoy sangrando, y ahora ya me alejo, pero no vuelves, no me has echado de menos. Ahora es hora, ahora es ahora, ahora es cuando, ahora es nunca, y nunca y siempre y nunca y siempre. Y ahora.

Viaje hacia otra alma

Los trazados de la carretera se disuelven junto a este estado de espera indescriptible. Que no vuelve. Y no vuelve. A la derecha el monte que cambia de color constante, cada día, pinceladas de acuarela bajo una lluvia que no cesa, emborronan las pisadas del suelo, las laderas de la montaña, las personas extraviadas, encontradas, muertas, luego, sin encontrarse a ellas mismas en el camino que perdieron.
Se perdieron los trazados de las carreteras a cada paso, y ahora nada, y ahora nada, el pasado ya no existe, se han borrado las pisadas. Pero el presente se desdibuja también, se emborrona ante estos ojos que ya lloran, ya caen las gotas. ¿Y ahora qué? No me encuentro, no me encuentro. ¿Y ahora dónde estoy ahora? ¿Y luego dónde estoy nunca?
Las luces rojas se amontonan en las córneas, y reciben estímulos extraños que actúan en los brazos, que quieren abarcar el ancho mundo nunca antes inventado. Pero la nada, solo la nada aferran con tanta fuerza que sangran.
Este viaje hacia otra alma me resulta tan cargante, tan pesado, tan extenuante, tan agotado. Hacía mucho tiempo que no me quemaba tanto esta sensación, hacía demasiado que no me helaba así el silencio. El lenguaje se disgrega y descompone ante la muerte. Y ya no hay nada. Solo silencio en los balcones. Quizá ni eso.
Ya se aleja la montaña por la ventanilla de este coche, y aun giro la cabeza, en un intento de retenerlo en mi memoria. Pero ella existe y mi recuerdo solo es recuerdo emborronado, ya olvidado. Existe la montaña del pasado, que ha quedado rota entre los ramalazos del viento extinto en su falda, en sus laderas, en sus recovecos, sus trazados.
Los trazados… los trazados… los trazos de la vida y las preguntas nunca resueltas me acompañarán siempre, siempre, y no me dejarán dormir. Y la muerte acechará por esta ventana que ya desaparece. Que venga ya. Que venga la muerte.
Y la muerte que ya viene aquí a morir.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Atardecer

La tarde antes provista de nueva vida iba decayendo ya entre los viejos y arrastrados edificios, dejando tras de sí una estela en el cielo, un color rosa intenso, que se mezclaba y confundía con un azul pálido y una oscuridad que se adueñaba del cielo abierto.
Las luces de los tristes edificios se iban encendiendo, y en los cristales se adivinaban los destellos de las imágenes televisivas cambiando de forma constante.
Dos figuras en un balcón contemplaban la ciudad anocheciendo, las calles mudando de color, los paseantes refugiándose en sus casas, los habitantes de los edificios vecinos comenzando la rutina de principio de septiembre. Se había ido el verano, se había ido como la luz de aquella tarde, como el azul de aquel cielo de miércoles, como el gato del vecino en la ventana, como el chico del primer piso regando las plantas. Se había ido el verano como una exhalación, como un bostezo repentino a media tarde, como el abrir de ojos en la madrugada por un desvelo inexplicable.
Ante aquella calma imperturbable de finales de tarde, esas dos siluetas en la noche contemplaron todo lo que nunca se torna inacabable. Observaron las situaciones en sí, su lado más finito, su aliento fino que se va, las horas que pasan, un globo que escapa y se vuela. Lo que no vuelve. Lo que cambia. Todo cambia. Devenir constante. Allí, ante los ojos de esa gran ciudad.
El tiempo detenido a cada instante dejaba percibir una música a esos cuatro oídos, una melodía que nadie más escuchaba, pero que acompañaba aquella imagen solitaria. Retumbaba en aquel atardecer La vie en rose, y esa voz oscura de Louis Armstrong anochecía un poco más el día. Su inconfundible sonido limpio de trompeta resquebrajaba el cielo rosa, tan rosa como la vida que describía aquella melodía. Y qué pronto acabó, qué pronto, aquellas notas deslizándose en la nada, perdiéndose entre todas las ventanas de las casas incendiadas. Se veía, a lo lejos, las torres de la Basílica, y a la izquierda, más, todavía más, los arcos de la estación. La estación donde la había visto por última vez, la estación de despedidas tristes, de esperas largas, de instantes pasados que no vuelven. Qué pronto se había ido el verano, tan pronto como se había marchado ella de sus brazos. Y ahora la tarde caía, y no podía remediarlo.
El cielo oscureció por fin del todo, poco a poco, y aquella canción volvió a sonar. También oscurecía en Alemania ya.
En Alemania no había esas vistas, de edificios tristes con medios tejados, ni antenas que parecen pingüinos, ni gatos solitarios arriesgando una de sus vidas en el alféizar de la ventana. Tampoco había en Alemania esa figura que en la barandilla se posaba, dirigiendo su pensamiento lejos, muy lejos de aquellas casas, despreocupándose por un momento de las vidas que las habitaban. Porque si esta estuviese allí en el norte, contemplando un cielo encapotado, en vez de un desierto techo con nubes disgregadas, blancas, como las casas, esa canción no sonaría, ni estas palabras se escribirían, ni esas lágrimas caerían, porque la mente dirigida al centro del momento no estaría lejos de ese encuentro, sino allí, al lado, del brazo de a la que pertenecían todos sus pensamientos.
La luz moría del todo entre aquellos polvorientos edificios, y ella no estaba para seguir su recorrido.

Yo sé que me quieres

Yo sé que me quieres
porque al mirarme me bebes
y al responder tu mirada
la sostienes
calmada
y antes no,
antes
la caída de los párpados
colmaba
nuestro silencio de miradas.

Yo sé que me quieres
porque te acercas mucho a mí cuando dormimos
y sé que yo te quiero
porque cuando tú no estás aquí
no puedo dormir
y te escribo.

Echo de menos tu pelo,
tu mano en mi mano,
y nuestras manos sobre el pecho.
Echo de menos tu risa
tu aliento, tu voz y tu brisa.
Tus pecas pequeñas de nariz
y las que forman figuras en tu espalda,
las que trazan caminos en tus brazos
y la que asoma por encima del labio.

Echo de menos la piel de tus dedos,
la de tu rostro.
La forma graciosa de tu boca
y tus grandes ojos.

Tus finas cejas extraño
como me extraño a mí sin tu mano.

Echo de menos tu ropa en el suelo,
en mi cama tu cuerpo,
la ducha sin agua,
tu aliento en mi cuello.

Yo sé que me quieres
porque lo sientes si lees esto,
y sabes que yo te quiero
porque de no hacerlo,
amor,
de yo no hacerlo...
todos tus detalles, ¡no podría saberlos!

A tus ojos

Tus ojos marrones
son tan claros como el cielo,
tan dulces como el viento
en la orilla del mar.
Tan audaces como el aliento
al dejar de respirar.
Tan atentos
como el ave que se posa
y jamás echa a volar.

Tus ojos marrones
se vuelven rojos al llorar
como si en el centro
del corazón de los nervios
hubiese un árbol de navidad.

Tus ojos marrones
son tan preciosos y grandes,
tan calurosos y amables,
tan cariñosos y afables,
tan habladores,
tan intensos,
tan brillantes...

que no puedo evitarlo,
que solo sé sentir
que vuelvo a estar en casa
cuando se posan en mí.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Ya te has ido, y mi cama huele a ti
Todavía
Está reciente el sello
Que tú has hecho
al pasarte por mis días
Está caliente el hueco
Que has dejado
al marcharte de mi vida.

Ya te has ido, y no te has ido
Porque en el aire flota
Todavía tu risa
Y tu cara, y tus quejas
Y tus reproches de niña.
Tu alma buena
Será posiblemente
Lo que más eche de menos
De momento,
Y con el tiempo
Añoraré, no las grandezas
Sino los detalles
Que tú tienes
Los detalles
De tu espalda tus tres pecas
De tu labio su curva gruesa,
De tus ojos la caída de los párpados,
De tus gestos
el lento retirar del pelo acompasado.

Echaré de menos tus días,
Nuestros días,
Nuestro aliento junto al fuego,
Nuestro adiós en el silencio,
Nuestros te quieros,
Nuestros montones
De montones de montones
De te quieros.

Echaré de menos como miras,
Echaré de menos como ansías
Detener el tiempo
Y cómo asumes
Que en su transcurso llega tu huida.
Echaré de menos tu valentía,
Que me hace fuerte
Tu valorarme,
Tu hacerme grande,
Tu coger mi mano por la calle.

Ya te has ido
pero el olor tuyo de mi cama
se ha impregnado
para siempre, para siempre y siempre
en mi lengua y en mi alma.
Como las cosas buenas que me enseñas,
Como las cosas grandes que tú amas.