Tus ojos marrones
son tan claros como el cielo,
tan dulces como el viento
en la orilla del mar.
Tan audaces como el aliento
al dejar de respirar.
Tan atentos
como el ave que se posa
y jamás echa a volar.
Tus ojos marrones
se vuelven rojos al llorar
como si en el centro
del corazón de los nervios
hubiese un árbol de navidad.
Tus ojos marrones
son tan preciosos y grandes,
tan calurosos y amables,
tan cariñosos y afables,
tan habladores,
tan intensos,
tan brillantes...
que no puedo evitarlo,
que solo sé sentir
que vuelvo a estar en casa
cuando se posan en mí.
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