domingo, 30 de agosto de 2015

El olor de la tierra mojada
se me cuela en el hueco de los dedos.

Demasiadas propuestas no cumplidas,
cada domingo me decepciono a mí misma.

Tengo los conductos del amor abarrotados
enquistados
por una masa densa y pegajosa.

He oído otra vez la llamada a la ausente:
mi piel se deshace con la lluvia.

Creí haber llegado a la palabra más pura
esa que pudiese salvarme
esa que rimase en cualquier hueco del lenguaje.
Creí haberla encontrado
como una gema en el barro del cuarto de atrás

pero su T se desintegró
y entonces quedó la cosa,
solo la cosa,
sin determinar.

Lo que res-taba lo guardé
como guardan mis párpados a los ojos por la noche

y de nuevo, lo imprevisible

se llevó la R con lo devastado.

Solo me quedó el Ser.
Tal vez...volar con él
la esencia de toda la palabra
lo único que importa
presente con vida
hoy blando, hoy güero

y sin quererlo
se esfumó
el olor de la tierra entre mis dedos
la E voló.

Creí haber llegado a la palabra más pura
esa que pudiese salvarme
esa que rimase en cualquier hueco del lenguaje

y me encontré,  como la loca que he sido
abrazando a la ausente :
Soledad eterna de plural.

sábado, 1 de agosto de 2015

Estoy en el límite,
en ese abismo incalculable.

Puedo medir los daños:
cada entraña de mi cuerpo desgajada
mi rostro desfigurado
en un tú y tú contra el suelo

ya nadie más podrá envejecerlo.

Estoy en el límite
es el lugar de los humedales
hay fango que bombea mi latido
y en mis venas corren cucarachas muertas.

Arranco la maleza con los dientes
me sirve de alimento

y diviso un camino allá a lo lejos

solitario y baldío
solo sopla mi nombre

Lejos, muy lejos
de lo que llamé hogar
nunca sabré si antes de tiempo.

Se hunden los cimientos
muro de carga de paja

No hay regreso.

Era yo,
ya sin ninguna duda,

era yo la que no estaba destinada a sobrevivir.
Los ojos descoloridos, inyectados
producen el sabor de la carne putrefacta.
Doblo lentamente
cada uno de mis dientes
hasta que la sangre me empapa la lengua.

Me ahogo con ella.

Abro la ventana
me debato
contemplo el día desdoblado en sombra
una extraña tierra
testigo de las guerras
y yo y mi batalla estallando.

Dispara.

Aunque fuese invisible me herirías.

Como cien aves planeando su fuga
tomo el camino de la huida
corro
de quien prometió cobijo
me alejo
como un hijo que niega a su madre en su lecho de muerte.

Ésa es la gravedad de mi abandono.

Un barco cargado
y un salto.