domingo, 30 de agosto de 2015

El olor de la tierra mojada
se me cuela en el hueco de los dedos.

Demasiadas propuestas no cumplidas,
cada domingo me decepciono a mí misma.

Tengo los conductos del amor abarrotados
enquistados
por una masa densa y pegajosa.

He oído otra vez la llamada a la ausente:
mi piel se deshace con la lluvia.

Creí haber llegado a la palabra más pura
esa que pudiese salvarme
esa que rimase en cualquier hueco del lenguaje.
Creí haberla encontrado
como una gema en el barro del cuarto de atrás

pero su T se desintegró
y entonces quedó la cosa,
solo la cosa,
sin determinar.

Lo que res-taba lo guardé
como guardan mis párpados a los ojos por la noche

y de nuevo, lo imprevisible

se llevó la R con lo devastado.

Solo me quedó el Ser.
Tal vez...volar con él
la esencia de toda la palabra
lo único que importa
presente con vida
hoy blando, hoy güero

y sin quererlo
se esfumó
el olor de la tierra entre mis dedos
la E voló.

Creí haber llegado a la palabra más pura
esa que pudiese salvarme
esa que rimase en cualquier hueco del lenguaje

y me encontré,  como la loca que he sido
abrazando a la ausente :
Soledad eterna de plural.

No hay comentarios:

Publicar un comentario