domingo, 29 de junio de 2014

Final y principio



Las paredes ya son blancas otra vez.
Al entrar en este eco desdoblado
me ha mordido el corazón una serpiente.

En este espacio que ya es frío, impersonal,
hemos tejido nuestro amor con fuego y tiempo,
hemos trazado nuevas formas de mirar
y expandir a otros rostros sentimientos.
En esta habitación que ha sido nuestra
se han dibujado nuestros cuerpos al trasluz,
se han disuelto los miedos.

Y ahora ya
solo queda lo diáfano de mí
lo versátil del papel en blanco
y un poema enrollado.

Cerraremos, para que no nos vean,
por última vez 
la puerta.
 
Tus ojos rojos, mis lágrimas tibias
un abrazo arqueado como ramas de árbol
y la promesa indubitable de seguir con vida.

Un nuevo viaje que ya emprendes
con tu inevitable maleta azul gigante.
El camino no trazado todavía
nos abre el mundo a sus posibilidades.

Recuerda:
los leones sobreviven en invierno
construyendo en cualquier parte su trinchera.

Adelante, compañera.

Viraje



Estoy perdida en un espacio demasiado denso
el suelo viscoso se me pega entre las piernas.
Ya estalló, ya se ha ido la tormenta:
ahora estamos solas en lo devastado.

Han caído las bombas y ahora busco mi cuerpo
detonado en fragmentos muy pequeños, muy pequeños
sangrantes
como lágrimas batientes al compás del sufrimiento.

En verdad lo supimos
desde el momento en que brotó
el asqueroso anhelo de adueñar el mar,
de cercar el viento:

No estábamos destinadas a sobrevivir.


Deshago mi mirada envuelta en la pared.
Una nebulosa dentro de mi pecho
un circuito inesperado incierto
a punto de estallar,
de desgarrar las entrañas en las que habito.
Dónde está la rabia:
entre las uñas desplegadas de mis dedos
arañando una superficie demasiado intensa.

No puedo comprender el silencio.

Yo solo quise dar amor creciendo entre mi pecho
Yo solo quise ofrecer de mí todo lo bueno

No entiendo por qué me rompéis en fragmentos
No entiendo por qué no es justo querernos.