domingo, 23 de mayo de 2010

te querré...

Hasta el día en que yo muera
te querré,
aunque sea un poquito.

Evitaré pensarte
a la lumbre de la vida,
mas, de noche,
reservarte en mi estará,
para dibujar tus facciones,
la costumbre al acostarse,
tan solo un huequito.

Hasta el día en que me muera
te querré,
aun no siendo merecido.
Y ahogando la espina del dolor
que deja el llanto,
rescataré recuerdos gratos.

Hasta el día en que yo muera,
asomará una lagrimita
en según cuando...
y solo yo sabré,
y solo yo sabré,
quién la alimenta y
de quién es.

Si me encuentran un día
mirando,
sin parecer ver,
te estaré evocando.
Y apenas durará un suspiro
en la memoria este recuerdo,
te habrás ido.

Pronunciaré cuando esté sola
en voz alta a ti
palabras, tantas,
que quedarán grabadas
en paredes almas
por si las llegases a leer.

Hasta el día que muera te querré.
Te querré en secreto,
te querré en silencio.
Te querré para guardarte
un rincón aquí, muy dentro.
Te querré cuando
quien me acompañe duerma.
Y así, sin luz,
me atreveré a esparcirte
con miradas y a besarte,
igual que antes.

Se irá la noche y te ocultaré
en lo más hondo del pensamiento,
hasta que vuelva a oscurecer.

Irán pasando así los ratos,
y los días,
y la vida...
Hasta el día en que yo muera
que será
cuando te deje de querer

Nada más

No cabe ya ni una sílaba más; explotará. Ni cabe un momento un desaliento débil. Hemos agotado el tiempo. Cuando la ira cae, la verdad queda, pura y simple. La realidad distorsionada por ojo vago hinchado, henchido de rabia, queda en nada.
Mas, que el enfado roto que despoja al odio no permita ni una muestra de amor, ni de perdón, ni de respeto.
Sus labios, todavía humedecidos, siempre, siempre, olerán a traición.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Ese lugar

He llegado a ese lugar en el que nada es para siempre. Está oscuro y hace frío. Hace mucho frío. No hay nada alrededor, porque todo lo demás es ajeno, y está de menos.
He llegado a ese lugar en el que se rompen los sueños, y me han saltado al estallar trocitos de cristal. Apenas los siento, y sin embargo sé que se me va escapando el alma en cada herida sin cerrar. He llegado del dolor al umbral.
Hay un vacío que voy llenando casi sin quererlo de recuerdos nuestros muertos. Se van hundiendo... y yo con ellos. No veo, no quiero, no puedo respirar. Me ahogo, pero no muero. Muevo el silencio que me envuelve, por si estás detrás.
He llegado a ese lugar en el que nada importa, en el que las palabras quedan cortas y las fuerzas fallan y dejan de andar. No puedo más. Tengo miedo. Tengo frío. Tengo sueño. Angustia. Necesito escapar.
Tiño el aire con pesado aliento. Doy vueltas sobre el mismo centro. Un naufragio inexorable de silencio. Una irremediable bocanada de tiempo. Me pierdo.
He llegado a ese lugar en el que tú no estás