Ahora, en la última hora
del día del ego,
mi orgullo se quema y mi yo se desplaza.
Aparece ella.
Tiene un rostro distinto
y su mirada me hiela.
La ternura y la bondad intactas
pero no para mí.
Ahora, ante el último suspiro del engaño
la verdad se desvela
y empiezan las lágrimas.
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