Antes el mundo
estaba lleno de tus besos,
las horas pasaban
y a ésas siempre
les seguían otras.
Antes invertíamos
tiempo en contar fantasmas,
en soñar que volaban,
en trazar nuestros planes
y en construir nuestra casa.
Antes el mundo
estaba hecho sólo para ti
y para mí,
y los domingos
para estar en la cama.
No importaba a dónde,
San Sebastián o Salamanca,
pero nos iríamos de aquí.
Antes nos asegurábamos
que íbamos a salvarnos,
a dejar muy atrás el pasado.
A prometer miradas,
a cumplir promesas,
a suplir distancias,
a engrandecer el alma.
Antes todo tendía a infinito
y era un constante
pase lo que pase.
Y ahora.
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