miércoles, 6 de julio de 2011

La tormenta

Tras la tormenta el mundo quedó en calma. El río crecido discurría con prisa y con fuerza, siguiendo el cauce a duras penas. Dos ojos volvían a otear aquel horizonte de aguas sucias de tragedia, de aquellas límpidas gotas de lluvia. No apareció. Todo se lo habría de llevar el tiempo. Todo se lo había llevado esa tormenta. Dos gotas saladas se unieron al temprano discurrir del riachuelo, y allí se hundieron.

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