Y al llegar a casa
el aliento se entrecortaba,
las piernas ya agotadas,
apenas podían enfrentarse
a los pasos que no daban.
La lluvia se escuchaba
tamborilear en los cristales,
y entraban dentro,
estallando contra el suelo,
después de deslizarse
por mi ropa y por mi pelo.
Y al llegar a casa ya no estabas.
Dentro silencio,
Fuera un trueno.
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