Te marchas junto al amanecer
de puntillas para no despertarme.
Tu hueco en la cama se va quedando frío.
Acuden a mí imágenes de la noche:
tu cuerpo y el mío llamándose
con la urgencia de las manos que tienen sed.
Detengo el recuerdo en tu mirada
tiene ese brillo de las cosas que no se pueden atrapar,
ese valor de las personas que se observan a sí mismas.
Todo lo que he sido y lo que soy.
Todo lo que tengo miedo de no llegar a ser
siento que lo ves.
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