Me he dejado sentir sin límite.
La cobardía se hizo sombra
acompañando mis pies en cada
esquina,
pero la noche siempre es amiga
para su huida.
Me he dejado sentir sin límite
y ahora soy una cara sin rostro
una mueca de dolor informe,
unas huellas sin identidad.
El sufrimiento es irreversible en
esta capa, profunda, de mi piel.
Este es el precio de la valentía que nació
igual que un niño no querido.
Este es el precio de la valentía que nació
igual que un niño no querido.
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