lunes, 28 de diciembre de 2015



Me he dejado sentir sin límite.
La cobardía se hizo sombra
acompañando mis pies en cada esquina,
pero la noche siempre es amiga para su huida.

Me he dejado sentir sin límite
y ahora soy una cara sin rostro
una mueca de dolor informe,
unas huellas sin identidad.

El sufrimiento es irreversible en esta capa, profunda, de mi piel.

Este es el precio de la valentía que nació
igual que un niño no querido.

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