lunes, 21 de noviembre de 2016

La envidia de la medusa

El gris del mar
ha llegado a nuestros centros.
Abro una ventana
y relamo el olor del aire
mientras se corta el invierno.

Mis escombros hablan de mí.
Y yo envidio a las medusas.

La espuma del mar
ha llegado a nuestros cielos.
Ésa que recibe los golpes sin moverse
hasta que se diluye y se deshace.

Mis escombros hablan de mí.
 Y yo envidio a las medusas.

Y yo,
aquí,
clavada en tu tierra
donde nunca me dejaste echar raíces.

Nunca fui planta, ni cuchillo, ni rosa
suficiente ni para del todo quererme
ni para siempre despedirme.

Si fuese una medusa
aún me quedaría
algún corazón intacto.

Pero ni siquiera las medusas
con sus siete corazones
habrían aguantado este último asalto.

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