Cuento nuestros días por miradas:
la palabra que no suena es la que nos llama.
Tu calma
me invita a vivir nuestros momentos
como si fuesen agua.
Estoy aquí, desnuda, frente a ti
me siento y contemplo
el resurgir pausado del tiempo.
Mis heridas y mis sueños me acompañan.
Conocerte:
para este viaje he olvidado mi armadura.
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