lunes, 18 de junio de 2018

Hay algo que sé,
que tú sabes que yo sé.
Hay algo, no sé qué es.
Es una pregunta, justo aquí,
en medio de mi espalda.
Hace ya unos meses que me incomoda,
no me permite tumbarme sin dolor,
no me deja sentarme
ni vivirme como aire respirable.
Es una duda que me asalta,
me persigue por callejones oscuros,
estrechos,
donde no encuentro mi rabia.
Necesito la ira para enfrentarme
a ti
a todos los delitos que has cometido.
Hay algo que sé,
que tú sabes que yo sé.
Hay algo, no sé qué es.
Es una pregunta, justo aquí,
en medio de mi espalda.
Se retuerce como un verso
que no quiere llegar al final,
como el aire jugando
con una bolsa de plástico,
como la espuma del mar rompiendo,
como la calma vacía de esta nada
que me pesa

me pesas

me pesas
y quieres subir
quieres subir
quieres subir aquí,
justo a mi cabeza
justo a mis recuerdos para borrármelos.
Quieres hacerme creer que no he vivido nada
que todo es producto de mi imaginación.
Quieres hacerme creer
que no he sufrido tu furia en silencio por vergüenza
que no viniste un día por la noche
que no me arrojaste entre los muros
que no inundaste mi cuerpo con tu luz de gas.
Quieres hacerme creer que esto no ha pasado.
Pero pasó.
Hay algo que sé
que tú sabes que yo sé.
Hay algo, no sé qué es.
Es una pregunta, justo aquí,
en medio de mi espalda.
Cómo pudiste arrancarme los pulmones
cuando aún me quedaban fuerzas para pedir ayudar.
Cómo pudiste ver
mis ojos ciegos,
mi lengua mutilada,
mis piernas agotadas
y no hacer
nada.
Cómo pudiste coger
todo lo bueno que tengo
todo lo grande que soy
todo lo grande que puedo llegar a ser
y convertirlo en
nada.
En apenas una mota de polvo
que interrumpe levemente
el lugar por el que pasas.
Hay algo que sé
que tú sabes
que yo sé.
Éste nunca fue un lugar seguro.
Por eso
el día en que me fui,
el día en que hice la maleta,
no derramé ni una lágrima:
sabía que por fin terminaba mi muerte,
sabía que por fin empezaba mi vida.

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