lunes, 11 de febrero de 2013

Muerte lenta

Toda la noche ha forcejeado con su sombra,
toda la noche ha batallado con su deseo de ser otra
con su lengua cortada
con las palabras que no dejan de decirse desdiciéndose a sí mismas.

Toda la noche escupiendo el rostro de quien tiene dolor de sed
del que tiene ansia de Ser

pero la verdad es que no eres y ni siquiera tienes ya reflejo

el espejo se ha roto

yo no tengo rostro ni boca ni nariz
y lo mejor de todo
    no tengo corazón

mi mirada de loca se desliza por estas palabras
mi locura errante

amo la soledad porque me destruye
amo la soledad porque me mata.

Y así, matándome, en el juego del sufrimiento eterno
podré decir que ya no existo
y que estas lágrimas no son mías
y que la sangre que sale entre mis dedos no es la mía
¡que yo no tengo sangre!
que a mi se me vacía el pecho cada día
y eso no importa ni importará nunca

no poder no saber no tener
no querer no querer no querer

no sentir ya más
no poder ya más

adivinarse como escoria entre el pensamiento
adivinarse como mierda entre la mirada de los otros
de la Otra:
lo Único que ha sido.

Deambular para siempre en ese terreno que es olvidado
divagar sentenciada por ese espacio que se va cerrando
por esa extensión de campo quemado que se disuelve
que se diluye
que se desnutre
del que nada queda
del que nada espera

del que nadie nunca se acuerda

ser siempre Nada dentro de este exilio al que estoy condenada.

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