De la cabeza, de las manos, de los pies. Yo, en una
encrucijada demasiado innombrable para haber sido escrita alguna vez. Me encuentro
en el inmenso océano de pensar lo no-pensado. De sentir lo que no me han
enseñado a sentir. Se me olvida respirar. Mi aprendizaje más básico. Se me
escapan los conocimientos clave tratando de aprehender otros nuevos. Este es el
fallo. El error mortal que me ha llevado al sitio donde estoy ahora: delante de
mí misma con rostro de papel en blanco.
De la cabeza, de las manos, de los pies. Me estiran para
agrandarme de todas partes. Y no lo entienden. No cabrá ya más en mí como un
pájaro en el borde.
Se me olvida sobrevivir. Decirle al corazón que lata. Se me
olvida que el trueno de las entrañas me está diciendo hambre. Mis párpados
pesados. Mis párpados sin nombre.
De la cabeza, de las manos, de los pies. Pero quién tendrá
mi pensamiento irrevocable. Quién mi ayuda infatigable. Quién mi compañía
perruna en cualquier parte.
¿Quién será Yo una vez que Yo se pulverice y estalle?
Cómo abrir el corazón evitando que se cuelen los fantasmas. Espectros
invisibles, habitan todas las esquinas, acechan todas nuestras vidas. Cómo abrir
la puerta y cerrarla a tiempo, dejarlos fuera.
Y mientras tanto qué sucede con el Yo, atravesado por las
otras, dinamitado hasta la muerte. Dónde encontrarse en una casa repleta de
otredades.
Se me olvida lo central. Se me olvida lo crucial, lo más
perdido. Se me olvida que sin mí mi vida no tiene sentido.
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