viernes, 7 de noviembre de 2014

El vértigo se abre
en el estruendo mudo de cuatro entrañas batientes

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Confrontación



La palabra voló:
no voy a ocultártelo.

La desnudez se abre limpia y clara
al tiempo que comienza a descender la espuma.
Ya no hay opción.
Los pájaros callaron al borde del abismo,
justo antes de decir adiós.

Y ahora
en esta habitación diáfana, sin esquinas
me miras como una forma de verbo herido.
Te brillan los ojos de no comprender.
Acércate.
La rabia te ha borboteado entre los ojos
prisionera de una contención brutal
y ahora se vuelve hiel entre tu lengua.
La saboreas largamente en tu abandono.
Sola. Desarraigada. Sin patria. Herida.
Así te sabes cuando asoma la madrugada
y ya nadie puede acompañarte
ni se atreve a llegar hasta aquí:
el interior del infierno que soy.

Demasiado calor de noviembre.

Mentir en el vacío:
siempre error.

El miedo ya surge entre tus cuencas.
Detrás de la ira
un puente de papel medio-derruido
en el meridiano de un precipicio mortal
y tú, atravesándolo.

Soy fiel al viento.
No me ha enseñado otra cosa mi ausencia de tierra.

La palabra voló:
no voy a ocultártelo.

Sintió la presión de la ropa cayendo.
No pudo  contenerlo.

Aún entre el cierzo se leía escrito un yo.

La lucha a muerte



¿Quién soy yo?

Un vértigo colapsó el flujo
en un torrente sanguíneo sin remedio.
Quién las promesas
Quién las palabras.
El tiempo se apagó y ya es tarde para comprender nada.

Te mueves entre los matices
de todos tus “yo” posibles
tocas todos sin llegar a ninguno
y solo queda una nada, nada
eterna Nada Mayúscula.

¿Quién soy yo?
Y los ojos miran para otro lado
desorbitados
insatisfechos de mirarse.

No lo puedo soportar.
Me hierven las venas cadavéricas.
Quiero levantarme, quiero moverme
pero habita en mí mi propia muerte.

No hay palabras.
Ya hace mucho que no me calman
Ya hace mucho que no me aman.
Me doy asco.
Tanto asco que podría resucitar a Pizarnik
y devorarnos la una a la otra
con versos putrefactos que saliesen del abismo
de un vórtice colmado de locura
condenado de delirio
¡que explote!

Ya explota.

¡Quién decidirá terminar consigo misma antes!

Una lucha a muerte de desgracias inconexas
Una palabra que me salve

¡por favor!

Solo pido una palabra que me mate.
Ocupar el tiempo de vacío


Una sombra espesa masticando mis entrañas:
este es el hogar que construimos.

Una araña carcomida en el rincón de su tela:
esto es lo que nos resta.

Y pudiendo desatarnos nuestra sangre
y escapar como promesas
al ritmo lento de la mañana helada…
nos quedamos.

Empiezo a sospechar
que sufrir nos alimenta.

Agarro mis venas con los pies
y estiro fuerte, valiente
Miedo.
El nudo no se suelta.

Abandonar mi corazón
como un obsequio destrozado
y huir de este escenario podrido.