Una sombra espesa masticando mis entrañas:
este es el hogar que construimos.
Una araña carcomida en el rincón de su tela:
esto es lo que nos resta.
Y pudiendo desatarnos nuestra sangre
y escapar como promesas
al ritmo lento de la mañana helada…
nos quedamos.
Empiezo a sospechar
que sufrir nos alimenta.
Agarro mis venas con los pies
y estiro fuerte, valiente
Miedo.
El nudo no se suelta.
Abandonar mi corazón
como un obsequio destrozado
y huir de este escenario podrido.
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