viernes, 20 de febrero de 2015

Llorar
como extraer por los ojos
todos los jugos de las entrañas.
Midiendo sin límite el tiempo
ya no me quedan días
se me han restado momentos.

He cavado lentamente
un desierto hielo
que ya se extiende,
que ya se extiende.
Me convierto en la arena yerma
me deslizo entre los dedos
y sin quererlo
mi cabeza se me desprende por el útero.
He renunciado a la leche materna
de la despedida
al dulce jugo del abrazo
porque mi yo se fragmenta
en miles de cuervos tuertos espantados.
Extraño mi cuerpo desnudo
delante del espejo.
Me deseo otra.
Y me contemplo, caleidoscópica
sin trueno,
sin sangre,
sin tiempo.
Qué me están diciendo mis pulmones
en este esfuerzo sobrehumano al respirar.
Qué me están diciendo
unas piernas que no me sostienen
unos ojos que me saltan a las manos
están viscosos,
están calientes
como tu cuerpo sobre tu cuerpo y el mío
como los cuerpos cuando hacen el amor
pero mis pupilas
hacen la guerra.
Yo sé que mi vida
debe cambiar
como una herida desbordada por mi sangre.

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