El día amaneció
lleno de lluvia y fantasmas
la luz era amarga y su sabor tenue.
Entonces llegó
un pensamiento justo a tiempo:
tengo aire en los pulmones
una libreta nueva en blanco
y esa niña interior bailando en mis zapatos.
Un guiño al espejo,
un té caliente,
un abrazo de oso,
y ya no llueve.
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