sábado, 31 de octubre de 2009

La historia del Ángel y el Hada

Yo he besado a un hada que me dijo
que si creía en lo imposible estaría siempre conmigo.

Cerré los ojos,
caminé hasta lo infinito
y volé por su cuerpo rozando lo divino.
T el hada me dijo que la salvara
si sentía su mano entre mi piel helada,
si cabía entre sus pechos de miel y plata,
si bebía cristal puro con la mirada.

Yo salvé a aquella dama
y seguí nadando
rumbo a lo más profundo de su alma.
El hada vino a mi encuentro,
pero el corazón que guardaba entre su pecho
era demasiado pequeño
y en el mío todo ella lo ocupaba.

Por eso un día se marchó para no volver.
Negué su ausencia
y busqué a tientas el olor de su piel.
Ahogué los llantos en la almohada,
sangré veneno por los poros de mi alma,
aculté la mirada
a quien intentó leer el dolor y el miedo
pintado en mi cara.
Grité tan fuerte su nombre
que se me oxidó la saliva en la garganta.

Pasó un mes antes de decidirme
a ir a buscarla.
Cosí las heridas de lo más profundo de mi ser,
cicatrices mal cerradas,
sal para secar las lágrimas,
valor atado a la espalda,
y me construí unas alas con palabras.
Yo sabía que eran alas de papel,
pero también sabía
que el amor ciego es el único que puede ver.

Volé a donde solo la divinidad de lo absoluto
puede acceder.
Donde la incorporeidad de la almas
caminan libres, tal vez vuelan
intentando a la tierra volver.

Largo tiempo me aguardaba
suspendida en el aire,
tan largo fue ese espacio
que mis ojos, mi alma y mi pelo
se tiñeron de blanco
y se podía ver a través de mi piel,

Un ángel níveo y claro
con alas de palabras en papel.
Y fue entonces cuando vi a mi hada
con un corazón nuevo
fabricado son siete sonrisas
capaces de hacerme estremecer.

Yo besé a un hada que me dijo
que si creía en lo imposible
estaría siempre conmigo.

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