Tú tienes un don
que tiene al mismo tiempo una pareja.
Tú tienes dos dones
que, sin serlo, son iguales.
Tú tienes un don
que tiene a su vez una réplica,
exacta copia contraria a la verdadera.
Son capaces tus dones
de hacer que escuche mi corazón palpitando
si con ellos me acaricias muy despacio
el pelo, el cuello,
el alma y el cuerpo.
Tú tienes dos dones
que se forman donde acaban tus brazos.
Diez son los milagros
que me rozan en silencio y sin pensarlo.
¿Qué no daría yo
por enlazarlos con mis simples manos?
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