martes, 19 de noviembre de 2013

Votando, pero en un sistema patriarcal

Hoy hace 80 años que las mujeres conseguimos el derecho al voto en España. 
El voto fue una de las primeras luchas que las feminsitas llevaron a cabo, y lo consiguieron, junto a la promesa de un gran cambio.

Pero el feminismo no se agotó ahí. El feminismo tomó la tarea de llevar al ámbito público las opresiones que se consideraban privadas. Las hizo políticas. Llevó al terreno social y político esos temas que nos afectan a nosotras, las mujeres, por emerger desde que nacemos en una categoría oprimida.

Hay un pensamiento extendido, un pensamiento ignorante y nocivo: que el feminismo está pasado de moda.

Pero las que sufrimos la violencia y la opresión de vivir en una sociedad heteropatriarcal sabemos que esto no es cierto. Sabemos que queda mucho camino por delante, muchas luchas abiertas. Algunas se comenzaron hace siglos, pero en pleno s. XXI seguimos aquí, en la trinchera, luchando por esos mismos derechos. Por el derecho al aborto. Por el derecho a decidir sobre nuestra propia vida. Entre tantos y tantos otros derechos que hoy todavía no se nos reconocen. Lo cual es simplemente vergonzoso.

Hoy hace 80 años que pudimos votar. Pero seguimos sufriendo el machismo cotidiano.
Hoy podemos votar. Pero seguimos muriendo por el terrorismo machista. 
Hoy podemos votar. Pero seguimos siendo acosadas en nuestros trabajos, y agredidas verbalmente en la calle, en los bares. Nos siguen educando en la cultura de la violación. Seguimos pasando miedo por la calle cuando volvemos a casa. 
Hoy podemos votar. Pero todos los días sufrimos sexismo. Todos los días se nos impone el ideal de belleza y el modelo de "mujer verdadera" que tenemos que ser: en nuestra educación, en las series televisivas, en la publicidad...
Hoy podemos votar. Pero no nos enseñan a hablar ni a tomar el espacio público, si no a quedarnos calladas, a sentir que nuestra opinión no es válida, no es lo suficientemente importante para ser escuchada. 
Hoy podemos votar. Pero nos siguen educando para hacernos creer que nuestro máximo logro vital será casarnos con un hombre y tener hijos. De lo contrario, estaremos vacías.

Hoy podemos votar. Estudiar. Trabajar. Conducir. Fumar. Hay quien piensa que así se consiguió esa famosa "igualdad", que ya no tenemos nada más que pedir, que partimos de una estructura justa. Pero sabemos que esto no es verdad. Lo notamos en nuestro cuerpo, en nuestra piel, en nuestras heridas... día tras día.

Hoy podemos votar. Pero la lucha sigue. Todos los días. Es el legado que nos dejaron las mujeres que lucharon por el voto femenino en España. Y el feminismo es el espacio desde el que poder llevarla a cabo.

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