Tendré el corazón dividido. Como un mapa deshecho entre la
lluvia. Como una cara astillada por el frío y por la bruma. Tendré el corazón
siempre dividido. Fragmentado como la existencia de mi ser deviniendo en la
intemperie del tiempo. En lo más descubierto. Al raso.
Tendré el corazón dividido y desconchado, como la pared de
ese sitio seguro que se va devastando. Como una temporada larga sin sexo ni
lenguaje. Como un espacio lento y cierto
sin cubrir, sin tapar, sin ocultar, escondido apenas por un par de manos distraídas
que se miran.
Tendré el corazón siempre dividido y lleno de cicatrices, de
mil y una cicatrices, de todas las heridas de una vida que pasa sin pena
aparente y sin graves incidentes. Como las guerras que libran las personas que
no tienen en su vida grandes dramas.
Tendré el corazón y el cuerpo destartalados, desmontados,
viviendo caóticos entre un frío tan indescriptible que se me congelan las
palabras en el intento más humilde. Y habré de confesar algún día. Y habré de
reconocerme a mí misma… que los versos no siempre curan y las palabras no son
de todas. Que a veces la poesía no arranca ni llega ni alcanza a expresar los
estallidos, y se queda corta, y me recorta el alma las ganas las esperanzas y
todas todas mis hazañas. Y no puede, sedienta como está, sedienta como es ella,
beberse a tragos las rimas más amargas y más desesperadas, y acompasará sus despertares
con andanzas, con lágrimas que sangran, que manchan la pared, y el suelo y los
dedos se los mancha cuando se masturba a solas, sin nadie a quien querer, sin
nadie a quien leer sus versos, sin nadie a quien escribir, y escribe a las
palabras. A las palabras que le van dejando sola.
Escribo frenéticamente a ese corazón descontrolado, a ese corazón
des-corazonado, que ha olvidado que ya existe, que no recuerda nunca más
existir ni respirar. Y tal vez esa dictadura del pensamiento, ese dominio de la
razón, ha tratado de aniquilar para siempre los sentimientos más profundos y
desconocidos, los que jamás se dirían a nadie, los que la poesía no quiere ni oír.
Pero esos sentimientos solo pueden volar y fluir y se extienden
como una baba negra por el alma del poeta. Y no hay dios por filósofo que sea
que los pueda hundir. Y ahora bien, si la palabra es poema, si el poema es
rabia y la rabia careta. Si la careta es tuya y mi rostro un puzle sin piezas…
Querrás decir tal vez que ya no tengo nombre.
Querrás decir tal vez que he olvidado escribir, que mis
palabras no sirven, que el mar de mis entrañas está subiendo mi marea, y solo
puedo nadar
Nadar o ahogarme hasta que amanezca.
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