Tu mirada triste
despidiéndose de mí.
Tus rizos callados en fuga.
No sé por qué
me inunda la tristeza hoy
en esta noche más larga que el suicidio.
Está todo callado y escucho
los recuerdos que jamás han sucedido
las palabras sin voz.
Hay un hueco indecible
entre mi pecho
y en el centro de mi habitación.
Tu mirada triste
despidiéndose de mí.
Tus rizos callados en fuga.
Estoy agotada.
El julio más helado de mi vida
ya casi se pliega.
Se cierran
como desean cerrarse
mis ojos cadavéricos.
Abandonarse a esta angustia desolada
y llorar.
Llorar palabras en verso a carne viva.
domingo, 27 de julio de 2014
sábado, 19 de julio de 2014
Mirada misteriosa en movimiento
Los signos de tristeza incandescente
te desdibujan en las comisuras.
He memorizado cada pedazo de tu rostro a oscuras.
Mi piel ondea en el horizonte
intentando ser un faro para ti
donde llegar a tierra sin tocar fondo.
Pero el mar de tus entrañas se agita de nuevo.
Te sumerges en ti,
solo quieres salir.
Recojo poco a poco con mis manos
tus signos de tristeza incandescente.
En mi lengua lo callado de las cosas.
En mi cuerpo las caricias imposibles.
Has pensado en volver y entonces
se abre un camino destrozado de amapolas,
incendiado de delirios,
devastado de prejuicios.
Si pudieses escapar de este silencio pegajoso
que te inunda las entrañas y te mata
lentamente, poco a poco,
desplegarías tus alas
alzando el vuelo en busca de tus labios
para estirarlos, y estirarlos
en una sonrisa eterna que alumbrase la vida.
Mis ojos movedizos
no dejarán de atender a las palabras sin nombre
que esconden
tus gestos enroscados.
Me estás quemando el corazón.
miércoles, 16 de julio de 2014
El encuentro imposible
Tu silencio es inquietante y doloroso.
Estás lejos como el mosquito
en el abismo insalvable.
Tienes ratones entre las entrañas.
Imagino
tu rostro desplegado entre el horizonte.
No puedo describir el torbellino,
no soy capaz de dibujar el trueno
que inunda lentamente tu cabeza.
Va subiendo el nivel en las alturas.
Ha estallado,
tu Ser extendido entre las ramas,
ha explotado.
¿Cómo comunicarme contigo?
Si lo que derrama tu sangre es lo que aviva la mía.
¿Cómo acercarme a ti sin violentarte?
Si lo que te mata es lo que me revive.
Yo no he encontrado el camino
y lo busqué
juro que llevo mucho tiempo intentándolo
pero cada día
mis pasos me alejaban más de tu amistad desvanecida
y más
a mis sentimientos incendiados.
Tengo un dolor entre los ojos
para el que jamás habrá palabras.
Tengo un sufrimiento entre las trabas
que han ido creciendo entre tú y yo
mi compañera de cafés y de horas muertas.
No he podido evitar mis sentimientos,
no he podido borrarlos.
Enséñame la forma de dirigir a mis tornados.
Y si no es posible,
y si tú tampoco sabes
agarrar el agua entre los dedos y apresarla,
abrazar las nubes en el cielo y no soltarlas,
cegar el agujero del volcán y detenerlo…
Por favor, intenta entenderlo.
Perdóname.
Perdónanos por querernos.
Fuera
Al final pudo con nosotras
y tu agua se secó
y mi sangre se convirtió
en cubitos de hielo por las venas.
Al final pudo con nosotras
y tus dientes me mordieron
y mis sentimientos te abrasaron el corazón.
Te he quemado y te he vencido
en un campo desolado yermo muerto.
En la maleza de los sueños terrestres
me has hundido hasta ahogarme, lentamente.
Nos quisimos entre bastidores
y al final
dejamos de hablar de poesía
para interpretar un papel de teatro.
Nos ha matado,
nuestro argumento devastador,
nos ha matado.
Y yo escribí
“por favor, que no nos mate”
Pero ha podido con nosotras
el abismo de lo innombrable.
Como desconocidas que ya ni siquiera se miran.
lunes, 14 de julio de 2014
Cuando la palabra versátil chocó contra una piedra
Se condensa y al fin estalla.
Lo sabíamos
todo se destruye
ante nuestra incredulidad.
Inocentes.
Los pájaros siempre nos han volado
por encima de las cabezas.
Es por este lugar
es por esta sed de lugar
de seguridad
pero de pronto le salen brazos
y la cuerda no sostiene
la cuerda ahoga.
Quiero volar como un pájaro herido.
Que me curen las palabras
que me hablen
sumida en mi pequeña catarsis.
Nuestra proximidad
se mide en ausencias.
Dónde lamer mis heridas
de unas alas nunca desplegadas.
Lo sabíamos
todo se destruye
ante nuestra incredulidad.
Inocentes.
Los pájaros siempre nos han volado
por encima de las cabezas.
Es por este lugar
es por esta sed de lugar
de seguridad
pero de pronto le salen brazos
y la cuerda no sostiene
la cuerda ahoga.
Quiero volar como un pájaro herido.
Que me curen las palabras
que me hablen
sumida en mi pequeña catarsis.
Nuestra proximidad
se mide en ausencias.
Dónde lamer mis heridas
de unas alas nunca desplegadas.
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