Tu silencio es inquietante y doloroso.
Estás lejos como el mosquito
en el abismo insalvable.
Tienes ratones entre las entrañas.
Imagino
tu rostro desplegado entre el horizonte.
No puedo describir el torbellino,
no soy capaz de dibujar el trueno
que inunda lentamente tu cabeza.
Va subiendo el nivel en las alturas.
Ha estallado,
tu Ser extendido entre las ramas,
ha explotado.
¿Cómo comunicarme contigo?
Si lo que derrama tu sangre es lo que aviva la mía.
¿Cómo acercarme a ti sin violentarte?
Si lo que te mata es lo que me revive.
Yo no he encontrado el camino
y lo busqué
juro que llevo mucho tiempo intentándolo
pero cada día
mis pasos me alejaban más de tu amistad desvanecida
y más
a mis sentimientos incendiados.
Tengo un dolor entre los ojos
para el que jamás habrá palabras.
Tengo un sufrimiento entre las trabas
que han ido creciendo entre tú y yo
mi compañera de cafés y de horas muertas.
No he podido evitar mis sentimientos,
no he podido borrarlos.
Enséñame la forma de dirigir a mis tornados.
Y si no es posible,
y si tú tampoco sabes
agarrar el agua entre los dedos y apresarla,
abrazar las nubes en el cielo y no soltarlas,
cegar el agujero del volcán y detenerlo…
Por favor, intenta entenderlo.
Perdóname.
Perdónanos por querernos.
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