Mis ojos notan el calor del sol
intentando atravesar la barrera de mis párpados.
Un rugido calmado, denso, regular
se me cuela detrás de las orejas.
Mi piel
devorada por tus dientes al contacto con la luna
va cambiando de color en esta playa desnuda.
Me bebo lentamente mi respiración
mientras extiendo las manos.
Tu piel
memorizada por mi tacto
aparece al encuentro con mis brazos.
Y recuerdo cuando te escribí
que la barrera del horizonte al contacto con el mar
te llamaba desde lejos,
y dos siluetas se abrazaban al trasluz atardeciendo.
Y ahora aquí
entre la arena de esta espuma
somos al fin,
ante la playa,
una figura.
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