No quiero moverme de esta silla.
Tengo miedo.
Cierro los ojos como si se me gastase el aliento
con fuerza
sello mis párpados salados.
No me atrevo a acercarme a aquella cama
tu olor todavía condensado entre la almohada
y un hueco viviente que huele a herida abierta.
Un torrente de sangre me inunda el corazón.
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