domingo, 27 de marzo de 2011

Eterno retorno

Después del silencio, vino el vacío, y después vino el rocío fresco de tus labios gruesos finos. Después de la primavera llegó la esfera, desconcierto incierto de un concierto incendio. Siempre, cuando nos vamos, siempre volvemos, pero no vuelvo, hoy yo no vuelvo.

Después del verano llega el otoño, enfermo agosto siempre recordado, maldito verano que nos devolvió los labios.

Ahora es primavera, ahora no estás cerca. Ahora veo lo que no podía, ahora siento lo que no sabía, ahora río una risa que desconocía.

El vacío nunca acaba, la nada nunca llega para llenar con trocitos de arena el hueco del invierno frío, septiembre mío. La muerte acecha y se estrechó para llevarte lejos de mi espacio. El vacío siempre se hace grande a largos tragos.

Después del silencio llega el ruido, y después del ruido, el olvido.
Ahora es antes, después es ahora del antes de siempre. Nunca vivimos mientras morimos. Siempre morimos mientras vivimos.

Después de la nada, después de ti, llegó el todo, llegué yo, llegué de mí.
Ahora estoy en mí, y es primavera. Ahora estoy yo sola en esta ausencia. Pero esta ausencia ya no mata, pero esta ausencia ya no duele, ni escuece, ni sabe, ni entiende. Esta ausencia es absoluta y está llena. Está llena de mi, de mis ganas, de mis fuerzas. Vaciada únicamente de ti, de la nada que aportabas a mi todo inmensidad.
Después del silencio,
vino el vacío,
y después vino el rocío
fresco
de tus labios gruesos finos.
Después del silencio llega el eco del silencio mismo.

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