Te echo de menos y aún no te has ido.
Te extraño hasta desconocerme.
Te extraño tanto que te invento
y disuelvo la luna
acomodando en su lugar
tu recuerdo.
Hemos ido creciendo y ahora
no me cabe el corazón en este pecho
tan pequeño y tan sincero
que no quiere que te marches de su ciudad
porque las calles se quedan tibias y mojadas
pelean entre ellas para que vengas
te llaman aullando a tu rostro que preside los cielos.
Te echo de menos y aun no te has ido.
No recorreré ya más esa larga avenida
bajo un sol pegajoso intentando derrumbarme.
Ya no habrá más bajadas hasta ese barrio
en el que soñamos vivir juntas alguna vez.
No habrá más capítulos por este verano.
Te echo de menos tanto que me extraño.
Los madrugones para un desayuno escaso
tras las noches sin ti.
Remolonear en el sofá convertido en casa
tras las noches en ti.
Las curvas de mi cuerpo proyectadas en tu espalda,
tus gruñidos nocturnos,
mi pereza acumulada.
La guitarra que amontona polvo,
la pared de tu habitación renovada.
El helado derretido,
como los hielos olvidados,
las películas de drama
que nunca hablarán de Nosotras.
Los paseos y los besos bajo temperaturas criminales
Las ventanas abiertas por la noche.
Las sorpresas de limpieza
las tardes que se alargan en cerveza.
Echo de menos todo lo que hemos hecho
como recuerdos que se almacenan
en ese rincón de la memoria
donde se guarda todo aquello que merece la pena.
Pronto habrà nuevas historias para escribirlas, como las de este maravilloso mes
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