miércoles, 17 de julio de 2013

¿Por qué ser feminista?




El feminismo no está de moda. Existe desde que las primeras mujeres del s. XVIII fueron conscientes de la situación opresiva que ocupaban en su sociedad y se decidieron a tomar la palabra: privada y acallada en esa y todas las culturas desde siempre.

Lo que hay ahora es una nueva forma de feminismo que se extiende y se levanta. Asistimos a una gran oleada de feministas en red que abren sus cuentas enfurecidas y arrojan toda la rabia que llevan dentro de sus coños a Internet. Y esta palabra escupida entre las teclas es leída, tomada, retwitteada y compartida por una gran cantidad de mujeres que a su vez se levantan. Es nuestra nueva forma de denuncia y toma de conciencia en la cultura de las redes sociales.

Esa palabra es también distorsionada, insultada y malentendida.

Hoy me he detenido un momento a preguntarme el por qué de esta difusión tan tramposa y manoseada de nuestra lucha legítima, por qué las críticas a nuestro discurso, en especial de muchas mujeres, en vez de la unión a nuestras filas. Por qué el desprecio al feminismo en sí, sin tan siquiera un pequeño acercamiento a un libro, un asomarse a algún artículo para enterarse de lo que se está debatiendo hoy: de lo que tenemos entre manos aparte de una situación opresiva que nos desgarra.

He decidido volver a los orígenes. Ir a las bases, aclarar lo inaclarado y dado por supuesto, y por este motivo siempre malentendido y cuestionado. He considerado ir a la primera pregunta que todas las que estamos ya en la trinchera damos siempre por sabida, pensando, en un ramalazo optimista que me ha entrado en el cuerpo, que este rechazo solo puede venir del desconocimiento más absoluto sobre qué es el feminismo.

¿Por qué ser feminista?

El feminismo es ese espacio que se abre entre el machismo que lo ocupa todo. Ese lugar de resistencia y lucha donde poder respirar ante el patriarcado que oprime, ahoga y asfixia.

Una mujer que se declara feminista no es una mujer que odia a los hombres, no es una mujer histérica, radical, sin humor, exagerada. No es una feminazi.

Una mujer que se declara feminista es una mujer que comprende que, en una sociedad machista, patriarcal, heteronormativa y paternalista no puede ser otra cosa: no puede emerger como sujeto real y efectivo de ninguna otra manera. Porque ser una mujer no feminista en un mundo de hombres implica ser lo Otro de lo Uno que es el Hombre, es decir, estar definida por ellos, desde fuera, no ser realmente un sujeto, sino un objeto del patriarcado, considerada como tal para los intereses y el disfrute del sistema opresivo.

Una mujer que no se considera feminista es una mujer no empoderada, carente de una posición desde la que poder luchar, falta de conciencia de que forma parte de una minoría, equivalente a las minorías trazadas por la raza o la orientación sexual.

Una mujer que no solo no se considera feminista, sino que rechaza el discurso feminista, y nos llama feas, peludas, gordas, malfolladas, es ser una persona que no ha entendido absolutamente nada.
Las personas que critican y rechazan el feminismo solo están poniendo de manifiesto su ignorancia, su desinterés y su falta de responsabilidad por el mundo y la cultura en la que viven.

El feminismo es ese único lugar desde el que las mujeres podemos tomar la palabra y reivindicar todo lo que es nuestro y siempre se nos ha privado: nuestro de verdad, no nuestro en relación al hombre.

No hay un feminismo. El feminismo no es dogmático. El feminismo no es una religión. El feminismo es algo cotidiano, vital, del día a día. Es ese único espacio de un ático donde puedes estirarte por completo, ponerte de pie cuan alta eres sin darte contra el techo: el resto de la estancia, donde tenemos que avanzar agachadas y mirando al suelo, constituye el patriarcado. ¿Y qué es el patriarcado? Nuestra sociedad y nuestra cultura: nada más.

Una mujer consciente de su pertenencia a un grupo minoritario, que ha detectado toda la injusticia, toda la opresión y violencia que soporta encima todos los días, una mujer que se indigna por esto, que sufre por ello, una mujer a la que se le impide la libre actuación y movilidad por ello, una mujer responsable con el mundo en el que vive que ha detectado que su cuerpo y su identidad no son razones ni motivos de peso para sufrir toda la violencia que sufre… es una mujer que comprende que esta sociedad no le concibe sino como objeto, y que desde el feminismo puede constituirse como ser con existencia propia, autónoma, real e independiente.

Dentro de la teoría, hay muchas corrientes de pensamiento feminista. Dentro de la práctica, hay tantos feminismos como mujeres feministas hay en el mundo. Porque cada mujer que lucha por devenir sujeto siente, sufre y vive su discriminación y su opresión de una manera distinta, y todas pensamos en ella, cada una desde nuestra posición, nuestras categorías, nuestra vivencia.

Ser feminista no es tomar un discurso perfectamente redactado y aprendido de memoria para reproducirlo hasta vaciarlo de contenido. No hay diez reglas para ser feminista, un top ten de la lista morada del día. Ser feminista es hablar por ti misma. Por eso mi Yo, mi Ser, este nombre desconocido e ignoto, que no es famoso ni pretende serlo, se siente con el derecho de empezar a teclear y escribir lo que piensa. Por eso todas las mujeres feministas que han tomado Internet con cuentas falsas o nombres ingeniosos, y escriben todos los días sus preocupaciones, sus luchas y sus indignaciones, se sienten en la legitimación para hacerlo. Porque el feminismo es darle sentido y voz a tus palabras, y hacer que tus ideas, forjadas por la vivencia y la evidencia de una posición inferior dentro de la cultura patriarcal, cobren aliento y queden reflejadas.

Alguien las leerá. Mujeres del mundo las leerán. Mujer feministas se acercarán a ellas, ávidas y sedientas de nuevas declaraciones de personas desconocidas como ésta que escribe estas líneas. Y en ese tomar conciencia y palabra individual, en esa lectura de vivencias particulares comprenderemos que no estamos tan lejos unas de otras, que la opresión se repite en todos los cuerpos, y que al leer un suceso de micromachismo cotidiano y velado no es en realidad una anécdota puntual, sino algo que hemos vivido, idéntico o muy parecido.

Se va formando una conciencia de feminismo global, que empieza desde una misma: desde el acto heroico en lucha de ponerse a si misma un nombre.

Avanzar en nuestra lucha y nuestra toma de palabra y responsabilidad con nuestra vida y nuestra causa, hasta  llegar al punto de toparnos con una crítica al feminismo procedente de una voz femenina y declarar:

¿Una mujer no-feminista? Imposible. Eso es un animal mitológico del patriarcado.

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