martes, 17 de mayo de 2011

Desengaño

Y parece que el amor solo está cuando se sufre, y si se nutre de lágrimas crece más. Si por el contrario es un amor sano, bueno, puro, claro, distinto, platónico o cartesiano, nada falla y en verdad nada funciona, porque el miedo al dolor crece más que el dolor mismo.
Y parece que el amor no es nada bueno, y parece que el amor arrastra y apuñala por la espalda, ni ayuda ni comprende, solo necesita, y la necesidad, fuera de nosotros mismos, está abocada a no ser jamás cubierta ni descrita.
Y parece que el amor se impone, como única verdad, en duras decisiones, y todo gira en torno a él y todo gira porque hace que todo gire. Provoca que se mueva el aire, el mundo, el desaliento, el grato viento, el huracán. El tornado, las mareas, la luna, el sol, el cielo y hasta un pequeño caracol, gusano o ciervo. Y mueve todo con ese son, ese compás etéreo del que todos van detrás, y lo buscan, lo buscan de forma tan desesperada que lo habrán de encontrar. Porque quien busca con anhelo, con raudo desespero, antes de encontrar prefieren producir aquello, y el producto nunca es natural, nunca es verdadero. Por eso el amor que mueve el mundo es falso, mero constructo.
Y por eso parece que el amor solo está cuando se sufre, y si se nutre de lágrimas crece más. Porque no es amor. Y todo el que dice que ama miente. Porque no ama más que una creación propia, una mentira con efectos reales, con vestigios de verdad. Y todo el que dice que ama engaña. Porque el amor no existe.
Que existió no lo dudo, pero todo deviene, y a lo que podemos aspirar no es ya a amar, tan solo a querer, querer sí, infinitamente, con el corazón encogido y la boca muy grande.

Quien ama miente, y quien quiere quiere porque no se quiere.

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