jueves, 6 de junio de 2013

Estás en todas las voces

Estoy masticando un aire pegajoso y quiero salir.

Es esta irrisoria sensación
este nimio saber poderoso:

el ridículo de no pertenecer.

Constan-te-men-te

Consta-a-n-temente

barriendo las esquinas de un callejón
demasiado pequeño
siempre
todo
en diminutas dosis
siempre todo lo bueno

el dolor
a bocanadas

el sufrimiento
a borbotones

a tragos largos a tramos lentos
siempre a trazos demasiado necios.

El instante de no pertenecer
de estar fuera
de la constante purulenta atemporal

y un resquicio obsesivo de distancia
como si no quedase nada fuera
como si no quedase nada.

Las estrellas cuelgan del cielo
como un móvil a punto de ser devorado
por esa luna demasiado grande para poder mirar de frente
la vida siempre queda
como ese abrigo de tres tallas por encima
siempre en mis hombros
como si fuese una niña.

Le tengo miedo a muchas cosas
pero nunca nada a tanto
como a una escalera que no esté en su sitio.

Por dónde habré de buscar ahora otra salida
por dónde hallar esa subida a la nada desde la nada
esa luz de no poder más
ese invierno de colgarse del cuello mil veces
antes de resquebrajar todas las pestañas
antes de morderse a tientas el cielo desteñido.

No he podido perder
nada más
de lo que he tenido
pero no ha sido nada
solo algunas palabras que se quedan
en ese minuto de despertar
cuando sueño poemas

y se olvidan...

por qué se olvidan y por qué
no se pueden olvidar las cosas
que dejan aquí, entre nosotras
poco a poco
esta herida.

Estoy remando entre el lago que eres tú
con un bote de seguridad cuestionable
oxidado y sin pintura
doy brazadas con todas mis fuerzas
con el sudor recorriendo
interminablemente
el filo imperfecto de mi alma

y no me ahogaré
en este ingente cúmulo de agua,

por favor,

dime que no me ahogaré

aunque me caiga.

Me están mirando los espejos
llenos de delirios
me están amando
me sonríen desde las cornisas
de esta noche repleta de dualismos extraños

y no puedo parar
de buscar la razón de mi existencia
la esencia, el centro, el núcleo, el poema

no puedo parar de dejar que todas estas cosas
entren en mí
me invadan
como tú haces

entren en mí
de espaldas
como acostumbras a hacer

que entren en mí
por todas partes
en todas las direcciones posibles
que se te ocurran

que me completen y me llenen
cada uno de mis agujeros
todos los vacíos
que no he podido recoger

toda la basura sin tirar en el pasillo.

Me está llamando esta noche
por ese nombre ya olvidado
pero atiendo a él

la otra opción es el fracaso

y me acojo a esta rama del árbol
de una manera tan burda y tan bruta
que sé perfectamente
que en cualquier momento lo voy a romper

pero no puedo evitar
este ímpetu certero que me llama

y no puedo gritar

he callado demasiado tiempo

las palabras me han odiado tanto
me han abandonado tanto los versos

que no he hallado un reflejo
ni siquiera en los charcos
de esta lluvia tan triste y tan fina que siempre cae aquí

he invertido toda mi existencia
entre profundos dolores de cabezas.

Aquella luna era una lágrima
tan profunda y cristalina
que no podía dejar de mirarla
y quería acercar mis labios
para besarla y poder decirle:
tranquilízate, no pasa nada

pero yo era tan pequeña
que me deshacía entre las nubes
y no podía remontarme de mí misma
y no pude levantarme de mi propia tumba

tuve que correr
desorientada y perdida
entre el teclear cercano
de la palabra amiga

para poder saber que yo estaba
ni antes ni después
que simplemente estaba

y cobré una forma
que puede ser la de león
igual que la de paloma o la vergüenza,
es decir, la humana

y cobré un contenido más o menos consistente
poco importa, interesante

como un astronauta he intentado subir hasta ti
incontables veces

como un extranjero que se aventura a investigar
terreno nuevo.

He perdido el hilo
de la prenda y el abrigo
jamás del poema.

Me has dejado tu piel como recuerdo
para olerla y para saberme dueña de nada
y compañera de todo

todo

todo...

¡valiente palabra!

El cielo es un agujero
demasiado oscuro para que yo entre
pero si te digo
que estoy vomitando
todo lo que no he sabido hacer
quizá luego tú
si tan solo quisieras
aunque yo te lo pida
podrías comerme y leerme

otra vez

el cielo es un agujero
tan profundo como estos ojos
tan oscuros
que resaltan
en una cara tan ligera y liviana
que podría pensar que soy un simple fantasma
o una niña pequeña sin penas
con muy pocas glorias
y alguna responsabilidad

tal vez, si aun tuviese aquel pez.

Me estoy extendiendo tanto
por los recovecos interminables de mi adentro
que no podré jamás saber
ni encontrarme

ni buscarme quiero

mirarme, tal vez.

Te pienso y bailas
al son de la creación de este cuerpo poético
que no parece tener final

tampoco principio

como tú y como yo

un bucle adornado con el tiempo
una planta regada, o una postal navideña

todo lo cotidiano
en donde reside el arte

la mota de polvo debajo de...

no puedo ni seguir la frase.

He cruzado tantas vidas
que no veo las huellas

pero tú estás aquí
la silueta de tus pies ya son de acero.

Un saxofón suena entre el silencio
tendré que salir a buscarte
hacer coincidir la realidad con tus pensamientos
acomodar las nubes del cielo con mis dedos
descubrir la luna
encender el fuego
provocar el estallido de esta lluvia
convertirme en agua igual que tú

saldré a buscarte y lucharé
por adecuar la vida a ti
todo lo que esté en mi mano
y en mis alas
las que me haces crecer

pero no te vayas tanto.

Existen recuerdos un poco solitarios

¡pero no te vayas tanto!

Para ser sinceras
soy yo quien se va
a estas noches tan largas
tan eternas

y no sabe quién ni por qué
pero le llaman
cerca

aunque una vez aquí
ya no sé escribirle al viento
solo sé escribirte a ti.

Vuelvo de un viaje
tan largo y espeso
que he perdido el nombre
y mi existencia se nutre
como el agua y la lluvia
de adherirse a los vidrios

soy una alimaña
un alacrán y el musgo
protegido y arrancado
soy la hiedra que te escala
entre el pino y el manzano
no podré volver a casa
si aún me estás esperando

¡no te salves!

por favor

no te salves.

La noche se ha herido.
Los cuerpos tiemblan.




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