Cuando cierre los ojos
y me derrita en mi invierno
el vaho de la ventana te hablará
pero ya estaré muy lejos.
Has vuelto a hablar en sueños.
Habrá una carretera
llena de todo lo que no vuelve
una guitarra rota amontonada
entre todos los versos que duelen
cuando cierre los ojos
y me derrita en mi enero
no podré inventarte
no habrá quien me salve.
Esperaré a la luna
noche tras noche
agotada y sin párpados
con frío y sin piel
bajo la que poder resguardarme
tiraré uno a uno los peldaños
de una vida en escalera
demasiado torcida y nunca
lo suficientemente larga.
Cuando cierre los ojos
y me derrita en mi invierno
me arrepentiré, por fin, de todo
de cada minuto invertido en el agua
de cada pedazo de aliento
de cada palabra
inventada sin ganas
de cada poema
brotado de rabia.
Mi cuerpo parado bajo la lluvia
va a empezar a temblar
de un miedo incontenible
no puedo dibujarte detrás
de estas manos empañadas
perdidas en un desamparo
más parecido a un recuerdo
que pertenece a aquel extraño
el de la gorra y la calva
el que voló con el viento
aquel que escapa entre las nubes
estallando entre las montañas.
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