Y a tus tres años, ¿cómo voy a pedirte yo nada, solo que
juegues, que experimentes, que investigues, que aprendas? Sobre todo, que
juegues, pero con esto, con esto que no te da nadie más que tu: con tu imaginación,
con tus viajes al espacio en busca de pinturas para dibujar más caracoles y
duendes.
Y a tus tres años, ¿cómo voy a desvelarte yo alguna verdad? Si
ya las irás descubriendo con el tiempo… con el tiempo y ese olfato avispado que
ya te intuía desde que tenías un año.
Y a tus tres años, ¿cómo te voy a impedir esa sonrisa con la
que te abres al mundo todos los días, con la que amaneces llena de energía,
dispuesta a agotar a todos los que estamos a tu alrededor, sabiendo que aún
tendrás fuerzas para seguir gastando el día?
Y a tus tres años… y tu mirada de tres años… me da tanto
miedo esa mirada. Cuando la diriges hacia mi. Llena de ilusión. De sentir que
estás ante alguien importante. Y yo, cuando me miras de esa manera, de verdad
que me siento mucho mas pequeñita que tú. Y deseo que seas tú la que me cuide y
me salve, devolviéndome a tus juegos infantiles.
Y a tus tres años… esa mirada de admiración que me diriges…
que me da pánico… que me da terror… no quisiera ser yo quien te hiciese
despertar de tu inocencia. Quien te falle algún día.
Ni a tus tres años, ni a ningún año, no quisiera jamás
decepcionarte.
Y a la vez estar ahí cuando tu inocencia se desvanezca, y se
esfume en mi también la que me contagias y alimentas.
Y estar siempre ahí para ti.
Mi pequeña niña entusiasmada con el girar de su planeta.
Mi pequeña niña entusiasmada con el girar de su planeta.
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