El amanecer se ha resuelto para mí.
Abro los ojos a una mañana tibia y mal formada.
La luz está agotada,
las hojas se desprenden de las ramas
cambian en una danza perfecta
se pelean
una de ellas se pega en mi ventana.
El otoño ha entrado en noviembre pidiéndome disculpas:
siempre tarde.
El Viento me ha abandonado,
pero tiene que venir,
tiene que venir el Viento...
tiene que venir.
La ciudad se desdibuja entre perfiles somnolientos
Acaso mi rostro es tan débil
que podría confundirse con esta mota de polvo.
Entonces querría
bajar
bajar
bajar
bajar en descontento imperfecto sin maletas con lo puesto
y escuchar esta bandada de aguijones que me persiguen por las noches
arrancar con mis propias manos las rosas de los campos devastados
quitarme las espinas de los dedos con los dientes
dejar que el agua brote
dejar que la sangre corra y lo tiña todo hasta que tú te corras.
Tranquila.
Se ha sofocado la mañana a trompicones
era plácida y alegre y ahora solo es un avispero que maúlla en la caverna.
Este sabor amargo se mete entre los poros de mi piel
¡quítame la locura o vísteme con ella!
pero no me llames por las palabras que sabes que jamas vendrán a buscarme
yo era una niña o un niño o las dos cosas
pero ahora solo soy un ente mal formado que vomita versos y teme desangrarse
cualquier día volverá el alba a estas comisuras incendiadas
y verás
cuando la luz me oculte por completo
cuando las alimañas que me crecen dejen de escoltarme
que ya no soy apenas un rostro ni un monstruo anclado al vuelo
tan solo una mota de polvo correteando por el suelo
tan solo cualquiera de estas hojas
que luchan por sostenerse en el aire
que se creen capaces de volar
todas ellas insignificantes
y que al final
a base de estrellarse se dan cuenta
de que no son dioses
de que no vuelan más.
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