Un duende ocupa tu lugar.
Tal vez es una sombra.
Tal vez el vacío.
La puerta que se abre suena
como la puerta de tu cuarto desierto
la puerta que se cierra es un golpe en mi arañazo.
El frío te envolvió en el mes de agosto.
No sé si recuerdas
el calor concentrado en aquella habitación,
el pulso entre las sienes tocando
emocionado,
las horas pasando.
No sé si recuerdas
la pelota volando en el pasillo
con nuestro juego favorito.
En esquivar los golpes
siempre fuimos los mejores.
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