sábado, 7 de julio de 2012

De mi quietud nocturna: de mi quietud eterna

Noche tristísima,
bellísima tristeza
viene a descolgarse de mis amapolas marchitas
viene a apoderarse de mi garganta exangüe
me duele
me aprietan las lágrimas contenidas en un dolor calmado

esta tristísima noche negra pacífica
este océano de agua salada que se vierte
en lo más profundo de mi Existencia minúscula

se me están empañando los ojos de no verte.

Noche tranquila,
noche oscurísima
me abandono dulcemente al silencio en luto
me dejo llevar entre este oleaje que me mece
entre la calma nunca valorada de la tristeza prolongada
se extiende este velo negro suavemente por mi piel
por mi alma masacrada por el tiempo
y yo le dejo hacer.

No quedan muchos más motivos,
a lo lejos se escucha un murmullo
como grito venido a menos
pero sigue desgarrando mis oídos
pero sigue consumiendo el precipicio
es todo el dolor del mundo
es el sufrimiento antiguo

se me están comiendo las tinieblas de no verte.

Pero no aparezcas todavía
mi mirada ya no tiene vida
está tibia y sin gracia
acaricio mi semblante serio con mimo
no quiero descuidarlo delante del espejo
el reflejo no miente:
nadie se encuentra en él

nunca

pero digo NO con las manos cuando amanece
el sol despunta con sus rayos afilados
y me atraviesa el pecho oscuro que yo tengo
este que he cultivado año tras año
para que nadie entre
para que sea espeso

pero tú te has adentrado hasta lo más profundo
y has visto algo, un resquicio de luz

noche negra eterna que se cierra
noche tristísima

siempre he actuado no moviéndome
siempre he resuelto todo sin moverme.


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