He ido troceando mi Yo con un cuchillo plano
de hoja afilada como el folio blanco en que escribo
blando como mi interior despedazado
he hecho mi vida pedazos
ha caído el espejo polvoriento
he moteado con cuidado el suelo
no me busques entre las palabras porque lloraré
no me reduzcas a dos sentimientos carcomidos por el tiempo
no me nombres como la poeta que habla porque estarás mintiendo
no me llames, no me llames, no me llamas
llamas se encienden en esta cabeza agotada
fuego helado que me sube por entre la boca
la garganta el esófago lo más devastado
no te atrevas a mirarme más allá de un recuerdo
ellas, yo, las otras, todas las que he sido
cantan mi danza macabra al son de lo perdido
y no ahuyentes esta vez a los malos espíritus
que vengan esta noche en la que te has ido
que acudan todos a mí, que me arranquen la piel a tiras
yo no opondré mi fuerza desgastada por salvarme
yo no volveré a dejar de autodestruirme
como siempre, como nunca, como aquella vez
tú me has enseñado a inmolarme por dentro
en una implosión más dulce que el suicidio
corresponderá dinamitando el muro que hay
entre las palabras y yo, entre mi entorno y mi yo
entre yo y mi yo, barrera insalvable
no aparezcas todavía bajo el sol terminable
querría guardar mi respiración en un cristal empañado
no distinguir cuando sentir y cuando no querer
no discernir entre el hacer y el no volver
los caminos se me cruzan en este revoltijo de pedazos
que han ido a parar a los pies de mi existencia mutilada
he cortado poco a poco mi mundo en trozos doblados
untados con mantequilla y arroz
me los como con pan
me atraganto, los vomito
me vomito
quien quiera que me coma
quien quiera que me coma leyéndome
y quien no que no vuelva a llamarme por el nombre que no tengo
por la persona que no soy.
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