Compañera de rincones y manías
de madrugadas torpes
y cervezas frías
compañera del camino y de mi vida
ojos de-sol-ados
ojos de sol de noche y de luz
ojos bicolores
¡no los cierres!
compañera,
no los cierres.
Nebulosas de pecas
amante de animales
piel blanca y brillante
no te encierres.
Boca fina y grande
dientes claros
mirada infinita
compañera de trinchera y de fatigas
compañera de estudio y de agonías
compañera de mi vida
musa del poema
sin tu voz indiscutible
sin tu luz inconfundible
el mundo no sería mundo
sino un sol desteñido agonizante
sumergido en la marea baja
encallando corazones
compañera en la lucha y en la cama
compañera en la distancia
sin tu bondad sincera
sin tu sonrisa valiente
la humanidad no tiene cura
mi enfermedad necesita tu ternura.
viernes, 30 de agosto de 2013
Fisterra
Mi boca de exilio se ríe en silencio
he llegado hasta la costa
con el sol muriendo a mis espaldas
he llamado a nadie
he pedido limosna
una simple mano compañera
pero nadie tenía ya nada más que darme
mi boca de exilio suspira entre cuentos
el destierro es total
ante mis ojos cerrados, la costa más pura
aquí, donde viene a morir el mundo
donde todo termina
donde el cielo aúlla
más allá un abismo, dragones y fuego
mis manos de preso se juntan
soy esa convicta fugada
a la que le quedan pocas horas de vida
que ha venido a morir con la tarde que termina
soy ese mendigo que agoniza en la calle
soy ese niño sin familia
soy cada injusticia del mundo
¡pero miradme en la orilla!
la Tierra acaba aquí
en este azul naranja desteñido
en esta arena desolada que me atisba
nunca nadie la habrá pisado
entre ella, ese gran acantilado
que son los días
y las horas y la vida
una gran pendiente insalvable.
Mi boca de exilio se ríe en silencio
el aire me corta la cara
hace un frío repugnante de nieve
hace un frío de casa vacía
de silencio de noche
no sé si alguien temió alguna vez tanto la soledad
como este lugar donde los barcos desaparecen en el horizonte
no sé si alguien temió alguna vez tanto no tener nombre
como este rostro desdibujado en Fisterra que soy yo
me quedo entre el hielo
con el silencio absorto
con el crujir de olas
el romper de su espuma entre las rocas
me quedo inmóvil en la bruma
un paraje inmenso que me traga
y yo
un minúsculo habitante de la Tierra que aquí acaba
me quedo lentamente con mi lengua
me quedo sumida entre palabras
cuando tú pidas, volveré
remontaré mi vuelo de poeta
atravesaré el naranja atardecido
regresaré del Fin de la Tierra
y cuando el sol haya caído
me meteré en tu vida y tu reloj
marcará las doce.
he llegado hasta la costa
con el sol muriendo a mis espaldas
he llamado a nadie
he pedido limosna
una simple mano compañera
pero nadie tenía ya nada más que darme
mi boca de exilio suspira entre cuentos
el destierro es total
ante mis ojos cerrados, la costa más pura
aquí, donde viene a morir el mundo
donde todo termina
donde el cielo aúlla
más allá un abismo, dragones y fuego
mis manos de preso se juntan
soy esa convicta fugada
a la que le quedan pocas horas de vida
que ha venido a morir con la tarde que termina
soy ese mendigo que agoniza en la calle
soy ese niño sin familia
soy cada injusticia del mundo
¡pero miradme en la orilla!
la Tierra acaba aquí
en este azul naranja desteñido
en esta arena desolada que me atisba
nunca nadie la habrá pisado
entre ella, ese gran acantilado
que son los días
y las horas y la vida
una gran pendiente insalvable.
Mi boca de exilio se ríe en silencio
el aire me corta la cara
hace un frío repugnante de nieve
hace un frío de casa vacía
de silencio de noche
no sé si alguien temió alguna vez tanto la soledad
como este lugar donde los barcos desaparecen en el horizonte
no sé si alguien temió alguna vez tanto no tener nombre
como este rostro desdibujado en Fisterra que soy yo
me quedo entre el hielo
con el silencio absorto
con el crujir de olas
el romper de su espuma entre las rocas
me quedo inmóvil en la bruma
un paraje inmenso que me traga
y yo
un minúsculo habitante de la Tierra que aquí acaba
me quedo lentamente con mi lengua
me quedo sumida entre palabras
cuando tú pidas, volveré
remontaré mi vuelo de poeta
atravesaré el naranja atardecido
regresaré del Fin de la Tierra
y cuando el sol haya caído
me meteré en tu vida y tu reloj
marcará las doce.
Alma de Moncayo
Solitaria figura
poderoso contorno a contraluz
augura
una subida informe que rezuma
un ascenso incuestionable hacia la tumba.
Sal de alambre y mal de espinas
no serán mis ojos
ni mis manos
me aniquilan
el sudor corrosivo entre los dientes
las lágrimas sangrantes
los párpados que arden
no han podido más de sí
no han tenido qué decir
el paraje desolado y muerto
los campos quemados
árboles que se olvidan en el límite
donde muere toda vegetación
donde solo hay piedras y sed
el cansancio se va acumulando entre los dedos
los hombros pesan
las piernas no responden
no les importaría, por una vez, caer
la noche es cerrada y el monte aúlla
no soporta estar solo
olvidado
custodiando
tantas y tantas luces derretidas
entre la niebla que se agrupa hacia la bruma
casas sin humo de ausencias
cantan el grito desgarrado
empañan la noche de fervor
cielo azulado
hay un secreto en la montaña cuando muere el sol.
La naturaleza despierta, baldía
no hay comida, ni Ser. Mentira.
Hay palabras pero no hay llave
quiero subir hasta ese monte
perderme entre sus caminos
hacer mío lo más primitivo
acogerme a mis orígenes
lejos del ser humano
convertirme en alimaña o liquen
ser parte del musgo
ser parte del aire
de la lluvia que ya estalla entre las nubes.
¿Y qué voy a ser yo?
Alejada del lenguaje
¿Qué más voy a poder ser yo?
Solo nieve deslizada en la pendiente
solo un torrente que baja y se extingue
vengo a morir donde el pasado habita
vengo a vivir en mi memoria escrita
¿Y qué voy a ser yo?
Si mis ojos solo son hoja en verano
que el aire arranca del árbol que soy
y me quedo ciega y rendida
abatida entre estos caminos
con un disparo tirada en la cuneta
devorada por insectos y mentiras.
¿Y qué hay de la Nada?
Se extiende entre mi infinito
devastada y custodiada por mi misma
se atisba inconfundible en la montaña
enmudece y se lastima.
¿Y qué voy a ser yo?
Si mi alma es idéntica al Moncayo
que cambia de color
según el día, la luz y la estación del año
según quién le escala
y quién le habita
según quién le ama
según quién le estima.
poderoso contorno a contraluz
augura
una subida informe que rezuma
un ascenso incuestionable hacia la tumba.
Sal de alambre y mal de espinas
no serán mis ojos
ni mis manos
me aniquilan
el sudor corrosivo entre los dientes
las lágrimas sangrantes
los párpados que arden
no han podido más de sí
no han tenido qué decir
el paraje desolado y muerto
los campos quemados
árboles que se olvidan en el límite
donde muere toda vegetación
donde solo hay piedras y sed
el cansancio se va acumulando entre los dedos
los hombros pesan
las piernas no responden
no les importaría, por una vez, caer
la noche es cerrada y el monte aúlla
no soporta estar solo
olvidado
custodiando
tantas y tantas luces derretidas
entre la niebla que se agrupa hacia la bruma
casas sin humo de ausencias
cantan el grito desgarrado
empañan la noche de fervor
cielo azulado
hay un secreto en la montaña cuando muere el sol.
La naturaleza despierta, baldía
no hay comida, ni Ser. Mentira.
Hay palabras pero no hay llave
quiero subir hasta ese monte
perderme entre sus caminos
hacer mío lo más primitivo
acogerme a mis orígenes
lejos del ser humano
convertirme en alimaña o liquen
ser parte del musgo
ser parte del aire
de la lluvia que ya estalla entre las nubes.
¿Y qué voy a ser yo?
Alejada del lenguaje
¿Qué más voy a poder ser yo?
Solo nieve deslizada en la pendiente
solo un torrente que baja y se extingue
vengo a morir donde el pasado habita
vengo a vivir en mi memoria escrita
¿Y qué voy a ser yo?
Si mis ojos solo son hoja en verano
que el aire arranca del árbol que soy
y me quedo ciega y rendida
abatida entre estos caminos
con un disparo tirada en la cuneta
devorada por insectos y mentiras.
¿Y qué hay de la Nada?
Se extiende entre mi infinito
devastada y custodiada por mi misma
se atisba inconfundible en la montaña
enmudece y se lastima.
¿Y qué voy a ser yo?
Si mi alma es idéntica al Moncayo
que cambia de color
según el día, la luz y la estación del año
según quién le escala
y quién le habita
según quién le ama
según quién le estima.
jueves, 29 de agosto de 2013
Tengo una
Tengo una tristeza intemporal.
Tengo una tristeza escurridiza.
Me pesan las lágrimas de hierro
En este falso pañuelo agotado.
He soñado tantas veces con volar
Ya no entiendo el suelo de esta tierra
Los zapatos de estos pies
La mirada en esta cara desterrada.
Tengo una tristeza atemporal
Tengo una tristeza indestructible
Un miedo incontenible
Y una voz insoportable
Una furia incontrolable
Que arremete contra quien menos lo merece
Y aquí esta
Mi fuego arrasando los campos
Hambriento en lo mas devastado
Gritando
Gritando
Tengo una tristeza mas larga que estas vías
Este tren que me lleva a mi casa estrecha
Vacía
Una vida vacía una cama tan fría
No podría regresar
Una llamada urgente a Viena
Una soledad indescriptible
Un silencio apenas audible
Un silencio helador en esta casa
Un silencio de tecla y cemento.
Ya ha estallado
Ya ha estallado
Y no se puede contener
No hay nada que hacer por evitarlo
Nadie puede salvarme
Ya ha estallado
Es una cuerda vocal sin nombre
Es un cielo incendiado
Me crujen los huesos
A la noche bailare
Sobre unos zapatos con tacon grueso
Bailare como se aman dos muertos en la tumba
Añorare cada fantasma y cada bruma
La lengua tiene un tacto brutal sobre el veneno
Mi sangre es de hielo
Me arden los labios
Como una profecía a punto de ser devorada
Me gustaría arrancarme uno a uno
Todos los pelos que tengo en la cabeza
Ver la sangre correr de mis ideas
Ver la sangre envenenada que me hierve
Ver morder cada herida y cada piel que habito
Dormir en el poema que acaba
Morir en mi noche cerrada.
miércoles, 28 de agosto de 2013
viernes, 9 de agosto de 2013
La eternidad de mi silencio
El silencio de la noche es perfecto. Me acaricio la piel putrefacta entre facciones y me río para mi. Nadie va a venir hoy a salvarme.
He quemado los puentes, he construido la barrera: no dejo que hoy penetre nadie en mi, ni entre. No permito que nadie descifre el color de mis ojos sucios y empañados por un vaho azul tranquilo que me ciega los dientes.
El silencio de la noche es perfecto, y la soledad ha caído como esta luna que me abrasa la piel sobre el sol derrotado. Mi vida hecha jirones. Mi alma rasgada por las fauces de una sangre anexionada al corazón. Quiere dar paso a su dolor por medio de mi boca.
Vomito palabras
La noche sopla.
Nadie va a venir a salvarme.
estoy luchando contra mi misma
y si grito, mi voz se recortará en el horizonte antes de que pueda propagarse. mi ser se desintegrará lentamente y el canto de los grillos me irá sepultando en mi escritura.
el agua pegada en la ventana va desangrando los cristales. sabes que no hay otra opción. que esta oscuridad es la última que queda.
no volveremos a ser.
he esperado a que todo se muriese a mi alrededor. la pincelada es demasiado suelta. me sube ese calor inconfundible de las noches en vela. mis ojeras se confunden poco a poco con mi sangre. he rasgado la vida en bocanadas tan ávidas que nadie la encontrará nunca. hay un secreto eternizado por mis dientes. no has debido volver. mis ojos de loca te miran y sueñan con desnudarte para no dejarte marchar nunca.
no tienes ni idea de lo que es la soledad:
esta baba negra descolorida que se extiende por el suelo, que inunda las habitaciones y las casas, las paredes, los cuadros, las trabas.
esta baba negra pegajosa que se envuelve hasta no dejarte respirar. ¡esa es la soledad! esta que ha caído sobre mis hombros como un castigo merecido pero impuesto demasiado pronto.
desde que cogí ese avión y atravesé vidas al tamaño de una hormiga, como si pudiese aplastar sus historias y sus cicatrices con la punta del zapato, he sabido que la soledad viajaba a mi lado y no habría de abandonarme en todo el viaje. la veo en todas partes. en esta silla vacía que hace alarde de su tapicería no ocultada. en este silencio incendiario, tan escandaloso que le grito para que se apague, se calle y se marche. pero mi voz deja de extenderse y el silencio le gana terreno en el aire. yo siempre pierdo todas las batallas. debes saberlo o dejarme.
ahora escúchame. estoy malescribiendo a causa de no saber vivir mas allá de mis recuerdos. yo vivo dos vidas. me enfrento a mi memoria como si fuese un trozo de papel en blanco. tengo que llenarlo de historias para poder existir.
Hoy en el tranvía estabas cerca, y decidíamos bajarnos en Fasangasse para tomar unas cervezas, porque solo eran las siete. luego la muerte ha seguido dirigiendo aquel tren destartalado inmundo y se ha saltado la parada, y te ha arrojado entre las vías. y se ha disuelto el color de mi memoria y todo era gris gris gris como el mosquito. estás lejos como mi casa. esta locura es el resultado de tu ausencia y de mi soledad no deseada.
si no puedo gritar lo que escribo
si no puedo amarte y comerte
aprenderme en el espejo, decir tu nombre
este sudor irremediable que me enfría
acabará cortándome la vida
las ideas se me hunden en una almohada de papel
sabes que si no vuelves nada tiene sentido
la luna comienza a arder dentro de mis venas.
He quemado los puentes, he construido la barrera: no dejo que hoy penetre nadie en mi, ni entre. No permito que nadie descifre el color de mis ojos sucios y empañados por un vaho azul tranquilo que me ciega los dientes.
El silencio de la noche es perfecto, y la soledad ha caído como esta luna que me abrasa la piel sobre el sol derrotado. Mi vida hecha jirones. Mi alma rasgada por las fauces de una sangre anexionada al corazón. Quiere dar paso a su dolor por medio de mi boca.
Vomito palabras
La noche sopla.
Nadie va a venir a salvarme.
estoy luchando contra mi misma
y si grito, mi voz se recortará en el horizonte antes de que pueda propagarse. mi ser se desintegrará lentamente y el canto de los grillos me irá sepultando en mi escritura.
el agua pegada en la ventana va desangrando los cristales. sabes que no hay otra opción. que esta oscuridad es la última que queda.
no volveremos a ser.
he esperado a que todo se muriese a mi alrededor. la pincelada es demasiado suelta. me sube ese calor inconfundible de las noches en vela. mis ojeras se confunden poco a poco con mi sangre. he rasgado la vida en bocanadas tan ávidas que nadie la encontrará nunca. hay un secreto eternizado por mis dientes. no has debido volver. mis ojos de loca te miran y sueñan con desnudarte para no dejarte marchar nunca.
no tienes ni idea de lo que es la soledad:
esta baba negra descolorida que se extiende por el suelo, que inunda las habitaciones y las casas, las paredes, los cuadros, las trabas.
esta baba negra pegajosa que se envuelve hasta no dejarte respirar. ¡esa es la soledad! esta que ha caído sobre mis hombros como un castigo merecido pero impuesto demasiado pronto.
desde que cogí ese avión y atravesé vidas al tamaño de una hormiga, como si pudiese aplastar sus historias y sus cicatrices con la punta del zapato, he sabido que la soledad viajaba a mi lado y no habría de abandonarme en todo el viaje. la veo en todas partes. en esta silla vacía que hace alarde de su tapicería no ocultada. en este silencio incendiario, tan escandaloso que le grito para que se apague, se calle y se marche. pero mi voz deja de extenderse y el silencio le gana terreno en el aire. yo siempre pierdo todas las batallas. debes saberlo o dejarme.
ahora escúchame. estoy malescribiendo a causa de no saber vivir mas allá de mis recuerdos. yo vivo dos vidas. me enfrento a mi memoria como si fuese un trozo de papel en blanco. tengo que llenarlo de historias para poder existir.
Hoy en el tranvía estabas cerca, y decidíamos bajarnos en Fasangasse para tomar unas cervezas, porque solo eran las siete. luego la muerte ha seguido dirigiendo aquel tren destartalado inmundo y se ha saltado la parada, y te ha arrojado entre las vías. y se ha disuelto el color de mi memoria y todo era gris gris gris como el mosquito. estás lejos como mi casa. esta locura es el resultado de tu ausencia y de mi soledad no deseada.
si no puedo gritar lo que escribo
si no puedo amarte y comerte
aprenderme en el espejo, decir tu nombre
este sudor irremediable que me enfría
acabará cortándome la vida
las ideas se me hunden en una almohada de papel
sabes que si no vuelves nada tiene sentido
la luna comienza a arder dentro de mis venas.
Solo eran palabras
Siento la presencia obsesiva de mi cuerpo. Desaparece en la maleza, se va hundiendo. Todo mi ser es hielo. Un bloque eterno que no habrá de fundirse nunca. No puedo moverme. Estrujo mis dientes con fuerza. Hay demasiada soledad, y el silencio cala los huesos como esa mentira infinitamente repetida. Al final, será verdad. Y después, la luna encenderá una hoguera para reírse amargamente de mis ojos amarillos.
Entre tantas ruinas, el enfrentamiento conmigo misma es mi única oportunidad. Hoy estoy lejos. También de ti. No puedo negarlo cuando el fuego no prende.
Hay un miedo. Es un terror indescriptible de ser algo. Algo sin precedente, ese algo sin excusas. Ser una cosa sin reflejo, sin palabras, sin pregunta.
Hay un miedo. Es un temor irrepetible a marcar la huella en un camino nunca transitado. Hay una ansiedad incomprensible a hacer aquello que nadie nunca ha hecho antes. Eso significa tener rostro. Eso significa dibujar tu propio nombre.
Hay un miedo incorruptible de ser alguien.
Siento mi cuerpo obvio y estéril entre la cama. Es como un lastre que me tira hacia abajo. Mi mirada encajonada contempla la oscuridad sin darle vueltas. Se detiene, lenta y larga, ante una puerta.
Ella sabe quién hay ahí. Quién vive ahí, quién respira y duerme, ajena al sufrimiento que se expande en esta penumbra contigua.
Ella sabe que no los conoce. Que la miran sin ver, en un silencio apenas audible, le piden perdón sin comprender del todo por qué se disculpan.
Pero hemos hecho algo realmente mal. Sino estas paredes no nos separarían tan temprano.
Le hemos puesto puertas al campo.
En mis venas ya no corre nada más que esta luz helada y rabiosa que quiere agitarme las entrañas y aquí solo hay un silencio sepulcral como si ya estuviese todo hecho y vencido. Quizá esto es lo que está muerto.
Algo hemos hecho mal para que jamas entendáis de qué hablo en estas líneas. si es que alguna vez os dignáis a acercaros a mis palabras agitadas y confusas, que ni siquiera yo seré capaz de descifrar cuando amanezca.
Ya cae el sol.
Se incendia en este cielo extranjero
tiñéndose de sangre.
a su alrededor,
una bandada de fuego se va extinguiendo en silencio.
vuelan los pájaros, huyendo.
¡dádme alas a mi también!
dádme alas...
quiero escapar de estos ojos podridos
Entre tantas ruinas, el enfrentamiento conmigo misma es mi única oportunidad. Hoy estoy lejos. También de ti. No puedo negarlo cuando el fuego no prende.
Hay un miedo. Es un terror indescriptible de ser algo. Algo sin precedente, ese algo sin excusas. Ser una cosa sin reflejo, sin palabras, sin pregunta.
Hay un miedo. Es un temor irrepetible a marcar la huella en un camino nunca transitado. Hay una ansiedad incomprensible a hacer aquello que nadie nunca ha hecho antes. Eso significa tener rostro. Eso significa dibujar tu propio nombre.
Hay un miedo incorruptible de ser alguien.
Siento mi cuerpo obvio y estéril entre la cama. Es como un lastre que me tira hacia abajo. Mi mirada encajonada contempla la oscuridad sin darle vueltas. Se detiene, lenta y larga, ante una puerta.
Ella sabe quién hay ahí. Quién vive ahí, quién respira y duerme, ajena al sufrimiento que se expande en esta penumbra contigua.
Ella sabe que no los conoce. Que la miran sin ver, en un silencio apenas audible, le piden perdón sin comprender del todo por qué se disculpan.
Pero hemos hecho algo realmente mal. Sino estas paredes no nos separarían tan temprano.
Le hemos puesto puertas al campo.
En mis venas ya no corre nada más que esta luz helada y rabiosa que quiere agitarme las entrañas y aquí solo hay un silencio sepulcral como si ya estuviese todo hecho y vencido. Quizá esto es lo que está muerto.
Algo hemos hecho mal para que jamas entendáis de qué hablo en estas líneas. si es que alguna vez os dignáis a acercaros a mis palabras agitadas y confusas, que ni siquiera yo seré capaz de descifrar cuando amanezca.
Ya cae el sol.
Se incendia en este cielo extranjero
tiñéndose de sangre.
a su alrededor,
una bandada de fuego se va extinguiendo en silencio.
vuelan los pájaros, huyendo.
¡dádme alas a mi también!
dádme alas...
quiero escapar de estos ojos podridos
Soltar todo. Largarse
Es una oscuridad tan lenta
que podría absimarme entre mi misma
sin tan siquiera comprender que estoy aquí
que respiro, escribo y hablo con esta lengua
que me cortan poco a poco las entrañas
los minutos que transcurren en mi cama.
Es una agonía tenue que me llama
me invita a perdonarme a voces
a explorar todos los rincones
a recoger toda la rabia del mundo
la tristeza de estas calles
es una soledad húmeda, espontánea
se va posando sin control a cada paso
me va negando las palabras y el calor
y tendré que seguirla:
amarla hasta que se vaya.
que podría absimarme entre mi misma
sin tan siquiera comprender que estoy aquí
que respiro, escribo y hablo con esta lengua
que me cortan poco a poco las entrañas
los minutos que transcurren en mi cama.
Es una agonía tenue que me llama
me invita a perdonarme a voces
a explorar todos los rincones
a recoger toda la rabia del mundo
la tristeza de estas calles
es una soledad húmeda, espontánea
se va posando sin control a cada paso
me va negando las palabras y el calor
y tendré que seguirla:
amarla hasta que se vaya.
Mi escritura secreta
Escondo mis palabras
como si fuese un criminal
como estar escribiendo lo prohibido
panfletos incendiarios en la dictadura
pintadas furtivas en la madrugada.
escondo mis palabras
como si me desnudase, lasciva
como una maldición antigua y blanca
¡y no quiero que nadie me vea!
que me espíen a través de las ventanas,
mis palabras soy yo
yo soy mis palabras
si viene el silencio me atraviesa una daga
un desconsuelo equivalente
a un trozo de papel rodando por la calle
jamás lo hará a su antojo
siempre guiado por el viento
por unos dedos que lo recogen,
por una mano que lo desdeña,
lo arroja de nuevo a la calle,
un bolsillo lo guarece,
aquel que lo extraviará mas tarde:
esa es mi vida sin ti.
esa es mi vida sin vida
quítame el corazón,
pero jamás la poesía.
como si fuese un criminal
como estar escribiendo lo prohibido
panfletos incendiarios en la dictadura
pintadas furtivas en la madrugada.
escondo mis palabras
como si me desnudase, lasciva
como una maldición antigua y blanca
¡y no quiero que nadie me vea!
que me espíen a través de las ventanas,
mis palabras soy yo
yo soy mis palabras
si viene el silencio me atraviesa una daga
un desconsuelo equivalente
a un trozo de papel rodando por la calle
jamás lo hará a su antojo
siempre guiado por el viento
por unos dedos que lo recogen,
por una mano que lo desdeña,
lo arroja de nuevo a la calle,
un bolsillo lo guarece,
aquel que lo extraviará mas tarde:
esa es mi vida sin ti.
esa es mi vida sin vida
quítame el corazón,
pero jamás la poesía.
Invocándote
Yo creía que volvería el invierno
que la respuesta llegaría a tiempo
pero las calles avanzan por esta ciudad
sin saber desembocar en otro sitio
que no sea una muerte.
Qué hacer con tanta soledad
no sé dónde meterla
no me cabe en cualquier parte
los cajones están llenos de heridas
y la piel
de cicatrices
las mesas vacías y el corazón repleto
de clavos clavados, de dardos ardiendo
mis dedos hambrientos
avanzan por el papel
sabiendo
que no saldrá de su punta ni un verso.
pero qué es este silencio
no puedo con este fracaso a las espaldas
no hay espejo capaz de hablarme
solo una sombra invisible en estas calles
y el viento ondea la ausencia
como una baba negra pastosa y rolliza
que se tambalea y se pega en mis zapatillas
conforme avanzo
sin rumbo, ni línea, ni trazo.
Sé que no entenderé mi letra,
que yo misma me he abandonado
que estas palabras caerán
tan lejos y hondo como cae mi fracaso
mis ganas de amarme
mis ansias de llorar
brota el alma lentamente por los pulmones
se me escapa
ya
no siento nada.
demasiadas heridas en un solo cuerpo mutilado
demasiadas cicatrices para soportar otro corazón
el mio apenas late
¿me oyes?
dime que me oyes
aunque estés lejos como mi casa
dime que lees mis palabras
que el viento sopla y te las lleva
entre esas nubes que ya estallan.
dime que adivinas que la vida se me viene grande
que el poema me desborda
que he perdido la batalla:
me deseo otra.
que la respuesta llegaría a tiempo
pero las calles avanzan por esta ciudad
sin saber desembocar en otro sitio
que no sea una muerte.
Qué hacer con tanta soledad
no sé dónde meterla
no me cabe en cualquier parte
los cajones están llenos de heridas
y la piel
de cicatrices
las mesas vacías y el corazón repleto
de clavos clavados, de dardos ardiendo
mis dedos hambrientos
avanzan por el papel
sabiendo
que no saldrá de su punta ni un verso.
pero qué es este silencio
no puedo con este fracaso a las espaldas
no hay espejo capaz de hablarme
solo una sombra invisible en estas calles
y el viento ondea la ausencia
como una baba negra pastosa y rolliza
que se tambalea y se pega en mis zapatillas
conforme avanzo
sin rumbo, ni línea, ni trazo.
Sé que no entenderé mi letra,
que yo misma me he abandonado
que estas palabras caerán
tan lejos y hondo como cae mi fracaso
mis ganas de amarme
mis ansias de llorar
brota el alma lentamente por los pulmones
se me escapa
ya
no siento nada.
demasiadas heridas en un solo cuerpo mutilado
demasiadas cicatrices para soportar otro corazón
el mio apenas late
¿me oyes?
dime que me oyes
aunque estés lejos como mi casa
dime que lees mis palabras
que el viento sopla y te las lleva
entre esas nubes que ya estallan.
dime que adivinas que la vida se me viene grande
que el poema me desborda
que he perdido la batalla:
me deseo otra.
Noche tormenta
El silencio me ha sobrevenido
tan cierto y cruel
que me ha arrancado la piel poco a poco.
Pidiendo información.
Suplicando que lo rompiese,
que lo quebrara.
Nada.
No he podido hacer nada.
He augurado una noche tan larga
que los ojos se quedarían ciegos
y las montañas suplicarían la nueve
y las nubes implorarían el agua.
El sol escalaría en esos árboles,
entre sus ramas.
He congelado mi corazón,
ahora está en llamas.
Tejo lentamente sus cortinas
estos visillos que lo tapan.
He jurado guerra eterna en el amor.
La soledad es una forma cruel de venganza.
la ausencia es extraña y larga
la tortura es brutal.
Siento mi garganta desencajándose
me he quedado sin voz
ya no tengo palabras
soy el ridículo absoluto del poeta
soy un intento fallido
soy eso que quiere y no llega.
Escribo bajo una luz más triste que mis ojos.
tan cierto y cruel
que me ha arrancado la piel poco a poco.
Pidiendo información.
Suplicando que lo rompiese,
que lo quebrara.
Nada.
No he podido hacer nada.
He augurado una noche tan larga
que los ojos se quedarían ciegos
y las montañas suplicarían la nueve
y las nubes implorarían el agua.
El sol escalaría en esos árboles,
entre sus ramas.
He congelado mi corazón,
ahora está en llamas.
Tejo lentamente sus cortinas
estos visillos que lo tapan.
He jurado guerra eterna en el amor.
La soledad es una forma cruel de venganza.
la ausencia es extraña y larga
la tortura es brutal.
Siento mi garganta desencajándose
me he quedado sin voz
ya no tengo palabras
soy el ridículo absoluto del poeta
soy un intento fallido
soy eso que quiere y no llega.
Escribo bajo una luz más triste que mis ojos.
Poema de odio y pérdida
Recuerdo que antes
miraba todo entornando los ojos
exprimiendo su esencia
el lado invisible de las cosas.
Buscaba lo poético en el arte
y en una silla abandonada por la calle
lo encontraba en los libros
y en el hambre y sus mendigos
lo hallaba en los versos
y en los puentes, y en las gentes, y en el agua...
He olvidado mirar
la batalla ha sido derrotada
he olvidado cómo se miraba.
Hoy solo hay traiciones y defectos
lo más amargo y fútil de un mundo infecto
y hostil.
Odio la filosofía,
me odio a mí
miraba todo entornando los ojos
exprimiendo su esencia
el lado invisible de las cosas.
Buscaba lo poético en el arte
y en una silla abandonada por la calle
lo encontraba en los libros
y en el hambre y sus mendigos
lo hallaba en los versos
y en los puentes, y en las gentes, y en el agua...
He olvidado mirar
la batalla ha sido derrotada
he olvidado cómo se miraba.
Hoy solo hay traiciones y defectos
lo más amargo y fútil de un mundo infecto
y hostil.
Odio la filosofía,
me odio a mí
Poeta en Viena
Me reclaman los grillos
en un ritual nocturno que se repite.
tú estás lejos y yo
ocupo un lugar en esta inmensa ciudad
que podría vaciar sin que pasase nada.
He sobrevolado mares y tierras
que contenían en lo más profundo
millones de vidas amontonadas
tratando de sobrevivir
intentando respirar
en esta inmensidad que nos traga
a todos por igual.
Avanzo ferozmente entre estas vías
con el vaivén acompasado del vagón
dejo atrás casas con sus vidas
ojos con sus historias
con sus heridas
con cada recuerdo gris
que les va matando poco a poco
avanzo velozmente y sé
que estas vidas jamás le importarán a nadie
como tampoco a nadie le afectará la mía.
esta ciudad inmensa
esta ciudad impune
me coloca en el centro para luego
dejarme en la periferia más desoladora
y la pregunta ¿quién soy?
aparece, peligrosa, tras el espejo.
Mi mirada no dice nada sobre mí,
mi triste mirada clara.
Mi rostro es minúsculo.
Los grillos me llaman en su ritual
ellos saben que estoy
ellos saben que tengo todas esas palabras
capaces de taladrar un corazón.
Las nubes me persiguen.
Poeta perdida en la ciudad de Viena,
poeta sin nombre
poeta sin verso
¿poeta?
tal vez, poeta.
en un ritual nocturno que se repite.
tú estás lejos y yo
ocupo un lugar en esta inmensa ciudad
que podría vaciar sin que pasase nada.
He sobrevolado mares y tierras
que contenían en lo más profundo
millones de vidas amontonadas
tratando de sobrevivir
intentando respirar
en esta inmensidad que nos traga
a todos por igual.
Avanzo ferozmente entre estas vías
con el vaivén acompasado del vagón
dejo atrás casas con sus vidas
ojos con sus historias
con sus heridas
con cada recuerdo gris
que les va matando poco a poco
avanzo velozmente y sé
que estas vidas jamás le importarán a nadie
como tampoco a nadie le afectará la mía.
esta ciudad inmensa
esta ciudad impune
me coloca en el centro para luego
dejarme en la periferia más desoladora
y la pregunta ¿quién soy?
aparece, peligrosa, tras el espejo.
Mi mirada no dice nada sobre mí,
mi triste mirada clara.
Mi rostro es minúsculo.
Los grillos me llaman en su ritual
ellos saben que estoy
ellos saben que tengo todas esas palabras
capaces de taladrar un corazón.
Las nubes me persiguen.
Poeta perdida en la ciudad de Viena,
poeta sin nombre
poeta sin verso
¿poeta?
tal vez, poeta.
El vacío condenable
Día uno desde que te fuiste.
Tu cuarto ya está ocupado por el polvo
lleno de soledad
el piano quejumbroso de silencio.
Tu cuarto ya está ocupado por el polvo
lleno de soledad
el piano quejumbroso de silencio.
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