viernes, 9 de agosto de 2013

La eternidad de mi silencio

El silencio de la noche es perfecto. Me acaricio la piel putrefacta entre facciones y me río para mi. Nadie va a venir hoy a salvarme.
He quemado los puentes, he construido la barrera: no dejo que hoy penetre nadie en mi, ni entre. No permito que nadie descifre el color de mis ojos sucios y empañados por un vaho azul tranquilo que me ciega los dientes.

El silencio de la noche es perfecto, y la soledad ha caído como esta luna que me abrasa la piel sobre el sol derrotado. Mi vida hecha jirones. Mi alma rasgada por las fauces de una sangre anexionada al corazón. Quiere dar paso a su dolor por medio de mi boca.
Vomito palabras
La noche sopla.

Nadie va a venir a salvarme.
estoy luchando contra mi misma
y si grito, mi voz se recortará en el horizonte antes de que pueda propagarse. mi ser se desintegrará lentamente y el canto de los grillos me irá sepultando en mi escritura.

el agua pegada en la ventana va desangrando los cristales. sabes que no hay otra opción. que esta oscuridad es la última que queda.
no volveremos a ser.

he esperado a que todo se muriese a mi alrededor. la pincelada es demasiado suelta. me sube ese calor inconfundible de las noches en vela. mis ojeras se confunden poco a poco con mi sangre. he rasgado la vida en bocanadas tan ávidas que nadie la encontrará nunca. hay un secreto eternizado por mis dientes. no has debido volver. mis ojos de loca te miran y sueñan con desnudarte para no dejarte marchar nunca.

no tienes ni idea de lo que es la soledad:

esta baba negra descolorida que se extiende por el suelo, que inunda las habitaciones y las casas, las paredes, los cuadros, las trabas.

esta baba negra pegajosa que se envuelve hasta no dejarte respirar. ¡esa es la soledad! esta que ha caído sobre mis hombros como un castigo merecido pero impuesto demasiado pronto.

desde que cogí ese avión y atravesé vidas al tamaño de una hormiga, como si pudiese aplastar sus historias y sus cicatrices con la punta del zapato, he sabido que la soledad viajaba a mi lado y no habría de abandonarme en todo el viaje. la veo en todas partes. en esta silla vacía que hace alarde de su tapicería no ocultada. en este silencio incendiario, tan escandaloso que le grito para que se apague, se calle y se marche. pero mi voz deja de extenderse y el silencio le gana terreno en el aire. yo siempre pierdo todas las batallas. debes saberlo o dejarme.

ahora escúchame. estoy malescribiendo a causa de no saber vivir mas allá de mis recuerdos. yo vivo dos vidas. me enfrento a mi memoria como si fuese un trozo de papel en blanco. tengo que llenarlo de historias para poder existir.
Hoy en el tranvía estabas cerca, y decidíamos bajarnos en Fasangasse para tomar unas cervezas, porque solo eran las siete. luego la muerte ha seguido dirigiendo aquel tren destartalado inmundo y se ha saltado la parada, y te ha arrojado entre las vías. y se ha disuelto el color de mi memoria y todo era gris gris gris como el mosquito. estás lejos como mi casa. esta locura es el resultado de tu ausencia y de mi soledad no deseada.

si no puedo gritar lo que escribo
si no puedo amarte y comerte
aprenderme en el espejo, decir tu nombre
este sudor irremediable que me enfría
acabará cortándome la vida

las ideas se me hunden en una almohada de papel

sabes que si no vuelves nada tiene sentido

la luna comienza a arder dentro de mis venas.

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