Me reclaman los grillos
en un ritual nocturno que se repite.
tú estás lejos y yo
ocupo un lugar en esta inmensa ciudad
que podría vaciar sin que pasase nada.
He sobrevolado mares y tierras
que contenían en lo más profundo
millones de vidas amontonadas
tratando de sobrevivir
intentando respirar
en esta inmensidad que nos traga
a todos por igual.
Avanzo ferozmente entre estas vías
con el vaivén acompasado del vagón
dejo atrás casas con sus vidas
ojos con sus historias
con sus heridas
con cada recuerdo gris
que les va matando poco a poco
avanzo velozmente y sé
que estas vidas jamás le importarán a nadie
como tampoco a nadie le afectará la mía.
esta ciudad inmensa
esta ciudad impune
me coloca en el centro para luego
dejarme en la periferia más desoladora
y la pregunta ¿quién soy?
aparece, peligrosa, tras el espejo.
Mi mirada no dice nada sobre mí,
mi triste mirada clara.
Mi rostro es minúsculo.
Los grillos me llaman en su ritual
ellos saben que estoy
ellos saben que tengo todas esas palabras
capaces de taladrar un corazón.
Las nubes me persiguen.
Poeta perdida en la ciudad de Viena,
poeta sin nombre
poeta sin verso
¿poeta?
tal vez, poeta.
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