viernes, 30 de agosto de 2013

Fisterra

Mi boca de exilio se ríe en silencio

he llegado hasta la costa
con el sol muriendo a mis espaldas
he llamado a nadie
he pedido limosna
una simple mano compañera
pero nadie tenía ya nada más que darme

mi boca de exilio suspira entre cuentos

el destierro es total

ante mis ojos cerrados, la costa más pura
aquí, donde viene a morir el mundo
donde todo termina
donde el cielo aúlla

más allá un abismo, dragones y fuego

mis manos de preso se juntan
soy esa convicta fugada
a la que le quedan pocas horas de vida
que ha venido a morir con la tarde que termina

soy ese mendigo que agoniza en la calle
soy ese niño sin familia
soy cada injusticia del mundo

¡pero miradme en la orilla!

la Tierra acaba aquí
en este azul naranja desteñido
en esta arena desolada que me atisba
nunca nadie la habrá pisado

entre ella, ese gran acantilado
que son los días
y las horas y la vida

una gran pendiente insalvable.

Mi boca de exilio se ríe en silencio
el aire me corta la cara
hace un frío repugnante de nieve

hace un frío de casa vacía
de silencio de noche

no sé si alguien temió alguna vez tanto la soledad
como este lugar donde los barcos desaparecen en el horizonte

no sé si alguien temió alguna vez tanto no tener nombre
como este rostro desdibujado en Fisterra que soy yo

me quedo entre el hielo
con el silencio absorto
con el crujir de olas
el romper de su espuma entre las rocas

me quedo inmóvil en la bruma
un paraje inmenso que me traga
y yo
un minúsculo habitante de la Tierra que aquí acaba

me quedo lentamente con mi lengua
me quedo sumida entre palabras

cuando tú pidas, volveré

remontaré mi vuelo de poeta
atravesaré el naranja atardecido

regresaré del Fin de la Tierra

y cuando el sol haya caído

me meteré en tu vida y tu reloj
marcará las doce.

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