Ya no muerdo la ausencia
Ni invoco el insomnio.
No me refugio en el silencio.
La soledad me da escalofríos.
La destrucción me devasta
Me repugna
Me mata.
Ahora muerdo tus labios
Y me refugio al calor de tu cuerpo
Y me encuentro a mí,
La exiliada y dolorida,
En tu amor que me salva.
Duermo abrazando tus brazos,
Vivo pensando en tu vida.
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