Unos ojos tan sin nombre como lo desconocido
traídos de la calle
o de este viento.
Empezaba ya a hacer frío
Se clavan en mi ser como si yo existiese
como si fuese algo.
Tu mirada se abre hacia mi nada más absoluta
muda
sin rabia
ni aliento ni ganas ni motivo,
Solo por mirar
solo por ver si se puede mirar.
Otra mirada al tiempo
con nombre como lo extraño
se desliza con cuidado
y luego se cae
la tapan los párpados,
intento seguirla
pero el viento de nuevo
y el frío.
Aún más frío.
Luego esa mirada se va estirando
y brillando
y me va cegando:
sonríes con los ojos.
Y la persigo entre la mesa
llena de miradas inconclusas
opacas
la tuya se va apartando un poco.
Un color traslúcido aparece como tu nombre
me vas abriendo las puertas a tu alma
o a ti, o a lo que sea.
Luego de noche
tu mirada es tibia
se ha vuelto más frío
y se inunda
se llena de agua
y quiero besarla
y quiero curarla
pero solo la salvo con otra mirada.
Confidencias mudas madrugadas.
Y más tarde te brillan
los ojos de una forma
que me encoge el estómago
y las entrañas y los dientes
y no sé qué dicen
pero quiero saberlo
y me acerco a tus besos.
Toco la tierra firme
de tus ojos marrones
y en tu casa el agua
y el vértigo del viaje
por tus ojos verdes.
Y va creciendo esa mirada,
esos ojos
y coinciden
con los desconocidos sin nombre
los que repararon en mi nada
ahora de ti llena
colmada de tu amor
de tus besos y tu cuerpo.
Y va hablando tu mirada
en un silencio que ya leo
en un gesto que descifro
según tu brillo
que es eterno.
Tu mirada congelada
para siempre en mi memoria
que traduzco con palabras
si estoy lejos de tus ojos
en estas horas largas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario