Extraña que fui
cuando lo gobernaba todo un vacío
el viento azotando el corazón
se desvisten palabras escritas
con un puño y una mano
que ya no importan
de lo que no existe
más allá de un recuerdo
y ahora tus miradas
y tus palabras, y tus sonrisas, y tú
y tu cuerpo, y tus ojos, y tus manos, y tú
y tú y todo
ardiendo lentamente en la mañana eterna
de no quererte,
que me corten la lengua
y se mueran mis poemas
de no quererte, que muera.
Extraña que fui
me has encontrado
y me has dado un nombre.
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